Capítulo 11

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Sabes que moriría para hacerte sentir orgulloso.

El sabor, el tacto, la forma en que amamos. Todo se reduce a hacer el sonido de nuestra canción de amor.

Lana del Rey - Love Song.

Lana del Rey - Love Song

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—Podemos... —susurra Damiano sobre los labios del menor, respondiendo a su pregunta.

Zander puede sentir el tibio aliento de D'Angelo, puede sentir sus labios rozándose con leves movimientos circulares sobre los suyos, como si estuviera tentado a volver a besarlo.

Él se esfuerza por alejar el mal presentimiento que lo aborda, a pesar de que lo sabe. Lo sabe muy bien.

Siempre hay calma antes de una tormenta.

Zander le teme a la calma, esa que emanaba de todo lo que Michel era, aquella que le transmitía a través de sus besos y caricias.

Él se esfuerza por huir de sus presentimientos, a pesar de que sabe que es inútil. Y se tortura, se tortura a sí mismo porque desde el primer momento Damiano llegó mostrándose como una tormenta, sin la necesidad de la calma previa, arrastrándolo todo a su paso.

Zander siempre supo que D'Angelo era la tormenta, una tormenta enorme y destructiva, única en su clase. Damiano llegó alborotando su corazón y robándole sonrisas y suspiros, partes íntimas de él que juraba jamás volvería a mostrarle a alguien.

—Zander.

Damiano es el antónimo de la calma, es la devastación y el alboroto. Lo es todo menos eso; tranquilidad.

Y es por eso que Zan se encuentra asustado, porque el contrario es diferente a todo lo que alguna vez ha enfrentado, es aquello a lo que él llamaría: “La tormenta perfecta”.

Y le tiene tanto miedo, demasiado que duele.

No sabe como lo confrontará.

Zander se esfuerza por no caer, a pesar de que recuerda que ya está sobre el suelo, con temor y sin una salida, hundiéndose. Conoce diferentes formas de enfrentar una tormenta: Unas veces se juega todo por los demás, desapareciendo bajo las olas, ahogando la esperanza bajo la turbia agua; como con Marco.

Otras veces se intenta plegar las velas, conservar el timón, amarrar el ancla y desechar los miedos; como con Michel...

Y la mayoría del tiempo, se resguarda el corazón en lo más profundo de un cofre, se refugia a uno mismo en el rincón más lejano, apretando fuerte los dientes y esperando a que la tormenta cese, ahí donde sólo acuden los cobardes; como en esta ocasión, con Damiano.

El caos que implica amar ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora