Capítulo 20

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Te esperé, en el lugar que dijiste que esperara. En la ciudad, en el banco del parque. En medio de la lluvia torrencial.

Porque te adoraba.

Dijiste que nos encontraríamos allí mañana, pero el mañana nunca llegó.

El mañana nunca llegó.

Lana del Rey - Tomorrow Never Come.

Las ligeras risas de ambos llenan el ambiente en la solitaria sala de espera del hospital, enmendando sus heridas, sanando sus corazones antes rotos

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Las ligeras risas de ambos llenan el ambiente en la solitaria sala de espera del hospital, enmendando sus heridas, sanando sus corazones antes rotos.

—¿Por qué estás aquí? —pregunta Zander.

Damiano recarga ligeramente su cabeza sobre la del contrario, reafirmando su agarre sobre su mano.

—Valentino me dijo lo de Marco inmediatamente después de que abordaste tu vuelo... No pude alcanzarte en Bangkok, así que vine a buscarte aquí. Supuse que necesitarías de alguien. Cuando llegue, estaba preocupado por no encontrarte, pero lo hice al instante... —Zander siente como los hombros del mayor se tensan—. Te golpeé con mi auto.

Zander levanta su cabeza de un golpe, buscando ver mejor los ojos de Damiano.

—¿Fuiste tú? —pregunta incrédulo, con la boca abierta por la sorpresa.

—¡Sí! —acepta D'Angelo, bastante frustrado y culpable—. Temía haberte hecho daño, pero tú te pusiste de pie y seguiste corriendo como una liebre, como si un auto no hubiera acabado de arrollarte.

Zander comienza a carcajearse muy divertido mientras Damiano lo mira desconcertado y algo molesto.

—No fue divertido, estaba bastante asustado.

—Ahora entiendo por qué no has dicho nada de mi aspecto, tú lo causaste, D’Angelo.

El mayor ríe apenado, encogiéndose de hombros.

—No creo que sea el mejor momento para hablar de aspectos, Zan. Además, yo sólo quería pelear contigo y después reconfortarte.

Zander resopla divertido, alzando una ceja.

—El golpe de tu auto está teniendo efecto ahora —dice, recargando una vez más su cabeza en el hombro de Damiano—. Gracias por quedarte...

—Gracias por pedírmelo.

—Eres libre de marcharte cuando lo desees, no es tu deber estar cuando despierte, D’Angelo.

El nombrado vuelve a dejar caer su cabeza sobre la de Zander, suspirando ligeramente.

—Se supone que yo no debería estar aquí, mi padre me prohibió volver a Estados Unidos sin Christian, pero he venido corriendo detrás de ti.

—Yo también correría detrás de ti, hasta alcanzarte —asegura Zander, inconscientemente, con voz somnolienta.

El caos que implica amar ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora