Marco.
Despierto el domingo, a tres días de que termine mi tortura, a tres días de que él vuelva.
Me recibe un ambiente frío, una terrible sensación de vacío y Zander parado afuera de mi ventana.
Mi corazón se estremece, trato de llamarlo, pero antes de que pueda articular siquiera una palabra, todo a mi alrededor se oscurece.
Mis ojos vuelven a abrirse, me recibe una mascarilla de oxígeno sobre mi rostro y Luigi, observándome desde arriba con semblante preocupado.
Mi mirada vaga por toda la habitación, buscándolo, sin encontrarlo. Al parecer, mis sospechas se han hecho realidad; he comenzado con las alucinaciones.
—He tratado de llamarlo, pero no puedo contactarlo... Temo, temo... —la voz de Luigi se quiebra y toma mi mano entre la suya, apretándola con fuerza
Niego con mi cabeza y ese mínimo movimiento me deja agotado.
Todo a mí alrededor comienza a dar vueltas y cada centímetro de mi cuerpo duele. Levanto lentamente mi mano, sintiéndola tan pesada, como si de un ladrillo se tratara. La dejo caer sobre la máscara de oxígeno y arrastro de ella hacia abajo.
—Estaré... bien, aguantaré hasta... q-que vuel-lva —murmuro con dificultad, entre jadeos, sintiéndome literalmente sofocado.
Levanto la mascarilla y aspiro todo el oxígeno que mi boca me permite tragar. Mi vista comienza a desenfocar y las nausea me abordan. Lo menos que ahora necesito es que alguien me diga que Zander no volverá a tiempo.
Luigi me mira con dolor y besa mi mano profundamente. Una enfermera entra en la habitación, sonríe con lástima y se acerca hasta mi camilla. Abre el cajón del buró y saca el estuche de revisiones.
La miro extrañado, preguntándome por Adam. Lo extraño tanto, sin embargo, me siento tan mal que no le presto mucha atención al hecho de que es la primera vez que no será él quien haga mi examen de salud.
Mis ojos se cierran y no puedo volver a abrirlos.
Mi pecho se siente oprimido de una manera brutalmente dolorosa. Mis ojos se abren de golpe y un grito de dolor escapa desde lo más profundo de mi garganta, desgarrando mis entrañas.
Mi mirada se encuentra con los ojos de Adam, impregnados de angustia y tristeza. Algunos quejidos menos fuertes escapan de mis labios cuando el dolor se extiende a mi brazo izquierdo. Mi pecho se siente fuertemente presionado y me sofoca.
Mi mente es un caos de emociones, quiero ir a casa, únicamente deseo que Zander esté aquí, conmigo.
Las lágrimas brotan por montones de mis ojos cuando Adam acuna mi rostro entre sus manos.
Y aun así, aunque su toque es cálido, yo lo único que deseo es que Zander llegue y me abrace, que su calor me reconforte.
Que me proteja.
—¿P-por qué no había-a ve —mi voz sale débil, me es difícil articular palabras sin jadear.
"¿Por qué no había venido?"
Eso quiero preguntar.
—Estaba en mi propia revisión de salud —contesta, al parecer me ha entendido.
Sonrío, la comisura de mis labios apenas se eleva, sin embargo, inmediatamente vuelve a descender, tornándose en una mueca de dolor.
Mi mirada se halla con Luigi, está angustiado y tiene mi celular pegado a su oreja. Me mira con lágrimas en sus ojos, negando con su cabeza.
Y lo entiendo, Zander aún no responde a sus llamadas.
—Marco —me llama Adam y lo miro, apartando mi mirada de Luigi—, no tengas miedo.
¿Miedo de qué?
—Estás a punto de padecer un paro cardiorrespiratorio, prometo que no dejaré que tu corazón deje de latir. Confía en mí, no te dejaré ir.
Moriré.
La presión sobre mi pecho se torna más pesada, causando que me incline hacia delante. Mi vista se nubla, observo los labios de Adam moverse y a Luigi llamarme, sin embargo, no logro escucharlos.
Un pitido es todo lo que mis oídos perciben.
Y entonces, oigo claramente su voz.
"Marco".
Zander me llama y mis ojos lo encuentran, caminando lentamente por la habitación, posicionándose frente a mi camilla.
"Vamos a casa, preparé la cena".
Me ofrece su mano y sin darme cuenta, levanto la mía, guiándola para tomar la suya.
En un abrir y cerrar de ojos, el rostro de Zander es reemplazado por el de Adam.
—En una escala del uno al diez, ¿cuánto te duele?
La voz de Adam se escucha lejana, como un eco.
Abro y cierro repetidamente mis parpados hasta que se adaptan a la luz del ocaso que acaba de aparecer frente a mí. Observo detenidamente a la persona frente a mí.
Es Zander, otra vez.
Él también me mira, con sus hermosos ojos bajo unas oscuras cejas. Sonrío y él me corresponde con otra sonrisa. Observo cuidadosamente sus labios; parecen un corazón.
Y aunque mi cuerpo está torturándome, mi alma está en paz; Zander ha regresado por mí.
—Marco, por favor. Dime, en una escala del uno al diez, ¿cuánto te duele?
"Cero".
Todo se torna borroso y me sumerjo en la oscuridad de la inconsciencia.
No quiero morir.
Continuará...
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El caos que implica amar ©
Romance"¿Cuánto costaría toda una vida a tu lado?" [...] Una noche, un callejón. Un hotel de lujo, una suma de dinero, un alma rota y otra vacía. Zander Benson sobrevive sus días bajo una máscara llamada Adonis, una figura enigmática cuya habilidad para e...