Una pequeña fiesta nunca hace daño a nadie, eso es lo que dicen tus amigos.
Pones tu vida en riesgo, estás loco todo el tiempo. No eres malo, sólo quieres ser visto.
Lana del Rey - Art Deco.
Sus miradas se encuentran entrelazadas, cada una con un destello distinto en ellas; dolor y rencor e incredulidad y arrepentimiento.
Damiano lleva su mano hasta su mandíbula y con las yemas de sus dedos roza la piel del lugar. Su rostro se contrae en un gesto de sufrimiento y al escuchar los quejidos de dolor que escapan de sus labios, el rostro de Zander lo imita.
Sus miradas se encuentran gritándose e insultándose, disculpándose y arrepintiéndose, pero sus labios no se abren, como si hubieran sido sellados, como si las palabras no fueran suficientes para deshacer los errores ocurridos entre ambos.
Zander rompe el único lazo que aún mantienen, apartando su mirada. Corazones heridos y nudos demasiado incómodos que los carcome desde el interior de su garganta es todo lo que queda.
Damiano trata de buscar nuevamente los brillantes ojos ajenos, pero en lugar de ello se topa con su espalda, alejándose cada vez más y más, como algo imposible de atrapar.
—Zander... —lo llama débilmente pero lo suficientemente suplicante para detener su marcha.
Damiano se pone de pie. Sus prendas se sienten pesadas debido al agua que han absorbido, pero lo que más le pesa en ese momento es ese agonizante sentimiento que se encuentra oprimiendo su corazón. Cierra sus ojos con fuerza, sintiéndose mareado, haciendo responsable a su cabeza que sigue dando vueltas y vueltas, sin parar; como un carrusel que no deja de girar.
—¿Por qué me has golpeado? —susurra bajo mientras acaricia con suavidad su mandíbula, tratando de apaciguar el creciente dolor.
—Detente, Damiano... —Zander no gira. Se mantiene dándole la espalda, en la misma posición; tenso, molesto pero a la vez triste, muy triste. Damiano lo intuye por la forma en que sus hombros se encuentran; caídos, como si no pudiera más, con todo el peso que cae sobre ellos—. Has llegado a mi límite y temo no poder detenerme —su voz sale más tranquila, pero aún molesta, herida... Y Damiano lo comprueba; su voz es una melodía de tristeza pura.
—Zander... ¿Te lastimé al llamarte prostituto? —D'Angelo sabe que sí.
Los puños de Zander vuelven a cerrarse con rabia, sus nudillos palidecen debido a la fuerza y los músculos de su espalda se tensan. Gira lentamente, mostrando al fin su frío semblante.
—No —lo mira herido, volviendo a entrelazar ese único lazo existente entre ambos—. Me lastimó el hecho de que casi caí en tus mentiras.
Damiano corresponde su mirada herida con otra idéntica, ambos lucen como si fueran un reflejo dentro de un espejo; con la misma melancolía impregnando sus semblantes, el mismo vacío en sus ojos y finalmente, la misma sonrisa torcida, dolida.
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El caos que implica amar ©
Romance"¿Cuánto costaría toda una vida a tu lado?" [...] Una noche, un callejón. Un hotel de lujo, una suma de dinero, un alma rota y otra vacía. Zander Benson sobrevive sus días bajo una máscara llamada Adonis, una figura enigmática cuya habilidad para e...