Capítulo 2 | Recién funadita

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Alondra.

El enojo que sentía en este momento era más grande que mi estatura.

Miré cómo el Uber se llevaba a esa... Agh, ni siquiera quería perder mi tiempo diciéndole un insulto, era increíble cómo me sacó por el techo y ahora estaba aquí, molesta, estresada y triste.

¿Quién se creía esa rizada para decirme sobrevalorada? Sin contar la parte que arruinó uno de los días más importantes para mí, uno donde sería el más feliz.

— Vámonos ya.

El agarre de Alex en mi brazo me sacó de mis pensamientos, subimos al que era nuestro uber para irnos a la choza.

Durante todo el camino mi mente creaba miles de escenarios horribles, sabía que vendría algo difícil con lo que pasó hoy, ganaría odio y eso me genera estrés. Todo iba a salir bien, ¿por qué carajos tuvo qué llegar esa chica?

Al llegar la choza lo primero que hice fue conectar mi teléfono a cargar, Alex venía detrás de mí, escuché cómo cerró la puerta y me vio con cara disgustada.

— Cristian me escribió, dijo que vendría más tarde. — comentó, suspiré.

— Todo salió mal.

— Bueno, tampoco es tu culpa.

— La culpa es de la cabrona esa. — espeté. — Todo iba increíble, pero tuvo que aparecer y joder todo.

— La gente tiene culpa también.

— ¿La estás defendiendo, mamabicho?

Rodó los ojos.

— Claro que no, canto e' puta, pero no solo ella tiene la culpa, el evento se estaba saliendo de control.

— No me harás cambiar de opinión.

Alex hizo una mueca y se fue al baño de la choza, tomé asiento en la silla y sostuve la cabeza en mis manos.

Al tener un poco de carga, encendí mi teléfono, estaba desbloqueándolo cuando una mano de bruja me lo arrebato.

Fruncí el ceño y miré al poste con patas a mi lado metiéndose el teléfono en el bicho.

— ¿Qué haces metiéndote mi teléfono en tu bicho?

Me puse de pie.

— No vas a ver este teléfono en un buen rato. — me apuntó con el dedo. — Te conozco y vas a meterte a Twitter para ver qué hablan de ti.

— Sí, porque quiero informarme.

— Pues te jodes, no vas a ver nada y si quieres tu teléfono me tienes que dar dedo.

— ¡Alex, dame mi celular!

Me abalance sobre él, pero claramente mi estatura y manos de osito Perú no me permitieron siquiera moverlo del puesto.

De un manotazo me sentó en la silla y me dió una mirada amenazante.

— Estate quieta y pide algo de comer.

Sin más salía de la choza con mi teléfono en los pantalones a hacer no sé qué cosa. Conté hasta diez para que mi mente no me jugará una mala pasada y tratar de apaciguar el ruido de mis pensamientos negativos.

Horas después y una comida de por medio con Alex la noche cayó, por más que le rogué que me diera mi teléfono él se negó,  eso me ponía más ansiosa de lo que estaba, aunque estaba tratando de controlarme.

Unos toques en la puerta me hizo ponerme de pie cómo un resorte, fui hasta esta y al otro lado me encontré con Cristian, básicamente mi manager hace unos pocos meses. Él fue quién se encargó de meterme en el evento de hoy, además de otros proyectos que estaban en camino.

Por enamorarme de una streamerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora