Capítulo 17 | Los casi suegros

264 21 0
                                    

Alondra.

Se me bajó la presión traigan una coca.

Los papás de Rai llegaron y yo me la acabo de coger, es definitivo, hoy me matan o me mato sola para no morirme de la vergüenza si me encuentran con su hija desnuda y yo en ropa interior.

— Muévete, Michelle.

Rai me dio empujones sacándome de la cama, caí de rodillas en el suelo quejándome.

— ¿Y qué hago?

— Ponerte ropa, hijueputa. — susurró saliendo de la cama desnuda.

Me quedé pasmada al verla, ¿por qué era tan putamente rica?

Sus chasquidos en mi cara me hicieron sacudir la cabeza.

— Despavila, nena. — me regañó poniéndose la pijama. — Voy a hacerme la loca con mis papás y te vas al baño y haces cómo que saliste de ahí, ¿ok?

— ¿Y cómo salgo de aquí?— titubeé nerviosa, poniéndome los espejuelos.

— En puntillas, es la primera puerta del pasillo, la izquierda.

— Soy dislexica, Rai. — hablé subiendo las bermudas jeans para cerrar el botón. — ¿Sabés qué? Mejor que me encuentren, si me matan al menos, no moriré virgen, creo.

— Ay, no seas pendeja, Michelle.

Rai terminó de vestirse y de una gaveta sacó un, ¿aromatizante? Empezó a echarlo por toda la habitación haciéndome toser, mientras me ponía la camisa.

— ¿Hija?— abrí los ojos grandes y Rai tiró la lata esa a la cama. — ¿Estás dormida?

— Al baño. — susurró, asentí rápidamente.

Rai se arregló el cabello y abrió la puerta, me hice a un lado y solo escuché una voz femenina, ella cerró la puerta rápidamente.

Me acerqué a la puerta con tenis y gorra en mano para pegar la oreja a la madera.

— Pensé que estabas durmiendo.

— No, estaba buscando algo y no escuché. — escuché a Rai decir. — Es que cómo-

— ¡¿Dónde están mis alitas?!

— Nunca encuentra nada, ven que con tu papá trajimos la cena.

Escuché pasos alejarse, tomé el pomo de la puerta y abrí despacio, asomé la cabeza y no había nadie por el pasillo, en puntillas me fui hasta la puerta que me dijo Rai.

Estaba abriendo esta cuando escuché pasos.

— ¿Pero estás segura de qué las pusieron en el pedido?— dijo una voz masculina.

Me metí al baño a la velocidad de la luz y cerré la puerta despacito, solté un suspiro recargada contra la puerta caga'a del miedo.

Me coloqué las tenis y me lavé las manos, arreglé mi cabello y me puse la gorra, suspiré y me llené de valor para no cagarla y sapearme cómo siempre.

Jale la cadena del baño para hacer mi actuación del año, llegué hasta el comedor y pasé las manos aún húmedas por mis piernas.

— Ay, papi, cómete el resto y ya. — decía Rai dándome la espalda.

— Es que yo pagué por mis alitas, me las tienen que traer.

— Buenas noches. — dije carraspeando mi garganta.

Las tres personas me vieron y me sentí intimidada, Rai sonrió y un hombre que podía mandarme a la luna con un dedo frunció el ceño al verme, la mujer rubia a su lado sonrió confusa.

Por enamorarme de una streamerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora