Capítulo 13 | Cómo los monjes

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Alondra.

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No sé en qué momento pasé de tener una crisis por no recordar casi nada de anoche, despertar con dolor de cabeza, enojarme por no recordar, enojarme con Rai para tener mis manos en ella cómo una enredadera.

Era un nudo de emociones justo ahora, pero la excitación era la gobernadora de todas y en este punto no iba a parar. Estoy jodida.

Mis manos apretaban las nalgas de la rizada que tenía sobre mi regazo, la cual estaba devorando mi boca sin una pizca de vergüenza, su lengua volviendome loca al ser tan nociva con la mía.

¿En qué momento terminamos así? ¿Cómo llegamos tan lejos? No lo sabía, pero es algo que me consume y me fascina.

Sus caderas hacían un vaivén peligroso sobre mi regazo, provocando que mi centro palpite, Dios, sabía que Rai era buena moviendo las caderas, pero de esta forma es cómo una maldita ninfa.

Ella chupó mi labio inferior para atraparlo con sus dientes sacándome un pequeño jadeo de dolor, eso no la detuvo para tomar mi mandíbula y cubrir mi boca con la suya de nuevo.

Se separó de mí y se quitó el crop top, lo tiró al suelo y trague grueso al verla tan mujer, tan ella.

Rai sobre mí. Sus rizos alborotados y su boca hinchada por los besos. Su piel blanca y ese tatuaje rojo haciendo un contraste perfecto con mis manos morenas y tatuadas apretando su cintura.

— Eres divina. — dije sin pensar, viendo sus ojos, ella sonrió.

La miré atenta y Rai llevaba sus dedos al dobladillo de mi camisa para sacarla por mi cabeza, dejándome en un top y short de licra que me puse al despertar, con delicadeza quitó mis espejuelos y los dejo en un lugar seguro, tragué grueso.

Su mano paró en mi pecho y dio un pequeño empujón recostandome en la cama por completo, se acercó y pensé que iba a besarme, pero se quedó a centímetros de mi cara.

— ¿Quieres esto?— preguntó rozando su nariz por mi mejilla, su voz pareciendo la de una sirena. — Muero por por sentirte, pero si no estás lista voy a parar.

Sus ojos encontraron los míos y estaban dilatados y oscuros, esperando la respuesta para que ella cumpliera su deseo, cosa que quería que hiciera.

— Házlo, lo quiero y estoy segura.

— Si no te gusta algo, me dices.

Asentí lentamente, Rai sonrió dejando un beso corto en mis labios, queriendo que fuera más largo.

Ella bajó por mi cuello y giró mi cara para pasar su lengua por mi pulso, jadee al sentir su rodilla en medio de mis piernas.

— Muévete, Alo. — demandó con voz ronca.

Le hice caso y empecé a mover las caderas, su rodilla chocando contra mi centro, con cada roce sentía cómo mi excitación crecía al punto de que cada palpitar en mi entrepierna doliera.

La boca de Rai ahora se encontraba en mi pecho, me levanté un poco y cuando menos lo esperé estaba sin top, Rai admirando mi torso desnudo, la vergüenza me invadió y quise cubrirme.

— Ni se te ocurra.

Llevó mis brazos sobre mi cabeza dejándome a su merced, con una mano atrapó las mías y con la otra pasó la punta de sus dedos por mis costillas, sentí un escalofrío por todo el cuerpo.

— Tus tetas serán mi adicción ahora.

Arqueé la espalda al sentir cómo sus dedos jalaban mi pezón erecto, amasando uno de mis pechos a su antojo, la sentí inclinarse y me aferré a la sábana al sentir su lengua estimular el otro pezón.

Por enamorarme de una streamerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora