4- Todo comienza

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Me dejé caer sobre la cama improvisada que me habían asignado en una de las tiendas. El suave resplandor de las estrellas se filtraba a través de los pequeños agujeros del techo de lona, y el murmullo distante del campamento me proporcionaba una inesperada sensación de tranquilidad. Exhausto por el viaje y los eventos del día, cerré los ojos y dejé que el sueño me envolviera.

De repente, me encontré en un vasto paisaje desolado, una llanura infinita bajo un cielo estrellado. A lo lejos, un oasis de luz brillaba con una intensidad casi cegadora. Atraído por esa luz, comencé a caminar, sintiendo una mezcla de miedo y fascinación. Mientras me acercaba, la luz tomó forma, transformándose en un antiguo círculo de piedras, cada una grabada con runas arcaicas y símbolos que emitían un resplandor etéreo.

En el centro del círculo, una figura anciana y etérea me esperaba.

—Bienvenido—, dijo la figura con una voz profunda que resonaba en el aire—. Magia primaria, la fuente de todo poder mágico.

Intenté responder, pero antes de que pudiera decir una palabra, la figura levantó una mano y el paisaje cambió bruscamente. Estaba rodeado por símbolos flotantes, cada uno irradiando una energía pulsante. La sensación era abrumadora, y una fuerza invisible me empujó hacia atrás.

De repente, me desperté sobresaltado, con la respiración agitada y el corazón latiendo con fuerza. Estaba empapado en sudor, y el frescor de la noche me helaba la piel. Me incorporé lentamente, tratando de calmar mi respiración y comprender lo que había experimentado. A mi alrededor, el campamento estaba en silencio, salvo por el suave murmullo de las hojas movidas por el viento y el ocasional crujido de las hogueras apagándose.

Me quedé sentado en la cama, mirando la oscuridad de la tienda. ¿Y si lo que había visto no era un simple sueño?

Con ese pensamiento en mente, me recosté nuevamente, intentando encontrar la paz para descansar el resto de la noche. Pero una parte de mí permanecía alerta, consciente de que nada era finalmente lo que había esperado.

La mañana siguiente, Drimmar vino a buscarme después de un breve descanso. Me hizo señas para que lo siguiera y caminamos rápidamente hacia una tienda más grande, cuyo interior resonaba con murmullos y actividad.

Al entrar, la escena se desplegó ante mis ojos: varias personas estaban ya sentadas en el suelo, rodeadas de platos de comida, y sus rostros reflejaban la seriedad de la ocasión. Parecían estar ¿desayunando? ¿O cenando? Ya había perdido el sentido del tiempo.

—Señores —dijo Drimmar, captando la atención de todos—. Les presento a Rowent, de quien les hablé temprano.

Todos levantaron la vista y me observaron con curiosidad. Yo bajé la cabeza en señal de saludo, inseguro de cómo proceder. Nunca me había expuesto ante tantas personas y ahora que ya no llevaba puesta la máscara, me sentía desnudo.

Drimmar señaló a una mujer que ya había visto antes. —Esta es Lilia— dijo—. 'Tiene magia de curación, pero es mucho más poderosa de lo que aparenta. Aunque parece joven, tiene más de cien años—. Lilia me sonrió, confirmando sus palabras.

Drimmar luego señaló a un hombre corpulento con cabello oscuro, barba rala y ojos celestes que me observaban con intensidad.

—Él es Winstel Loret, el líder de nuestro pequeño ejército.

—¿Pequeño ejército? —pregunté, sorprendido.

—Tenemos nuestro grupo de soldados —explicó Drimmar—. Algunos tienen magia, otros son simples hombres o elfos. Todos unidos contra el gran poder.

—Vale, entendido —respondí, asimilando la información.

Finalmente, Drimmar dirigió mi atención hacia el elfo que me había llevado hasta el campamento.

El despertar oscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora