26- El bosque encantado

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Rowent

Valkyra fue la última en quedar despierta. Se sentó a mi lado en silencio, la oscuridad envolviéndonos mientras las estrellas brillaban débilmente sobre nuestras cabezas. El aire estaba cargado con una quietud inquietante, roto solo por el susurro lejano de los árboles y el crujido ocasional de una rama bajo nuestros pies. Finalmente, rompió el silencio.

—Rowent.

—¿Sí? —me apresuré a contestar, mi voz susurrando en la noche.

—¿Por qué no me miras?

—¿Perdón? ¿Qué? —me sorprendió su pregunta y la miré a los ojos—. ¿A qué te refieres?

—Llevas todo el rato evitando mi mirada.

—No, no... me malinterpretaste —la miré bien, tratando de encontrar una respuesta en sus ojos verdes claros, pero los recuerdos del sueño volvieron a golpearme con fuerza, trayendo consigo una mezcla de vergüenza y anhelo.

—Sé lo que digo —se mostró impasible, sus ojos no dejaban escapar ninguna emoción—. Pero te dejaré con tu secreto.

—¿Dónde estamos? —dije tratando de cambiar de tema, ya bastante abochornado.

—Estamos en los lindes del Bosque Encantado —dijo bajito, su voz casi un susurro—. A tan solo unos pasos más y podrás sentir la magia. Este lugar está fuera de los límites del Imperio, por eso sigue en pie. Rompe todas y cada una de las normas que el emperador decretó.

—¿Ya habías estado aquí? —dije asombrado.

—Sí, pero solo de paso y no me quedé más tiempo que lo necesario. No estoy realmente en paz con los espíritus que rondan el lugar. Es un lugar sagrado, si crees en esas cosas.

Las últimas luces del fuego mágico de Drimmar se apagaron y solo quedó el humo que se desvanecía con el viento, llevándose consigo el calor y la comodidad. Valkyra se despidió con un gesto de la cabeza y se recostó para dormir un poco. Yo permanecí en silencio, sentado sobre una roca, el frío de la noche se filtraba a través de mi ropa. Alternaba el lugar, a veces me sentaba y otras me ocultaba detrás de algún tronco desde donde pudiera ver el campamento.

Ya pasada la medianoche, decidí echarme a andar un poco. Empezaba a cabecear y tenía que mantenerme despierto, así que la incursión no me pareció del todo alocada. Caminé en silencio, sintiendo el crujir de las hojas secas bajo mis botas, el aire frío llenaba mis pulmones y despejaba mi mente.

Cada paso me alejaba más del campamento, pero también me acercaba a la misteriosa frontera del Bosque Encantado. Una vibración sutil hacía que mi piel se erizara y mis sentidos se agudizaran. Los árboles aquí eran más altos, sus ramas entrelazadas formando un dosel casi impenetrable, dejando que solo los rayos más tenues de la luna llegaran al suelo.

Me detuve un momento, observando mi entorno. Las sombras danzaban a mi alrededor, moviéndose al ritmo del viento. De pronto, un susurro casi imperceptible llegó a mis oídos, como si el bosque mismo estuviera hablándome. Miré a mi alrededor, pero no vi nada más que oscuridad y los contornos indistintos de los árboles.

—Rowent— oí casi en un susurro. La voz provenía de detrás de mí. Giré sobre mis pasos y allí estaba Valkyra, medio oculta por la sombra de un árbol.

—¿Qué haces aquí? —le dije, sin entender nada.

—Lo mismo que tú.

—Ya, yo solo... supongo que me alejé un poco del campamento.

—Vale— salió de detrás del árbol y la luz de la luna bañaba su figura, resaltando sus rasgos en un halo plateado. Se veía hermosa, casi etérea bajo esa luz satelital. Contrólate, me repetí internamente. — Tal vez haya algo que quieras contarme.

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⏰ Última actualización: Jul 22 ⏰

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