5- Entre la maleza

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Valkyra


El viento soplaba suavemente entre las ramas, susurrando secretos antiguos que solo los árboles conocían.

Me movía sigilosamente de un árbol a otro, sintiendo la rugosidad de la corteza bajo mis dedos. Desde lo alto, tenía una vista perfecta del claro donde mi presa aparecería pronto. Había seguido su rastro hasta aquí, y ahora solo era cuestión de tiempo. Horas tal vez, no lo sabía pero esperaría atenta.

Salté a la siguiente rama con la agilidad de un felino, mis movimientos apenas perceptibles en la penumbra del atardecer. Los cuervos, mis eternos compañeros, me seguían en silencio, sus sombras negras contrastando con el cielo anaranjado. Eran mis ojos y oídos adicionales, siempre vigilantes, siempre atentos.

Había viajado desde muy lejos para cumplir con mi deber. Era una asesina y lo había sido desde que tenía memoria. Cazar brujos era mi especialidad, y no había cometido errores hasta ahora. Y ahora debía asesinar al hechicero que se había pasado de listo en Vaeloria.

Nos habíamos conocido el otro día. Rompí su mano, lo incapacité, pero se las ingenió para escapar.

Mis sentidos estaban alerta, cada sonido, cada movimiento en el bosque era analizado y evaluado. Sabía que el hechicero no sería un blanco fácil, pero eso hacía la caza aún más emocionante. Apreté la empuñadura de mis dagas, asegurándome de que estaba lista para la acción.

Horas antes, había preparado una trampa en un sendero disimulado por la maleza. La trampa estaba perfectamente oculta, lista para atraparlo en cuanto diera el paso en falso.

Los soldados y la mayoría de los servidores del imperio no se atreverían a poner un pie en este bosque, pero yo sí. No le tenía miedo a nada, siempre que pudiera contar con mis dagas en la cintura.

Salté a una rama más baja, acercándome sigilosamente. Cada músculo de mi cuerpo estaba tenso, listo para el ataque. Podía sentir la adrenalina fluyendo, el latido de mi corazón acelerándose con la anticipación.

No voy a decir que era algo fácil, mi trabajo nunca lo fue. Tampoco era algo que disfrutara. Pero no tenía otra opción, no conocía otra opción.

De repente, un leve crujido llamó mi atención. Mis ojos se afilaron y me detuve, inmóvil, camuflada entre las hojas. Unos momentos después, lo vi. El hechicero emergió del bosque, su figura solitaria moviéndose con cautela. No llevaba puesta su máscara, pero era él. Aparentemente, aún no había notado mi presencia. Perfecto.

Mientras lo observaba, mi mente repasaba los detalles de mi misión. Un brujo con magia oscura, una amenaza para el imperio. Los rumores decían que su poder era formidable, pero al verlo así, parecía tan vulnerable, tan... humano. Eso no importaba. Lo único que importaba era cumplir con mi deber.

Mis cuervos graznaron suavemente, un recordatorio de su constante vigilancia. Él se detuvo en medio del claro, mirando a su alrededor con desconfianza. Sabía que algo no estaba bien. Sonreí para mis adentros. Era inteligente, pero no lo suficiente. Observé con atención cómo daba un paso más. Entonces, lo escuché: el chasquido metálico de la trampa cerrándose.

Su grito de dolor resonó en el silencio del bosque, y una sonrisa fría se dibujó en mis labios. Lo tenía. Cayó de rodillas mientras el acero frío de las mandíbulas metálicas se cerraba firmemente alrededor de su pie, atrapándolo. Mis cuervos revolotearon alrededor, un halo oscuro y amenazante.

Salté del árbol y aterricé en el suelo sin hacer ruido, a pocos metros de mi presa. No podía permitirme fallar.

Me vio, el dolor y la rabia reflejados en sus ojos. Por un momento, el tiempo pareció detenerse. Él supo, y yo supe que él supo. No había más juegos. Era el momento de la verdad.

El despertar oscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora