CAPÍTULO 17

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Zayn Hardy.

—¡Asher, no corras!

La voz femenina suena enojada y definitiva mientras atravieso el portón que protege a la casa de paredes agrietadas y escasa iluminación. La hierba que crece en el pequeño jardín me roza la pantorrilla, y ya muchas de las plantas comienzan a marchitarse.

—¡Zayn! —La voz del niño me inunda los oídos, y voy corriendo a su encuentro.

Cuando se para frente a mí, no duda un instante en lanzarse a mis brazos. Está sudado y tiene las mejillas enrojecidas, pero eso no resulta impedimento para alzarlo entre mis brazos y darle vueltas por el aire.

Su risa revolotea por todo el lugar, y en cuanto lo llevo nuevamente al suelo, la sonrisa en su rostro es deslumbrante.

—Creí que no vendrías —reprocha, torciendo los labios en un puchero.

Los lentes ruedan por su nariz y los acomoda para llevarlos a su
lugar.

—¿Y privarme de jugar contigo? —Me adelanto para revolverle el cabello de forma juguetona—. Eso nunca.

Su sonrisa se ensancha. Las pecas de sus mejillas lucen más visibles que nunca.

—¿Sabes? Tengo una sorpresa para ti —me dice, tomándome de la mano—. Vamos, sígueme.

Parece jodidamente entusiasmado cuando me arrastra a través del jardín para entrar a la casa. La puerta está entrecerrada, y noto que el polvo y los años han ido opacando cada vez más el color brillante que una vez tuvo. Asher la empuja para abrirla, y entonces contorsiona las facciones cuando un sonido desagradable se produce tras el contacto de la madera con el piso de hormigón.

—Joder, recuérdame la próxima vez que venga arreglar ese ruido —le digo a Karen adentrándome en el lugar.

Ella cierra la puerta tras nosotros, y me mira con un ceño fruncido.

—¿Cuántas veces tengo que decirte que no digas tacos frente a Asher? —Suelto una risa al tiempo que su expresión cambia totalmente de una enojada a una apenada—. Además, debes estar muy ocupado con la Universidad. No quiero molestarte con tonterías.

Se encoje de hombros y luego se sienta en una esquina del sofá. Pongo los ojos en blanco.

La sala está hecha un desastre. Hay juguetes por todas partes; soldaditos de madera colocados en una fila perfecta frente a un tanque de guerra, pequeños dinosaurios verdes y azulados apilados en una esquina, carros de control remoto que se estrellan unos contra otros.

Es ridículo. Sin tan solo supiera lo que verdaderamente...

—¡Zayn! ¿Vienes o qué?

Karen me hace un movimiento con la cabeza y entonces me encamino hasta la habitación. Las paredes blancas ya comienzan a perder la pintura, y juraría que la mancha de humedad que vi de soslayo en la cocina no estaba ahí la semana pasada.

Dejo de mirar los alrededores y me concentro en llegar hasta mi hermano. Sonrío al ver su cabeza asomarse a través del marco de la puerta, y luego sale corriendo cuando me ve.

Apresuro el paso para llegar hasta él, y cuando por fin lo hago, las paredes azuladas me reciben. Como siempre, su cuarto está jodidamente desorganizado. Los juguetes, al igual que en el salón, están tirados por doquier, la ropa desperdigada sobre la cama, y... joder, ¿un puto sándwich en el suelo? ¿En serio?

Más allá de las estrellas (#PGP2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora