Avril Fray.
Una pincelada de luz colorea el suelo del oscuro pasillo y se cuela por la rendija creada entre la puerta y el marco para bañar la pared junto a la ventana. Se las arregla para crear un triángulo perfecto, sin embargo no es eso lo que llama mi atención, sino el sollozo que rebota entre las paredes. Es suave, y por algún motivo la palabra «contención» se me viene a la mente, porque es como si no quisiera ser escuchado, descubierto.
Cierro los ojos, y antes de poder preguntarme a mí misma que demonios estoy haciendo, mis pies actúan por sí solos. Encaminan los silenciosos pasos hasta la puerta, intentando al igual que el dueño del sollozo, no ser atrapada, así que me pego a la pared e inclino la cabeza solo un poco hacia adelante.
Suspiro lentamente para luego echar una fugaz ojeada a la puerta cerrada del cuarto de Sean. Ni siquiera entiendo que estoy haciendo aquí; solo sé que no podía dormir, y que tomar un vaso de leche mientras veía las estrellas en el jardín junto a la cocina me pareció la mejor idea del mundo.
Ahora me doy cuenta de que tal vez no fuese tan increíble como me lo parecía, porque además de estar realmente confundida, siento que estoy invadiendo por completo un momento que no me pertenece; la privacidad de una persona que no tiene nada que ver conmigo. Niego varias veces con la cabeza antes de darme la vuelta, decidida a regresar a la comodidad de la cama, pero entonces los acordes de Let it be se las arreglan para escabullirse de la habitación y llegar hasta mis oídos, dejándome totalmente inmovilizada.
He escuchado esa canción más veces de las que puedo recordar. Me atrevería a decir que es incluso tan familiar para mí como Somewhere over the rainbow; la única diferencia es que la letra nunca antes había sido opacada por sollozos pertenecientes a algún desconocido, y que esta vez no es el viejo reproductor de mi padre el que le está dando vida a la melodía y a la voz.
Intento no voltearme y solo seguir mi camino, pero me resulta imposible. Hay algo... algo que me está llamando; tal vez la curiosidad, tal vez el pensamiento de que pueda tratarse de Zayn. Muy en el fondo lo dudo, ya que soy fiel creyente de que él preferiría encerrarse en un búnker en Suiza antes de dejar que alguien le vea llorar, pero aún así siento esta extraña necesidad de comprobar que no es él. De comprobar que está bien.
Muy a mi pesar, vuelvo a acercarme lentamente a la puerta de madera caoba y dejo que mis sentidos hagan el resto. Mis ojos consiguen vislumbrar a través de la abertura la imagen de una planta marchita y la esquina de lo que parece ser un estante repleto de libros impecablemente acomodados por color. En el suelo y sobre la alfombra de lana, hay decenas de bolas de papel arrugadas que forman un camino torcido hasta un escritorio de madera, y en él, con una de sus manos convertidas en un puño bajo su mandíbula y la otra atrapando entre sus dedos la esquina de lo que parece una foto, está Cassian Hardy.
Sus facciones se contorsionan en un gesto de aflicción, y las lágrimas que mojan su rostro al pasar le salpican también el puño de la camisa de lino. No deja de llorar, y cuando las yemas de sus dedos se clavan en el papel de la foto con tanta fuerza que temo que llegue a romperla, pienso que solo he visto unos ojos tan caóticos como los suyos, y esos son los de su hijo.
¿Qué estará mirando que habrá conseguido ponerle en ese estado? ¿Será una foto familiar? Tal vez se trate de una que se tomaron todos juntos, antes de la traición, de las mentiras..., de que Zayn se marchase. Antes de todo lo que sucedió y de lo que yo aún no tengo ni la menor idea, pero que sin duda no pudo haber sido sencillo, porque el anhelo que reflejan esos ojos... Es un anhelo casi palpable, tangible.
¿Será una foto de su esposa? ¿Tal vez una de ellos juntos? ¿O quizás sea...?
Una mano se envuelve en mi antebrazo, y antes de tener el tiempo de reaccionar tira de mí hacia atrás con una brusquedad arrolladora, obligándome a darme la vuelta.
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Más allá de las estrellas (#PGP2024)
RomantikEl sonido de las estrellas, bailes a la luz de la Luna, y una canción que será siempre suya. Avril Fray sabía que ya no era una chica normal. Su vida se había convertido en un trayecto imparable entre su casa y el hospital. En ese recordatorio const...