CAPÍTULO 39

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Zayn Hardy.

Los ojos de Asher irradian ilusión pura mientras observa a mi padre sentado sobre el polvoriento sillón tapizado de lino. Él le mira desde arriba con una sonrisa en el rostro, y me echa un vistazo rápido antes de tomar al pequeño por los brazos y colocarlo en su regazo.

—Es igual a ti. —Le escucho decir.

Yo arrugo la nariz antes de dedicarme a contemplar a mi hermano, que tiene las mejillas regordetas y sonrojadas y los profundos ojos de su madre.

—No nos parecemos en nada —espeto.

—Tu también amabas pintar cuando eras pequeño —me recuerda, estirando la mano para tomar el trapo húmedo junto a la ventana y llevarlo al cuerpo del niño, que está colmado de colores vivos tras una caótica sesión de pintura esta tarde—. A veces lo miro y pienso que te estoy viendo a ti hace unos cuantos años.

Mi cuerpo se tensa con la rapidez de un resorte, pero a pesar de que mi cerebro me pide a gritos que salga corriendo de aquella maldita casa, mis piernas no quieren obedecer. Como si estuviesen pegadas al suelo. Como si no fuesen capaces de escucharme.

—Por supuesto, se diferencian en muchísimas cosas —se apresura a decir, dedicandome una media sonrisa—. Asher odia la lluvia. En cambio a ti te encantaba.

Vuelve la cabeza para mirar a su hijo, y luego de dejar un casto beso en su cabeza comienza a frotar su barriga. El pequeño suelta unas cuantas risas que acompaña de suaves golpecitos con la mano al brazo de mi padre, pero este no se detiene en ningún momento.

—Esas tardes de tormenta tu madre y yo solíamos ponerte un chubasquero y unas botas para que pudieras saltar en los charcos, pero era imposible hacerte usarlo por más de quince minutos. Siempre terminabas quitándotelo y lanzadolo lejos, aunque era cuando más feliz parecías. De hecho, tú madre una vez...

—No hables de ella —le interrumpo—. No cuando estás aquí con otra mujer.

Enseguida noto la sorpresa cruzar su rostro como un rayo,  inca los dedos en el trapo entre sus manos y tensa la mandíbula con fuerza.

—Zayn... —Su tono de advertencia es incapaz de camuflarse, sin embargo si tenía pensado decir algo más la dulce voz de Eleanor se lo impide.

—El chico tiene razón, Cassian.

Entonces mis ojos se trasladan hasta ella con sorpresa. Está sosteniendo un improvisado ramo de orquídeas atado con una cinta para el cabello, y tanto las mejillas como el delantal están manchados de tierra.

—¿De qué estás hablando? —interroga mi padre con la voz tensa como un alambre.

—No me mires así —responde ella, dejando las flores junto a la mesa de madera oscura antes de dirigirme una mirada empática—. Tienes toda la razón del mundo para estar enfadado, Zayn. No solo has descubierto que tú padre tiene otra mujer, sino que tienes un hermano. Es normal estar confundido.

—¿Confundido? —Niego con la cabeza, sintiendo como los latidos de mi corazón se aceleran con cada segundo que pasa—. No. Yo no estoy confundido. Estoy molesto. Jodidamente molesto.

—Zayn...

—Dejalo, Cassian. Tiene derecho a expresar como se siente.

Eleanor parece tremendamente calmada, como si intentase servir de intermediario en la situación para que esto no vaya a mayores, mi padre sin embargo parece todo lo contrario. Se frota la sien con nerviosismo, pero cuando levanta la cabeza y propina un suspiro profundo solo luce cansado, o al menos, todo lo cansado que una persona que lleva una doble vida puede estar.

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⏰ Última actualización: Oct 30 ⏰

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