CAPÍTULO 26

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Avril Fray.

En cuanto Zayn aparece conduciendo un impresionante BMW de color negro, y me mira con una divertida sonrisa en el rostro, pongo los ojos en blanco. Ha bajado el cristal y está apoyando el codo en el marco de la ventanilla.

—Vamos, súbete.

No digo nada. Rodeo el auto sin siquiera rechistar, frenando solo un minuto para maldecir en voz baja antes de entrar. Para mi sorpresa, justo cuando estoy estirando la mano para abrir la puerta, esta se abre de sopetón, mostrando la imagen de un Zayn que sonríe mostrando los dientes.

—De mí se podrán decir muchas cosas, pero nunca que no soy un caballero —se regodea, haciéndome una seña para que me siente.

—Ya, claro. Lo que tú digas —bufo, adentrándome en el auto y sentandome en el asiento del copiloto.

—El cinturón —me recuerda.

Lo paso por mi cuerpo y me recuesto en mi lugar, escuchando al instante el ruido del motor. El interior está impecable, y por algún motivo, huele a limón. En la parte trasera hay una bolsa negra, y justo al lado, nuestras mochilas, la suya negra y la mía rosa, están una encima de la otra.

Ni siquiera sé que rayos estoy haciendo aquí. Debería estar en casa descansando, recuperándome y cuidando de mi salud porque eso es en lo que se ha convertido mi vida ahora. Ir en el auto de este chico para nada entraba en mis planes, mucho menos dejarle conducirme hasta donde sea que tuviese en mente.

Realmente, la confianza que estoy depositando en él me asusta.

Suspiro, mirando a través de la ventanilla. El silencio es sustituido de repente por una melodía tremendamente familiar, una melodía que sostiene la suavidad con la que canta la voz femenina. Volteo a mirar a Zayn con sorpresa, pero sus ojos están puestos en la carretera.

Somewhere over the rainbow

Bluebirds fly

And the dreams that you dreamed of

Dreams really do come true, ooh

Me quedo perpleja, con una expresión de lo más cercana a la estupefacción, pero sin querer demostrarlo.

Una voz femenina cargada de cariño suena en mi cabeza, cantando esas mismas letras mientras me acariciaba el cabello. Por mi mente pasan tornados de imágenes, millones de recuerdos que quisiera guardar en una caja y nunca más abrir. Veo todas las noches de insomnio, llorando luego de que me diagnosticaran y con esa canción reproduciéndose una y otra vez en mis oídos. Veo pasar cada aniversario de la muerte de mi madre, y a mi padre llorar en silencio pensando que no me doy cuenta. Veo tantas cosas... tantas, tantas cosas.

—¿Te gusta?

Su voz me obliga a volver a la realidad. Lo miro, y más que extrañado, luce sumamente sorprendido.

—¿Eh?

—La canción —repone, adoptando un tono de voz neutral—. Te escuché mientras tarareabas. ¿Es que la conoces?

Parpadeo un tanto aturdida.

—Eh... Sí. Mi mamá solía cantarmela cuando era pequeña. Era su canción favorita.

¿Por qué he dicho eso? Zayn no necesita saber nada de eso.

—¿Era fanática del Mago de Oz? —pregunta.

Frunzo el ceño, mirándole confusa. Él no lo nota; está demasiado concentrado mirando la carretera.

Al menos es un conductor prudente.

Más allá de las estrellas (#PGP2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora