Capítulo XX

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A medida que sus sentidos se empapan del licor ambos se van sintiendo más cómodos entre ellos mismo; por un lado le parece sorprendente que esa hermosa mujer sea tan atrevida en beber como si nada un trago fuerte, cuando suelen hacerlo con unos más dulces y espumosos. Sin embargo para Candy le era necesario embotar sus sentidos, perder la razón, olvidar las cosas; aunque había mantenido la compostura en toda la cena, era obvio que le había dolido ver a su ex con otra mujer, que la que había sido la amante ahora fuera su esposa y con un embarazo a punto de llegar a término.

Esa era un verdad demoledora, no sabía definir ese sentimiento que se había instalado en su pecho de sólo imaginar que ella también estaría a punto de tener a su hijo en sus brazos si no lo hubiese perdido, pero ver a Annie triunfar en ese aspecto después de todo el daño que le había hecho era algo injusto y no lo termina de entender. No se compara en lo más mínimo con el leve mareo que sintió al leer el telegrama de su primo Archy donde le comentaba que Anthony se había casado tres semanas después de que el juez firmó el divorcio. Ahora más que nunca tiene la certeza que no puede estar en esa ciudad sabiendo que están juntos y que se los puede encontrar en cualquier momento.

-Candy, pareces triste, no me diga que ¿Extraña su antigua vida en ésta ciudad?

-Algo así... más bien extraño a...

-No me digas que a ese infeliz.

-Por supuesto que no, más bien a una persona que conocí en el crucero.

-Y se puede saber de quién se trata... no me puedo creer que ya alguien haya conquistado nuevamente su corazón.

-Ha, ha, ha... no es lo que usted se imagina.

Responde con sonrisa traviesa y se explaya en su travesía de cuatro meses en compañía de Patricia O'Bryan y su abuela. Ya no se sentía tímida ante la compañía de él y le era gratificante poder compartir anécdotas de esos días pasados; ambos estaban tan a gusto que empiezan a coquetear discretamente, hasta llegado a un punto de la conversación que Terry le da un beso en los labios.

-Ves... no debes preocuparte, aún eres una mujer joven y muy atractiva capaz de atraer a un hombre.

Candy estaba sorprendida por el gesto. Sí, ella es realmente hermosa y atractiva capaz de cautivar a quien se le antoje, no debe de lamentar que su matrimonio ha fracasado, es hora de seguir adelante, vivir y tener nuevas experiencias. El vuelve a darle otro beso ésta vez más profundo, saboreando sus tersos y sensuales labios que le pedían que no parara.

El deseo en sus cuerpos gobernaba sus pensamientos, no sabrían decir su estado de embriagues los envalentonaba o engañaba su razón, pero sea lo que sea encendió las ganas, no se dieron cuenta cómo es que terminaron en la habitación de él. 

En ese momento nada importaba, sólo se entregaban a su deseo que aumentaba a cada segundo. Terry baja la cremallera de su vestido mientras empieza a dejar un camino de besos por su cuello hasta encontrarse con sus pechos cubiertos por esa prenda femenina que los hacía ver sensuales. Su boca empieza a devorar uno y luego pasa al otro, Candy se estremece ante la caricia y enreda sus dedos en la cabellera castaña, era algo que nunca había experimentado y la excitaba mucho.

Un fuego interno se apodera de ella, aumenta cuando ve que él se deshace de su ropa para dejar al descubierto un torso firme muy masculino. Terry la arrastra hasta toparse con la cama y caen en ella mientras sus manos descubren cada centímetro de su piel; luego el prosigue besando abdomen y vientre hasta llegar al límite que marca la ropa interior, la mira por unos instantes y descubre que está nerviosa por lo que intenta relajarla con más caricias.

Le arranca las últimas prendas para poder descubrir su sexo, lo besa suavemente ante la negativa de ella, quería estimularla hasta el límite. Tenía el rostro rojo y sus manos no se decidían si taparse la cara o sus partes íntimas pues era la primera vez que dejaba que un hombre viera su cuerpo, que intimaba con la luz encendida y que él deseara besar su sexo. Grandchester pasa su lengua de arriba abajo, juguetea con el botón rosa que se endurece, luego la introduce para sentir la suavidad de su interior. Candy intenta quitarlo de ese lugar porque siente que le arde la cara de la vergüenza y por esas sensaciones extrañas que está experimentando por primera vez, más él la sujeta y besa apasionadamente para calmarla mientras se hace espacio para poder introducir su falo excitado. 

SEÑORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora