Capítulo XIV

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No estaba siendo nada fácil la situación por la que pasaban los esposos Andrew. Candy estaba molesta con ellos por su traición, por lo que estaba segura que no tenía ganas ni intenciones de fingir amistad o ignorar la presencia de esa mujer a cada actividad en las que puedan coincidir. No pensaba enfrentarse con ella y perder el tiempo en una conversación infructuosa para hacerle ver que debe rendirse y alejarse.

Con respecto a Anthony seguía molesta por haberla engañado, era verle la cara y su sangre empezar a hervir del disgusto; cada vez que cruzaba el portal se deshace en nervios y desesperación temiendo que se fuese a encontrar con esa mujer. Su corazón se entristecía por el dolor. No quería permitir ni consentir ningún tipo de contacto entre ellos porque le repugnaba saber que había estado tocando a otra y quería fingir afecto hacia ella

Era más que evidente que no podía seguir viviendo de esa manera, no era saludable para su salud mental y su estado de gravidez en esos momentos, y si para que vuelva la paz Annie debía marcharse, se aseguraría que así fuese y para ello pensaba hacer uso de su influencia y estatus social.

Para ello pidió ayuda de Margarita McGregor, dos familias con nombres de peso aseguraban que lograrían levantar una barrera anti-Annie en la vida social de Chicago. Y si eso no funcionaba también pensaba usar otro medio, habló con la tía Elroy para pedirle el favor de apoyarla en su petición ante William de cancelar negocios con los Brither; la mujer aceptó al instante y juntas fueron a la oficina para hablar con George y exponerle la situación.

El hombre mantuvo su aire sobrio y formal mientras escuchaba atentamente la solicitud de las mujeres sentadas ante él. Albert había sopesado con el señor Johnson que era muy posible que dada la situación del matrimonio uno de ellos necesitaría de apoyo cuando decidiera tomar medidas para salvar la relación, por lo que le dió total libertad para actuar en cuanto le pidiesen ayuda, razón por la cual debía permanecer más tiempo en ese país y no había retornado con él a Londres. Albert sabía que para que volviese la estabilidad en la pareja, Annie debía salir de la ecuación.

-No se preocupe señora Andrew, le ayudaré con lo que me pide. Hoy mismo buscaré los documentos y me pondré con ello. Déjelo en mis manos y quédense tranquilas.

-Te lo agradezco George.

-Y no te preocupes, ya hablaré yo con mi sobrino William para explicarle la situación. Pero lo más adecuado es que ya no esté vinculado bajo ningún pretexto el apellido de los Andrew con el de esa familia. Y si podemos hacer algo para que puedan desaparecer de Chicago mucho que mejor.

-Como les dije, no se preocupen que yo me encargaré de todo.


Conseguido su cometido las señoras volvieron a la residencia, Candy estaba cansada emocional y mentalmente tras los sucesos. Todavía tiene que ser fuerte un poco más para poder sobrevivir al ojo del huracán en dónde siente que se encuentra. No puede dar un paso en falso o dejar algún cabo suelto si lo que desea es volver a tener paz.

-Poco a poco Annie se dará cuenta que ya no tiene más cabida en la alta sociedad de Chicago, si es un poco inteligente terminará por entender que es mejor que se largue a Nevada junto a su padre. La señora Brither es muy mayor y no tiene la fuerza o vitalidad necesaria para corregir a su hija descarriada, y cuando a sus oídos llegue la razón de tal ostracismo le va a faltar tiempo para huir de aquí a causa del deshonor que ha traído Annie a su familia.


Cabila la joven esperanzada... Realmente quería que todo se realizara en la mayor brevedad de lo posible, no estaba segura si lograría controlar sus nervios de una manera prolongada. Teme caer en la paranoia y verse obligada en seguir a su marido allá donde vaya para cerciorarse que no se encuentra con esa infeliz.

-De ninguna manera... No pienso rebajarme a eso, pero no voy a tolerarlo. Annie, vete ya de aquí. Vete.

Se repetía suspirando ansiosa para que pronto eso pudiera ocurrir.



Los esfuerzos de la señora Andrew no tardaron en hacerse notar. Annie poco a poco estaba viendo la influencia que su rival tenía y cuáles eran sus intenciones. Ella no podía quedarse en casa sin hacer nada mientras crece su vientre, necesita ver a Anthony y en esos momentos era un poco complicado poder hacer una coincidencia, por lo que era preciso que de parte de él saliera el deseo de pasar tiempo juntos, el querer protegerla y nunca separarse.

Le envío un pequeño paquete con el mensajero para hacerle ver que los días pasaban y su hijo no nato le necesitaba. Mientras esperaba respuesta alguna de parte de Anthony, su padre regresa a Chicago; para disgusto de la joven lo primero que hizo el hombre fue reclamar explicaciones de por qué de repente había recibido una carta donde le notificaban que se cancelaban sus convenios, el banco se negaba a darle más préstamos y le exigía que empezara a devolver el dinero.

Ella no sabía las razones, era la primera noticia que tenía y lo peor de todo es que no estaba segura si eso venía de parte de su amado o de alguien más.

-Hija, tú eres muy íntima con esa familia, algo debes de saber o haber oído.

-Ya te dije que no papá.

-Pues vuelve a utilizar tus influencias para que sigan brindando su apoyo, te puedo asegurar de que finalmente ya estábamos ganando. Por eso necesito el dinero de los Andrew para poder sacar más.

-No creo que pueda hacer eso, papá.

-Pero ¿Es que no lo ves? Sin el apoyo de ellos estoy obligado a empezar a devolver los préstamos que he hecho en todo éste tiempo, y si no lo hago en el plazo estipulado los intereses aumentarán y al ver que no puedo pagar me embargarán todo.

-Acabas de decir que los negocios van bien, pide un préstamo en otro banco y así...

-Eso es imposible, ya lo intenté, pero estos me ponen unos intereses desorbitantes... No tendría tiempo suficiente para ver los beneficios porque habría que pedir otro préstamo para pagar el primero, a los 15 días volver a pedir otro para pagar los intereses de éste y así sucesivamente... En fin, lo que viene a decirse, la ruina.


Esas palabras eran graves y serias, más que nunca tenía que verse con Anthony para esclarecer las cosas. La joven toma su bolso y sale en busca de él.

En el trayecto hacia la oficina va pensando en la forma de hacerle saber que estaba ahí y necesitan hablar. Le pidió al chófer que la dejara una cuadra antes para encontrar entre los callejones cercanos a uno de esos chicos que están sin hacer nada, pagarle con un par de monedas para que entre en el edificio y busque a Víctor, así por medio de él le llegue el mensaje de que desea verlo.

Mientras espera a que el niño o el asistente de Anthony aparezca unos hombres caminan en su dirección, al principio no había reparado en ellos, pero al ver que uno tira la colilla de un cigarro y hacer una sonrisa perversa se dio cuenta que estaba sola y que sus intenciones no son buenas; empieza a caminar para llegar a un lugar más concurrido, sin embargo, éstos la alcanzan.

-Preciosa ¿Qué haces aquí sola?

-No me digas que me estabas buscando.

-¡Suéltenme! O voy a empezar a gritar.

-Si haces eso, te rajo ahora mismo y no podrás pronunciar ni una palabra.


Amenaza uno a la vez que saca una navaja y la acerca al cuello de la joven. Annie intenta liberarse, pero ellos la tienen rodeada, no tiene manera de poder escapar. Los hombres la agarran por la fuerza e insinúan el deseo de querer acariciar su cuerpo de una manera poco decorosa; ella les exige que no la toquen, les ofrece dinero, pero lo que quieren es algo más.

-Vamos linda... estoy seguro que te haremos pasarla muy bien, sabrás lo que es sentirse una verdadera mujer.

-¡Jamás! Llévense el dinero, las joyas, no diré nada, pero por favor no me hagan nada.

-¿Qué están haciendo? ¡Suéltenla inmediatamente!


Se escuchó la voz de Anthony decir quien hacia acto de presencia en compañía de su asistente, los agresores lo trataron como un entrometido y le sugirieron que se marchara, él se negó y se abalanzó sobre ellos para liberarla. A Víctor no le quedó más remedio que ayudar a su jefe. Los supuestos asaltantes estaban recibiendo una buena paliza hasta que uno de ellos se levanta y le dice a su compañero:

-Vámonos... no nos pagan lo suficiente como para estar aguantando ésto.

-¡Corre!

-¡Annie! ¿Estás bien? ¿Te hicieron algo?


Pregunta el rubio cuando ve que los hombres se marchan, ella tiembla hasta la médula y llora por el miedo que pasó.

-Ya, tranquila cariño. Estas a salvo.

-Oh Anthony, tenía tanto miedo. Te estaba esperando y de repente aparecieron, querían violarme.

-Sí, por lo visto alguien los había contratado para hacerte daño, cielos... me hubiese vuelto loco si te herían o lastimaban al bebé.


Dice enfurecido mientras empieza a guiarla para ir a la oficina y ofrecerle algo para calmarle de los nervios; cuando se encuentran a escasos metros de la entrada se percatan que la señora Andrew también está ahí, Annie se pone nerviosa e inevitablemente pronuncia su nombre.

-C-Candy...

-Tranquila Annie.

-No Anthony, no me entiendes... fue Candy, ella contrató a esos matones.

-¿Qué estás diciendo? Eso es ridículo.

-¿Entonces qué hace ella aquí? Son demasiadas coincidencias. Ella quiere lastimarme por estar enamorada de ti, ya no me dejan entrar al club y todas las damas de la alta sociedad me han enviado sus excusas diciéndome que no pueden verme o quedar conmigo porque me evitan gracias a tu mujer, es ella ¡Estoy segura! Se ha empecinado en hacerme la vida imposible sólo porque estoy contigo.


Anthony sabía que estaban haciéndole el lado a Annie, en parte se sentía culpable por ello, pero estaba seguro que eso era una treta de su tía y quizás un poco de Candy como venganza por su aventura; además entre menos expuesta estuviese todo ese tiempo pocos sabrían de su embarazo y harían más fácil que después del nacimiento pueda volverse a incorporar en la sociedad como si nada hubiese pasado. Sin embargo, haber presenciado el ataque contra la joven que casi pone en riesgo la vida de su hijo lo enojó en gran manera. Tiene que defenderlo a toda costa por lo que se le acerca a ella hecho un basilisco.

-¡Candy! ¿Se puede saber qué haces aquí?

-Ah... Anthony.


Logra pronunciar casi en un hilo de voz, no se imaginó que lo iría a encontrar ahí y mucho menos en compañía de esa mujer. La decepción y enojo la dominaban en ese instante. Desde el incidente de ella con Eliza en el club no habían vuelto a conversar, saben que deben hacerlo, pero el resentimiento en ambos lo hizo imposible esas semanas.

-¿Tan despechada estás por mi aventura con Annie que tienes que lastimarla de ésta manera?

-Tengo mucho tiempo que gozo de la suerte de no encontrarme con esa mujer, así que no tengo ni idea a lo que te refieres.

-Hablo de los hombres que contrataste para que la atacaran. Por Dios Candy ¡Estaban a punto de violarla!

-¿Atacarla? ¿De qué hablas? Yo no tengo nada que ver.


Estaba atónita, no tenía idea de lo que le estaban echando la culpa, ella va llegando ahora mismo al lugar y no sabía que Annie estuviese cerca. Su estrategia no era esa... salvo...

-¡Eliza! Esto tiene que ser obra de Eliza... santos cielos, pero ¿Cómo se le ocurre?

Se preguntaba a la vez que se daba cuenta de lo que estaba sucediendo. Si Annie era ultrajada su marido la despreciaría porque otro hombre le ha puesto las manos encima y ya no volvería intimar con esa mujer y la desecharía como amante. Anthony le sigue reprocha con duras palabras tal atrevimiento de su parte y que no estaba dispuesto a permitir ello.

-Me estás acusando injustamente, te lo repito que no tengo nada que ver.

-No tienes razón para estar en éste lugar, salvo que estuvieses siguiendo a Annie para encontrar el momento adecuado para agredirla. Ahora te estoy viendo como en realidad eres, qué engañado me tenías.

-Por lo visto que no hay explicación alguna que pueda satisfacerte y que te haga ver la verdad, estás ciego completamente. Si me disculpas, tengo algo que hacer.

-No huyas, tienes que hacerte responsable de tus actos y pedirle perdón a Annie.

-No estoy huyendo, simplemente que no quiero seguir llamando la atención de la gente que nos está rodeando. Además, no pienso seguir una discusión sin sentido. Adiós.

-Qué fría que eres.

-Y tú un irracional.


Culmina la conversación para ingresar en el edificio del Consorcio Andrew. Anthony se sorprende de la actitud rebelde de su antes tranquila y obediente esposa.

Annie por su parte sigue derramando lágrimas para querer evidenciar su dolor, mientras se lleva una mano al rostro mientras sorbe supuestamente la mucosidad de su nariz para disimular una sonrisa de jubilo porque había conseguido que Anthony estuviese discutiendo con su esposa. Necesitaba hacerle cambiar la percepción que tenía de Candy, para parecer ante sus ojos como la pobre mujer maltratada, violentada y despreciada por todos, pero por llevar en su vientre al primogénito de un Andrew debía ser tratada como una reina, estar sobre sedas y amada por Anthony.

De momento seguiría comportándose como una pobre desvalida para llevarse consigo a él y de esa manera poder pasar tiempo a solas. Víctor va en busca del vehículo por orden de su jefe, después la pareja se marcha para poder pasar un momento a solas y Annie aprovecharía para ser consentida por él, era la mejor oportunidad para volverse a acercar. 

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