Hacía una semana que habían enterrado a Dorothy, la señora Andrew aún estaba sumida en la tristeza por la perdida. No podía evitar sentirse sola, su marido siempre está fuera todo el día por motivos de trabajo y cuando llega a casa es muy tarde y regresa cansado. La tía Elroy intenta animarla, pero sabe que esa pena no se va de la noche a la mañana, así que solo debía darle tiempo al tiempo.
Parece que las cosas estan cambiando demasiado tras el accidente. En un principio pareció una idea descabellada y casi atroz, las damas Andrew terminaron por aceptar la propuesta del joven Anthony de mudarse a otra de las residencia de la familia, para que el recuerdo del accidente en esa casa no siguiera atormentando a su esposa. Al principio fue chocante el cambio pues se trasladaron a una vivienda más pequeña a comparación de la mansión en Lakewood y sobre todo, porque ésta se encontraba en la ciudad.
Finalmente, el barullo constante de las calles, las paredes pintadas de otros colores y la actividad social y benéfica estaban logrando su objetivo, Candice estaba distrayendo su mente y alma acongojada. Aunque debía admitir que había algo que no le terminaba de cuadrar, o que también había terminado por afectar; era el hecho que se estaba dando cuenta que su vida marital ya no era igual.
Esas excusas de llegar tarde por el trabajo no tenían sentido si ahora vivían más cerca de las oficinas centrales. Si bien la intimidad había sido dejada de lado por un par de meses, ahora parecía muy poco el interés en tenerlo; para las escasas veces que ocurría, siempre de igual manera: Anthony el mismo, con dulzura, cariño y sutileza, envueltos por la oscuridad de la media noche donde sólo hay que dejar la imaginación te diga cómo debe ser cada parte del cuerpo, la voluminosidad de los pechos, firmeza del abdomen, dureza del pene y la humedad de su vagina al recibirlo cuando se introduce en su interior.
Él simplemente le subía el camisón, tras unos besos y tras cuatro empeñones se derramaba, sin palabras dulces, tiernas o algo por el estilo. Sólo un simple gesto de procreación acompañado de algún gesto gutural del hombre al llegar a la cúspide de su placer mientras que ella simplemente se abría de piernas para cumplir su deber como esposa. Al finalizar le da un par de besos en la frente a su esposa casi como un gesto fraternal, termina girando su cuerpo a un costado para poder descansar y finalmente echarse a dormir tranquilamente a pierna suelta.
En algunas ocasiones a Candice le daba la impresión que había algo más que no lograba comprender; sabía que su esposo la amaba de una manera especial, esa forma de mirarla se lo decía, el modo en que la besaba... suave, dulce y tiernamente, era evidente que indicaba cierta atracción, pero al momento de la intimidad parecía algo especial, casi como si la idealizase. Muy en el fondo le daba la impresión que siempre había buscado compararla y elevarla al punto de adoración con el de su madre; tal vez por algo que físicamente le hiciera recordarla, o porque deseaba que tuviera la misma desenvoltura que ella ante la sociedad, que había buscado de todas las maneras posibles que Candy fuese vista como una verdadera dama.
Su amiga Annie ha llegado un par de veces a visitarla, había sido un poco difícil el reencuentro pues el tema de la muerte de Dorothy era algo que ambas habían evitado tocar por lo duro de los hechos, pero la compañía había sido grata y motivadora. Esa tarde mientras compartían el té con otras amigas más, Candy empezó a prestar más atención a la conversación de la cual se había evadido inconscientemente, en ocasiones le era imposible controlar o darse cuenta en qué momento su mente se iba a venus por la nostalgia. Ellas comentaban:
-Santo cielos Annie, debes decirme ¡¿Cuál es tu secreto?! Tienes un brillo especial y cada día te ves más guapa, me das envidia.
-Si... dinos, por casualidad será el hecho que estás enamorada de ese hombre misterioso.

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SEÑORA
FanfictionCandice es una esposa devota y fiel, quien pronto se enfrenta a serios problemas en su relación con Anthony debido a su amante. Muerte, intriga, manipulación y ambición azotan a la señora Andrew hasta que finalmente decide hacerse a un lado y seguir...