Capítulo XV

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En el despacho de George Johnson, Candy intenta parecer serena mientras escucha las explicaciones a la vez que mueve sus manos para drenar un poco la tensión. Nunca se hubiese esperado que Eliza haya urdido ese plan, mala suerte la suya de haber aparecido en ese instante para terminar cargando con la culpa de algo que no había hecho.

-¿Cómo puede creer que yo sea capaz de algo así? Seguramente esa mujer le ha lavado el cerebro. Sin duda debe de estar muy enamorado de esa.

Pensaba, mientras tanto el señor Johnson le confirma que ha podido realizar lo que le había pedido con éxito.

-Pronto esa familia estará al borde de la quiebra.

-Gracias por todo George, cualquier novedad no dude en ponerme al tanto. Me retiro.

-De acuerdo señora, nos vemos luego.

Tras el estrechón de manos la mujer se marcha. Cuando pasa frente la puerta del despacho que es de su marido imagina que Annie se encuentra ahí, una mezcla de tristeza y odio le traspasa el pecho. No piensa hacer más escándalo, bastante le está doliendo la cabeza y el corazón por lo que prosigue su camino. Es entonces que aparece Terrence Grandchester y se percata de la palidez e indisposición de Candy, automáticamente se preocupa y se acerca para ayudarla.

-Señora Andrew ¿Se encuentra bien?

-Señor Grandchester... yo... no se preocupe, estaré bien.

-Tiene mala cara, por favor, permítame llevarla a su casa.

-No se preocupe, ya se me pasará.

-Insisto, señora.

Ante la mirada atenta del caballero y la sensación de que sus piernas le iban a fallar en cualquier momento no le queda más remedio que aceptar. Le agradece el gesto y se aferra al brazo que le brinda.


En la intimidad que propicia la mansión de Lakewood está Annie diciéndole a Anthony cuánto lo ha extrañado todos esos días que ha pasado sin verlo, lo mal que la está pasando porque le están cerrando las puertas en todos los lugares.

-... Y también pensé que ya no querías saber nada de mí después de...

-¿De qué?

-Me enteré que cancelaste los negocios con mi familia.

-¿Qué estás diciendo? ¿Yo no he hecho eso?

-¿Estás seguro? Mi padre ha venido a Chicago para obtener una explicación, le están acosando los cobradores porque quieren que devuelva el dinero que ha pedido en el banco de los Andrew.

El joven suelta un suspiro, por lo visto su familia se estaba empeñando en hacer sufrir a los Brither; la cara compungida de la joven le hizo saltarse un latido a su corazón, no podía seguir indiferente ante los actos de Elroy y Candy, más tras el ataque que acababa de sufrir.

-Cariño, te prometo que averiguaré qué es lo que está pasando. No te preocupes que no estarás sola.

-Anthony, no quiero crearte más problemas. Está claro que tu familia nunca me va a perdonar por haberme enamorado de ti, lo que me hagan a mí me tiene sin cuidado, pero que se atrevan a dañar a mi bebé no puedo, eso sí que no. Nuestro hijo no tiene la culpa.

-Tienes toda la razón, pero no temas que nadie le hará nada.

No, eso sí que no lo permitiría. No perdonaría a aquel que tenga esas malas intenciones, debe proteger a su primer hijo, el primogénito, su heredero. Incluso si se trata de su misma familia, eso nunca lo dejaría pasar. Anthony intenta consolarla un poco más y luego regresan a la ciudad dejando a Annie en su hogar, él tenía que investigar sobre los convenios que firmó con los Brither.

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