Cinco años después de Amanecer, las cosas parecen ir relativamente bien tanto para la familia Cullen como la manada de los Quileute.
Sin la amenaza constante de Aro y el resto del clan Vulturi, se podía respirar la paz y la calma en el ambiente.
...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
En cuanto la puerta de la casa de los Black se cerró de nuevo, Seth tuvo que resistir el fuerte impulso de entrar detrás de Noah antes de volver a subir a su Volvo y comenzar a dar marcha rumbo al que era su destino inicial:
La casa de Leah.
Esa mañana, había sin duda comenzado como la peor de toda su vida.
Todo había comenzado cuando, a primera hora del amanecer, Jacob le había enviado un mensaje informándole que ese día tenía que patrullar hasta tarde y que después quería que fuera a La Push a ver a su hermana Leah, antes que cualquier otra cosa. Arruinando por completo su plan inicial de ir a la preparatoria para poder ver a la chica.
Sin embargo, el destino parecía haber tenido otros planes para él.
Con una enorme sonrisa y plagado de pensamientos sobre cabello castaño y ojos azules, Seth aparcó el auto delante de su antigua casa y bajo tarareando alegremente mientras le daba vueltas a la llave del auto alrededor de su dedo índice.
Toco la puerta y tan solo unos segundos después, Leah apareció ante su campo de visión.
— Hola, Lee — saludó.
La muchacha lo miró por un par de segundos y después se hizo a un lado para dejarlo pasar.
— Pareces muy feliz — comentó la chica mientras cerraba la puerta de entrada.
Seth se giró a mirarla.
— La lluvia me pone feliz — explicó el muchacho encogiéndose de hombros.
Leah lo miró curiosa. Estaba completamente empapado de la cabeza hasta los pies. Pero su rostro mantenía una enorme sonrisa que casi podía iluminar la habitación.
Seth entonces se acercó a la sala, y tras quitarse su sudadera, la cual prácticamente estaba escurriendo, se dejó caer sobre el piso de madera para no mojar el sofá. Pronto Leah se acomodó a su lado y ambos se quedaron en silencio.
