Cinco años después de Amanecer, las cosas parecen ir relativamente bien tanto para la familia Cullen como la manada de los Quileute.
Sin la amenaza constante de Aro y el resto del clan Vulturi, se podía respirar la paz y la calma en el ambiente.
...
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— Yo... — repitió Seth, sin atreverse a mirarla directamente —. Yo... ¡Mira! Ya llegamos a la tienda.
Noah frunció levemente el entrecejo, molesta porque Seth no respondiera a su pregunta, pero lo dejó pasar por el momento. A fin de cuentas, no podría huir de ella todo el día.
Salieron del auto y se metieron al almacén que se encontraba cerca de la reserva. Noah ya había ido allí un par de veces con su madre. Era pequeño, pero estaba bien surtido. Podías encontrar prácticamente de todo y a buenos precios.
— Muy bien... entonces, ¿qué llevamos? — preguntó Seth mientras caminaban por entre uno de los pasillos llenos de víveres.
Noah se encogió de hombros.
— Usted es el experto, señor chef — le dijo en tono de broma.
El rostro de Seth adquirió una expresión pensativa.
— Bueno... ¿Qué te parece un sándwich de queso? — pregunta el chico.
Noah le dirigió una pequeña sonrisa burlona.
— Que predecible — comenta con sarcasmo —. Creí que te esforzarías más.
— Dices eso porque aún no has probado mis famosos sándwiches de queso — le dijo Seth fingiendo estar ofendido —. Pero te lo prometo, una vez que los pruebes ya no querrás comer otra cosa.
Noah le dedicó una pequeña sonrisa.
— Bueno, ahora si estoy intrigada — bromeó.
Tomaron todos los ingredientes necesarios para preparar los famosos sándwiches de queso, y después se dirigieron hacia el pasillo de frituras y otro tipo de comida chatarra.
— ¿Te gustan los doritos? — preguntó Seth tomando una bolsa grande de las frituras en sí.
Noah asintió en respuesta y Seth le pasó la bolsa de doritos. Entraron a otro pasillo y tomaron una botella grande de Coca-Cola.
