Es el maldito del Sr. Ferguson. Palidezco y cierro los ojos aturdida. ¿Por qué hace todo esto? Tortura a su mismísimo hijo...ya sabía que a mí me odiaba pero aparentemente él no sabía quién era yo. Alguien se lo contó, alguien me traicionó. Aunque a decir verdad no confío en casi nadie. El Sr. Ferguson se coloca el pasa montañas y me hace dos señas: una de silencio con el dedo sobre los labios, y otra de muerte. Traducido a: te callas o estás muerta. Asiento aunque muero de ganas de contarle a Zack y que él sepa lo mala persona que es su padre. Nah, ya lo sabe. El otra vez enmascarado idiota busca en un cajón una bolsita con papas fritas y me la da en modo de soborno. Sacudo las manos ahora atadas a la espalda en señal de "¿Y cómo como?" El flaco ríe y niega con la cabeza. Abre el paquete y empieza a darme de a una las papitas en la boca. Se siente poderoso, fuerte y yo débil, sumisa por obligación. Tiene una sonrisa amplia y malvada, que crece conforme como. A la mitad del paquete me niego.
_ A Zack -digo como puedo a través de la mordaza-
_ ¿Darle? No, no, pequeña Burns -aleja la papa de mi alcance. Carajo, me llamó Burns-
_ Por favor -toso-
_ No me das pena. Arruinaste la perfección de mi negocio cuando naciste; con una niña era suficiente y perfecto. Pero no, Jacob tuvo que tener dos niñas y dejar de trabajar para cuidar a una. Claro que, gracias a mí, eso no pasó -suspira con satisfacción-
_ Te odio -grito-
En eso se escucha la vocecita de Zack, quien parece estar muy adolorido a juzgar por su voz
_ ¿Papá?
_ No -dice el Sr. Ferguson con una voz más grave y haciéndome la seña de muerte otra vez-
Se produce un silencio. Zack no puede verme pues está de espaldas a mí. Junto coraje para decirle que sí, que éste es su padre (si es que merece ser llamado así) Abro la boca un centímetro pero el enmascarado más fornido aparece de la nada y me la tapa fuerte. Carajo, dos contra una. Una flácida y joven que de defensa personal sabe lo mismo que un león sobre lechugas.
Desde allí no pasa nada hasta dentro de algunas horas: he estado juntando y juntando coraje y fuerza para hablar. Pero también tengo una extensa colección de señas de muerte. Mi corazón dice "habla" y mi inteligente cerebro "calla" Ambos batallan en mi interior en una guerra campal. Corazón, late y sólo eso, por favor. El cerebro se hizo para pensar y para eso lo usaré. Tomo una entrecortada bocanada de aire y comienzo a hablar con toda la seguridad que mi estado de cautiva me permite
_ Zack -me arrepiento. Sina vas a morir, no, más bien te van a matar. Entonces lo digo rápido- ¡Zackestupadre!
Ambos enmascarados que están en la puerta a modo de escoltas giran rápido, en seco y con la cara bien fruncida. No veo la expresión de Zack, pero debe estar decepcionado. A nadie le gusta enterarse que su padre lo secuestró, lo digo por experiencia propia. El enmascarado fornido desata a Zack y lo tira contra el piso en dirección al Sr. Ferguson. Él se queja y levanta la mirada hacia su padre. Ah...¿Hace cuánto no veía esos ojos tan azules? Muestran tantos sentimientos como su brillo. El enmascarado fornido y su compañero miran hacia abajo, hacia Zack. Se sienten poderosos otra vez.
En un sólo movimiento el Zack que parecía demasiado débil se levanta y estampa con dos golpes a los enmascarados. Increíble. En medio de toda la conmoción él grita. ¿Qué le pasa?...
Lo descubro cuando después de ese grito escucho desorden afuera. Zack y yo corremos escaleras abajo después de derrumbar la puerta y dejar a los enmascarados encerrados en ese cuarto oscuro. Saboreo el néctar de venganza y sabe muy bien. Una vez haber bajado algo así como dos pisos en escaleras caigo en la cuenta de que hemos estado siempre en el sótano de la Casa de las Cautivas. Ahora todas ellas (hay algunos chicos también, pero les ganan por mayoría) son libres, galopando es sus caballos de a dos o tres en cada animal. Todas ríen, gritan y sienten la brisa en su pelo. Me pregunto hace cuanto no sentían libertad en estado puro.Y yo a la libertad también la siento, aunque hambre, dolor y sed se hayan aliado para opacarla. Albertina, una de las adolescentes ex-cautiva más simpática que conozco nos invita a comer algo hasta que su compañera Cecilia pase a buscarla en uno de los caballo. Claro, que si los enmascarados se liberan antes eso no será posible.
_ Vengan, tengo algunos bizcochos y algo de café -nos toma a ambos de las manos y nos guía a la cocina-
_ Gracias -digo como puedo. Tengo tajos profundos a los costados de la boca pero mi hambre es lo principal-
_ Deberían ir al hospital -sugiere Albertina mientras nos ofrece unos bizcochos dulces. Yo, por supuesto, agarro tres-
Me como todos los bizcochos que puedo y, sentados en la mesa, nadie habla. Zack y yo porque tenemos la boca llena de bizcochos y Albertina porque cuando habla, nadie le responde. Una vez satisfechos todos suspiro.
_ Zack...¿Por qué no llamas a Jacob o a quien sea para que nos lleve al hospital? -le sugiero-
_ No tengo celular -responde lentamente-
_ ¿Albertina? -sonrío con esa chispa de esperanza-
_ Tenemos un teléfono oculto aquí, ven -agarra a Zack por el brazo y lo arrastra hasta un cuarto de baño que tiene, detrás de un armario pequeño, un teléfono-
Zack entra solo al cuartito, pues no hay espacio para más de una persona. Escucho como marca los números y me emociono, el corazón me palpita alegre. Nunca me gustó el hospital, pero ahora me urge verlo. Siento como mi lengua puede recorrer las sangrientas comisuras de mis labios, todas tajeadas. Después de algunas palabras Zack sale con una pequeña sonrisa y me dice
_ Tranquila, Robert está en camino -y me besa despacio, me duele, pero lo disfruto de todas formas-
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Cautiva
Teen FictionSina Parker, una joven de veinte años siempre ha querido viajar a India. Finalmente, el día de su cumpleaños sus padres le regalan un pasaje hacia aquel soñado lugar. La joven parte, pero lo que no sabe es que India es peligrosa. En el pleno viaje l...