Capítulo 13

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De repente, me siento liberada. Zack se parte de risa al otro lado del cuarto, puedo escucharlo. Abro despacio los ojos y veo al maldito.

_ Deberías haber visto tu cara

_ ¿¡Crees que fue gracioso!? ¿¡Crees que no me asusté!? ¡Te odio! ¡Te odio! -grito al tiempo que me levanto con mis temblorosas piernas y camino hasta él-

_ No te aguantas ni una bromita -bufa, pero empieza a reír otra vez- Awww, a la niñita le tiemblan las piernas.

_ ¡Cállate! -le pego en la panza, pero...oh, oh...que abdominales-

_ No me golpees -dice con toda la calma-

_ ¿¡Que no te golpee!? -siento que se me salen los ojos de cuanto los abro-

_ Kels soporta esta broma...hasta Jacob la soporta

_ No me importa -empiezo a pegarle puñetazos en el hombro, consciente de que puede estrangularme si quiere-

Sin embargo, Zack se queda estático con cara de nada. Encima que lo golpeo, no se esfuerza por fingir que le duele, y eso me enoja más. Al cabo de quince minutos de golpes, mis brazos no dan más y paro.

_ No soy un saco de boxeo -sonríe. Este chico es Jim Carrey, no para de sonreír ni aunque muera su padre. Aunque yo también sonreiría si el Sr.Ferguson muriera-

_ ¡Muérete! -chillo y me tiro en la supuesta cama-

_ En tanto me sigas tratando así no te daré comida

_ No quiero nada de tus manos, maldito, estúpido e imbécil bastardo

_ Eh, eh, eh, esa boquita

_ ¿¡Esa boquita!? -me sorprendo a mí misma con el volumen de mis gritos-

_ Sí -asiente y se encamina a la puerta- Que tengas una perfecta noche

_ ¿¡Perfecta!? Te torturaré toda la santa noche

_ Hazlo, tengo sordinas en mi botiquín -gruño-

_ Estúpidos machistas sean los Ferguson

Ríe y sale de la habitación, cerrando la puerta con llave y candado. Ni que fuera una fiera... ¿o lo soy? Tengo toda una noche para pensar al estilo Misión Imposible una idea de libertad. No sé qué me espera mañana, aún estoy temblando como una idiota. Las lágrimas ruedan por mi cada, creo que inundaré todo Seaside Farms lo cual me alegraría mucho ya que podría escapar nadando y todo este puto barrios se pudriría en mis lágrimas saladas. Me rindo ante el sueño que opaca el hambre y duermo.

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Me despierta un empujón brusco y unos golpecitos en la frente.

_ Sina....Sina...-Abro los ojos y veo a nadie más ni nadie menos que a Robert-

_ Maldito -susurro somnolienta- ¿Qué puta haces?

_ Te llevo a la Casa de las Sirvientas. Te estoy haciendo un favor de parte de Jacob -susurra- Le pedí permiso al Sr. Ferguson y me dijo que te llevara con el resto. Ah, y Zack dice que eres insoportable.

_ ¿Resto de qué? -sacudo la cabeza- Ah, sí, sirvientas -estúpida y somnolienta Sina-

_ Vamos, sé que me lo agradecerás -tiene un brillo extraño en los ojos, pero qué más da ¡Me va a ayudar! Aunque debo admitir que me cuesta detectar el sarcasmo-

Llevo la misma ropa que antes, ya que quién va a tener ganas siquiera de cambiarse. Estoy en estado deplorable pero sigo a Robert con pasos ágiles. Robert me sube a un Audi TT y conduce a velocidad rayo hasta una casona, algo arruinada pero aún pintoresca, en medio de un campo. ¿Qué obsesión tienen aquí con las vacas y los campos? Me baja apurado, me deja algo de ropa y se va, a la velocidad con la que vino. Y aquí estoy, a unos metros de la casona de ladrillo, con una bolsa en la mano y un puñado de dudas en la garganta.

CautivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora