El misterioso hombre que nos tiene secuestrados hace casi una semana no ha mostrado la cara. Ni ha hablado, se dirige a nosotros por medio de carteles los cuales sólo tienen acertijos. Y, debo agregar, que casi no comimos ni bebimos: Zack comió una manzana y yo una papa hervida, ambos tomamos apenas tres gotas de agua cada uno. Tengo mucha hambre y no puedo parar de odiar a este tipo cuando él se pasea por ahí comiendo ositos de goma. Sí, ositos de goma, muy rudo sin dudas y muy típico de un criminal de alta gama. Una vez acercó su dedo a un centímetro de mi boca y yo...pues yo se lo mordí. Y él me dio una tremenda cachetada que me dejó inconsciente, pero valió la pena ver su cara de "¿Cómo te atreves, perra?" Antes de que todo fuera negro. Fue genial, hasta que me desperté y todo el lado derecho de la cara dolía.
El hombre misterioso llamó a una enfermera que nos curó hace unas horas, y sólo lo hizo porque Don Misterio metió la excusa de que Zack y yo nos accidentamos con el auto. Sí claro, con un auto que casualmente traía dos puños incluidos que, casualmente, nos golpearon. He intentado pedirle a la enfermera por medio de balbuceos que le quite el puto pasamontañas al Don Misterio, pero es medio sorda y no me entendió. Quizás me entendió pero el misterioso le tocó el trasero a la enfermera, ¿Enserio? ¿Toquetearla para que no hable? Me sentí denigrada por esta mujer en nombre de todas las mujeres. Otra persona en mi lista de a quién corretear con un palo lleno de clavos. Tardaré años en corretear a toda esa gente.Estoy sentada, claro, pero ya no más amordazada. Me sangran las comisuras de la boca y (es asqueroso, lo sé) bebo mi propia sangre en un intento de no morir deshidratada porque el maldito no me da agua. Ahora que lo pienso con las pocas neuronas hidratadas que me quedan no tiene sentido beber sangre con sabor a óxido si esta ni siquiera tiene suficiente agua. Hm, no importa. Zack hace lo mismo pero no me gana en rudeza y escupe la sangre. Le hago señas con los ojos pero no me ve, tengo los párpados más cerrados que abiertos.
Estamos solos totalmente, es otra oportunidad dorada y no pienso perderla. Mis ojos perfectamente acostumbrados a la oscuridad buscan una puerta, ventana, pasadizo secreto, cueva, tobogán, escalera, etc. Nada. Sólo paredes negras y un interruptor negro. Oh...un interruptor. Bien, piensa, Sina, piensa: debo lanzar algo para apretar el interruptor. Me acercaría y lo apretaría pero no puedo...¿O sí? Intentaré. Lentamente me balanceo para caer al piso de cara, procurando mantener mi nariz alejada del suelo. ¡Lo hice! Ahora voy a usar mis flácidos brazos para arrastrarme hasta el interruptor. Vamos bracitos, ustedes pueden. ¡Lo hice! Un pequeño detalle...el estúpido interruptor esta alto y yo estoy en el piso. Giro hasta quedar de espaldas, es decir, el respaldo de la silla en el suelo. La oportunidad dorada se ríe de mí, sentada sobre el interruptor comiendo una muy nutritiva rebanada de pizza. Nada. Nada. Nada que pueda hacer. El interruptor está a algo así como un metro pero tengo los brazos atados. Si tan sólo pudiera cortar o desatar la soga que me une las muñecas al pecho...Zack podría ayudarme pero ya he llegado hasta acá y él está lejos. Entonces los recuerdo: por alguna razón hace varios años mi dentista no me quitó uno de los alambres de mis brackets y eso hace que mi mordedura sea más filosa. ¡Genial anomalía! Comienzo a roer la cuerda cual ratón, y al instante me canso y me corto un poco la encía. Son los gajes del oficio, que no es oficio es secuestro. Y roo, y roo, y royendo se me van las ganas de roer. Pero aún así sigo hasta que de la soga no queda más que un hilo, me deshago de la soga y, ahora sí, me levanto haciendo fuerza con mis flácidos brazos, aun más flacos de lo normal por la falta de comida. El resto es fácil: me desato la soga de los pies con las manos y enciendo la luz, atrapando a aquella oportunidad dorada que se burlaba comiendo pizza.
Diviso una puerta, pintada de negro entera al igual que las paredes y el techo. Hasta la silla en la que estaba sentada era negra. Corro con ansias para desatar al pobre y magullado Zack, lo libero y comienzo a hacerle una inspección rápida y vital:
-Piernas: 2
-Brazos: 2
-Cabeza: en su lugar con todas sus partes allí también
_Cuerpo: en su lugar y mayormente entero
Está perfecto para huir. Lo ayudo a levantarse muy silenciosamente y ambos avanzamos por el cuarto. La puerta está cerca, tan cerca que el corazón me palpita a mil por segundo y me tiembla el pulso. Abro la puerta con alegría de que el idiota enmascarado no le haya echado llave o candado.
Avanzamos por el pasillo a tientas, esta vez no hay interruptor (o sea no hay luz) Además aunque mis ojos estén acostumbrados a la oscuridad no veo la escalera y, como estoy guiando a Zack, ambos caemos rodando ruidosamente. Te odio mala suerte, Karma o lo que seas. El pobre y magullado Zack (más magullado que antes) lanza un gemido y yo le tapo la boca. Pero en realidad le tapo el ojo, lo que no es útil y le duele. Así que gime otra vez y esta vez sí, le tapo la boca.Se produce una incertidumbre incómoda cuando de repente una luz se enciende sobre nuestras cabezas y todo es visible.
_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_
Corto ._. Pero está aquí! La mente estaba en blanco y yo...yo...yo...no poder escribir -_-
Wiii que les parecio? Nadie nunca responde pero que más da, amo los monólogos

ESTÁS LEYENDO
Cautiva
Teen FictionSina Parker, una joven de veinte años siempre ha querido viajar a India. Finalmente, el día de su cumpleaños sus padres le regalan un pasaje hacia aquel soñado lugar. La joven parte, pero lo que no sabe es que India es peligrosa. En el pleno viaje l...