Capítulo 3

348 29 3
                                        

En el pre-embarque sólo queda un asiento vacío, entre la chica hindú y un niño que juega con un Batman miniatura. Miro a mi alrededor, no vaya a ser cosa que alguna embarazada esté esperando para sentarse ya que no soporto la mala cara de la gente cuando no cedes un asiento. Se te quedan mirando en vez de cederle el asiento ellos, como si el hecho de ser la persona del último asiento vacío te obligue a cederlo. Finalmente, me siento en el duro asiento de plástico negro (agradezco que mi vuelo no se haya retrasado). Como buena chusma que soy, ojeo el pasaje que lleva la chica hindú que está a mi lado. «A 18». Justo al lado de mi asiento, el A 17.

_ Hola -digo contemplando su hermoso sari violeta, con arabescos extravagantes-

_ Hola -me responde en ese tono duro, separando cada sílaba con un intervalo de algunas milésimas de segundo- ¿Te conozco?

_ No…pero -sonrío lo más alegremente posible para ocultar mi vergüenza. ¿Qué tal si los hindúes son mala onda?- Pero tendrás que sentarte a mi lado durante el viaje

_ Luciana -dice, extendiendo la i como si fueran dos en vez de una-

_ Sina

Se queda como pensativa y luego dice seria:

_ ¿Por qué viajar a Bombay, si puedes ir a lugares mucho más seguros?

_ ¿Por qué lo dices? No debe de ser tan peligroso…-Luciana debe haber pensado «Una inglesa diciéndome cómo es mi propio país. Dios mío»-

_ Fui robada tres veces y secuestrada una. Ni hablar de las golpizas que le han dado a mi hermano -dice al tiempo que una lágrima rueda por sus mejillas morenas-

Me paralizo. ¿Palizas? ¿Robos? ¡¿Secuestros?! De repente me agarra un dolor de estómago equivalente a una menstruación: la preocupación. Usualmente, cuando me preocupo demasiado me duele la panza pero no tanto como ahora. Ahogo un gemido y trago saliva. Luciana me mira preocupada, pero pronto se levanta y se va. Yo la sigo, ya que el avión está por despegar hacia la ahora renombrada Ciudad del Peligro.

Ambas nos acomodamos en nuestros asientos. Empiezo a rezar, aunque ahora que lo pienso debería invocar a más de un solo Dios para salvarme de esto. ¿Esto? ¿Qué cosa? Ni yo sé porque me siento tan aterrada, sólo me ha nombrado un par de cosas y ya me las creo. ¡Pavadas! No me va a pasar nada.

Después de tres horas y media de viaje, las emperifolladas azafatas de trajes azules apretados vienen con la comida. Voy a tener que aguantar cuatro horas más apenas comiéndome el sándwich de jamón y queso que me han dado. Es un vuelo de casi nueve horas, imagínense cómo me quedará el trasero. Voy a tener que inyectarme silicona para devolverlo a su estado natural.

_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_

Luciana duerme tranquila, mientras yo escucho música. Ya he leído, comido, dormido, dibujado…no tengo más opciones. Y todavía faltan dos horas de vuelo, dos tediosas horas de levitar en el aire a merced del piloto. Nunca me ha gustado volar pero hoy es diferente, me siento cómoda viajando. En el despegue se me taponaron un poco los oídos y clavé las uñas en el apoya brazos, pero fuera de eso el viaje estuvo bien.

_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_

Finalmente, llegamos a Bombay. El avión comienza a descender, puedo sentir la adrenalina correr por mis venas. De repente, las rueditas tocan el suelo y el avión frena de apoco. No tan de a poco, ya que puedo sentir como una extraña fuerza me lleva hacia atrás.

Al bajar del avión me duelen las piernas: bajo un escalón…otro…otro…otro…Y caigo de culo en el piso. ¿Qué aprendimos? Que después de nueve horas sentada no se recomienda bajar escaleras…mucho menos con tacos. Me levanto y sacudo mis jeans mientras camino junto con la multitud a donde se retiran las valijas

_ ¿Sina Sky Parker? -una vos masculina me llama-

CautivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora