ALFA (Rivari)

III

Los rayos del sol pegaban directamente en la cara de la rubia haciendo que abriera sus ojos con un poco de dificultad. Lentamente se estiró en la cama mirando curiosa el lugar en el que había despertado, sabía muy bien que está no era su habitación así que sin perder más tiempo se levantó, tomo sus prendas que estaban tiradas en el suelo para luego empezar a colocarselas.

- ¿Ya te vas? - Escucho la voz de la chica con la que había estado la noche anterior.

- Si - Respondió con simpleza la alfa pasando sus manos sobre su cabello
intentando arreglarlo.

- Espera - La rubia se sentó en la cama dejando que el suave edredón
bajará hasta sus piernas dejando al descubierto sus pechos - Si quieres
puedo hacer de desayunar y...

- Nunca desayuno con las chicas que follo - Musito mirando a la chica que
se encogia en su lugar al ver los ojos miel de Samantha brillar - Así que no quiero nada de escenas, reclamos o insultos entendiste?

- Si, si - Respondió algo temerosa, todos sabían que no debían hacer
enfadar a la rubia porque si eso pasaba ella usaba su voz de mando y
era tan jodidamente aterradora que literalmente te dejaba sin habla por
más de dos horas.

- Así me gusta - Exclamó la alfa mirando por última vez a la Omega para así salir de aquel lugar.

El frío viento golpeó su rostro al momento que coloco un pie en la calle, el invierno se acercaba y esa era una de las estaciones menos favoritas de Samantha, así que a paso ligero empezó a caminar con algo de prisa, la rubia quería llegar lo más rápido posible a su apartamento para darse una ducha caliente y dormir un rato más. Todo iba relativamente bien hasta que sintió un pequeño cuerpo chocar con ella haciendo que una bebida caliente fuese a parar directamente a su suéter.

Mierda - Refunfuño molesta la Alfa - Fijate por dónde vas, mira como
me has dejado.

- Lo siento, lo siento - Una suave voz llegó a sus oidos haciendo que la rubia alzara sus ojos y se encontrará con una nerviosa castaña - Dejame ayudarte.

- No - La alfa se aparto al ver cómo aquella Omega se quería acercar, la
ojimarron al escuchar la negativa de aquella chica decidió mirarla y fue
ahí donde por un par de segundo dejo de respira perdiendose en esos ojos miel que la veian con curiosidad y las palabras de aquella anciana
llegaron a su mente "Cuando te encuentres con tu predestinada tu
corazón te lo dirá, dejate guiar por el" - ¿Qué tanto me ves? - Musito la rubia algo furiosa.

- Tu... t... tu eres mi predestinada - Soltó sin vacilación la chica bajita.

- ¿Tu qué? Por favor dame de lo que fumaste - Fue la respuesta de Samantha - Ahora sí me disculpas, quiero llegar rápido a casa y quitarme todo este desastre que causaste - Y sin más se fue, dejando a una Abril algo sonrojada y con su corazón latiendo como loco.