ALFA (Rivari)

IX

- ¡Ya bájame Samantha! - Exclamaba la castaña mientras golpeaba con sus manos la firme espalda de la rubia, y es que para ser honestos, la
ojimarron estaba molestaba, nunca le había gustado que le imponieran
cosas y aquí estaba esa hermosa pero testadura alfa Ilevándola a quien sabe dónde y haciendo que dejara a Sara plantada en su salida - Hazlo ahora o gritaré que me estás secuestrando.

- Quiero ver qué alguien intente detenerme - Susurró dándole una palmada en el trasero a la menor.

- Pero... ¿¡Qué demonios!? Además de secuestradora, abusiva, estúpida y egocéntrica, eres una atrevida.

- Y aún con todos esos defectos, se que te gusto - dijo confiada la rubia
mientras paraba enfrente de un edificio y entraba en el haciendo que
todas las personas se girarán a verla ya que llevaba en sus hombros a una
castaña que no paraba de patalear y gritar.

- ¿Tu? ¿gustarme? No me hagas reir, deja de créer que eres el ombligo del
mundo, deja de pensar que todas van a estar detrás de ti.

- Puedes decir lo que quieras pero nuestros lobos están conectados y se
que están felices de que estemos juntas, así sea en esta situación - La
mayor subió cinco pisos por las escaleras hasta llegar a una puerta y
abrirla para así poder entrar a un luminoso apartamento - Bienvenida a casa - Murmuro bajando a la ojimarron mientras se aseguraba de cerrar todo para que no pudiera escapar.

- Ya basta Samantha, solo déjame ir. No entiendo porque haces esto - Suspiro un poco frustrada mientras encaraba a la Alfa - Si es por lo que dije esa vez que eras mi predestinada solo olvídalo y... - Las palabras murieron en los labios de Abril cuando Samantha poso los suyo sobre ella iniciando el más lindo, puro e inocente beso.