XXII

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Después de aquella hermosa confesión de amor que fue testigo la luna, tanto la Omega como la alfa se volvieron inseparables, a todos lados iban juntas, con sus manos entrelazadas y una sonrisa de enamoradas que adornaba su rostro.

Aunque aún no tenía una relación oficial porque la castaña había insistido que debían conocerse más, que debían tener más citas para así más adelante poder tener algo más serio y estable ante sus ojos. Y para Samantha todo era una tortura, ella quería que todos los alfas supieran que esa linda Omega era de ella, quería gritar a los cuatro vientos que Abril era suya y nada más, para así evitar que todos esos idiotas, molestos, estúpidos e imbéciles alfas la cortejaran.

Porque en todo este tiempo se había dado cuenta que muchos estaban detrás de su chica y eso la jodida.

Cómo esa tarde en la que ambas chicas estaban acostadas sobre el
cómodo sofá de la castaña mientras veían una serie en Netflix, estaban
abrazadas sientiendo el calor de sus cuerpos mientras Abril se dedicaba
a dejarle mimos en el cabello de la de ojos miel. Todo iba bien hasta que el sonido de alguien llamando a la puerta perturbo el momento de paz que estaba teniendo Samantha.

Todo empeoró cuando la ojimarron alejo la mano de su cabello, quitó el
brazo que rodeaba su cintura y se levantó para abrir la puerta.

Una voz de un hombre y un desagradable olor a menta inundo todo el lugar haciendo que la de ojos miel inmediatamente se colocara de pie y caminara hasta su chica, pudiendo así divisar a un castaño con gafas que tenía una mirada sumamente intensa sobre su Omega y eso no le gusto.

- ¿Quién eres? Y ¿Por qué estás mirando así a mi Omega? - Fue lo primero que soltó Samantha dejando que su cuerpo soltará sus feromonas marcando todo el lugar como suyo, dandole entender a aquel alfa insolente que aquel nido y aquella chica castaña le pertenecía a ella.

- Oh, Samy, él es Juan mi vecino - Respondió Abril inocente a toda la
tensa situación entre los alfas.

- ¿Qué hace aquí?

- Viene por un poco de azúcar - Musito la ojimarron tomando la taza de las manos del chico y regalandole una pequeña sonrisa que a Samantha no le gusto, así que sin perder un solo segundo y con mucha delicadeza tomo las manos de Abril quitándole dicho objeto para devolverselo al alfa que estaba rojo de coraje.

- Juan no se si sabes, pero a menos de una cuadra hay un supermercado, ahí puedes encontrar mucha azúcar y así dejes de utilizar ese pretexto estúpido para coquetear con mi Omega - Sin esperar respuesta la rubia cerro la puerta en toda la cara del castaño y dejando a una Abril atónita.

- Samantha Rivera Treviño no debías ser tan grosera, él solo quería azúcar y...

- Preciosa, él te estaba coqueteando, su estúpido aroma a menta estaba
inundado todo el lugar y déjame decirte que el único aroma que debes tener tu y tu casa es el mío. De nadie más.

- Estás loca - Soltó Abril girando los ojos en señal de fastidio.

- Si, pero loca por ti - Dijo tomando con posesividad la cintura de la castaña y acercándola a ella y fundiendo así sus labios en un lento beso que les robó el aliento a ambas.

ALFA (Rivari)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora