VIII

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Por fin se había acabado el turno en la cafetería, el reloj marcaba las 5 de
la tarde y la castaña salía del pequeño cuarto de empleados ya cambiada, con un poco de maquillaje en su rostro y con la rosa que le había regalado Sara en su mano.

- Hasta pronto señora Rocio - exclamó Abril despidiéndose de su jefa para después salir de aquel lugar, el frio viento chocaba en su cara, el cielo ya empezaba a oscurecerse y el estar parada por más de 4 horas ya le estaba pasando factura a su cuerpo.

- ¿De verdad te vas a ir con ella? - Una ronca voz llegó a los oidos de la
castaña haciendo que está se sobresaltara en su puesto algo asustada.

- Dios casi me matas del susto - Por inercia llevo sus manos a su pecho
tratando de controlar su corazón observando con un poco de recelo a la de ojos miel mientras esta solo jugaba con el borde de su chaqueta.

- Responde lo que te pregunté.

- No veo porque tendría que hacerlo, de verdad que no te entiendo - Respondió frustrada la ojimarron - Llevas evitandome desde que chocamos ese día y ahora quieres prohibirme como si nada que salga con alguien ¿Quién te crees?

- Según tus propias palabras soy tu predestinada - Respondió con desden la rubia evitando la mirada de la castaña a toda costa.

- ¿Sabes? Ahora que lo pienso creo que estaba equivocada, alguien tan
irritante, poco educada, con el ego más grande que mi trasero no creo que sea mi predestinada. Ahora por favor vete y déjame en paz.

- Pero... ¿Qué cambio? Hace unos días yo...

- Pues - Dijo Abril interrumpiendola - Nunca me diriges la palabra e incluso para saber tu nombre tuve que preguntarle a la chica que trabaja conmigo porque tú no quisiste dármelo, ni siquiera me miras y siempre estás... ¡Suéltame que haces loca! - Exclamó entre sorprendida sientiendo cómo la alfa la cargaba y empezaba a caminar con ella - Bájame ahora mismo Samantha.

- No, no permitiré que te vayas con esa alfa de baja clase.

ALFA (Rivari)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora