Capítulo 5: "Las palomas demonio nos atacan."

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Los siguientes días fueron una auténtica tortura, como Tántalo deseaba.

Y, por cierto, tú has sido invitado a saber por qué. Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, pero todo se había vuelto una mierda. Odiaba a la mayoría de los campistas. Simplemente cruzaron la línea. Eran imitadores de héroes que trataban de copiar el glamour de Heracles y Aquiles: sí, ellos. Todos fueron invitados al Festival de Jugar con La Paciencia de Andy Jackson.

En primer lugar, ver a Tyson instalándose en la cabaña de Poseidón mientras le entraba la risa floja cada quince segundos, ya fue toda una experiencia. Me gustaba tenerlo cerca, era como estar nuevamente en la ciudad, en nuestro pequeño departamento, pero me preocupaba Tyson.

Al fin había comprendido el por qué su intelecto y su jerga eran tan limitadas. Él era joven, muy joven, y tenía la carga de ser hijo de Poseidón sobre sus hombros. Llámame engreída o hipócrita, pero me preocupaba demasiado.

--- ¿Puedo decirte "hermana"?. --- decía como si le hubiese tocado la lotería.

Yo le sonreí y dejé de gruñir al menos por unos minutos: --- Si así lo deseas.

Y no había modo de explicárselo. Estaba levitando. En cuanto a mí, en fin, por más que me cayera bien aquel grandullón, no podía dejar de sentirme algo incómoda… avergonzada, sería la palabra adecuada. Ya la he dicho.

Mi padre, el todopoderoso Poseidón, se había encaprichado de algún espíritu de la naturaleza y Tyson había sido el resultado. Yo había leído los mitos sobre los cíclopes, e incluso recordaba que con frecuencia eran hijos de Poseidón, pero nunca había reparado en que eso los convertía en parientes míos. Hasta que tuve a Tyson instalado en la litera de al lado.

Pero ese no era problema. ¡Oh, no! El maldito problema aparecía cuando recordaba la situación precaria en la que solía vivir Tyson antes de conocernos: entonces me daban ganas de sumergirme hasta el fondo del Mediterráneo para ir por Poseidón y estrangularlo.

Bien, tal vez debería calmarme, pero no quería calmarme, quería explicaciones y disculpas. Porque, mira, sé que no todos los padres y las madres son perfectos, pero dejar a un niño en semejante situación ya era demasiado.

Llámame cruel, llámame fría, pero me avergonzaba ser hija de Poseidón. ¿Dónde estaba el viejo cuando Tyson estaba solo y asustado y al borde de la inanición? Entonces recordé que el año anterior él me reclamó como su hija únicamente porque necesitaba un favor. "Oye, Andy, soy tu padre. Sí,... ¿podrías evitar que mi hermanito y yo nos matemos? Ve al inframundo, salva a tu madre, recupera el Rayo Maestro y el Yelmo de la Oscuridad, y procura que tu cálido abuelo no te atrape."

No lo hice por fama o poder, no lo hice para ser como todos ahí que entrenaban una vida entera aspirando a ser héroes, ni por mi padre, ni por mi tío, ni por ¡bah! Lo hice por mi madre y por el mundo en que ella vivía y el mundo en el cual ella quería vivir. Tal vez luego de los empujoncitos que él me dio en el viaje yo supuse que él era un buen tipo, ¡pero no! Era un mal tipo. Un mal padre, un mal dios y un idiota bipolar. ¡Ya lo dije!.

En fin. ¿Por qué más estaba enojada? Ah, sí.

Estaban los comentarios de los demás campistas. De repente, yo ya no era Andy Jackson, la tipa guay que el verano pasado había recuperado el Rayo Maestro de Zeus; ahora era la pobre idiota que tenía a un "monstruo horrible" por hermano. Me honraba tener a Tyson como hermano y solía discutir con todos diciendo que él no era un monstruo, pero nadie se tragaba mis palabras pese a que había vivido ocho meses y medio con Tyson.

Lo admito: estaba furiosa con mi padre. Mis amigos hicieron lo posible para que me sintiera mejor. Leo usaba su sentido del humor para tratar de hacerme reír, Will me tenía permitido decir insultos en griego, Nico me escuchaba cuando me quejaba por milésima vez y Magnus me propuso que nos presentáramos juntos a la carrera de carros y tratáramos de olvidar así nuestros problemas.

Andy Jackson y El Mar de Los MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora