Capítulo 7: "Navegamos a bordo de mi tocaya."

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Si lo vemos de forma objetiva, soy mala. Y creo que me alegraba mucho estar sola mientras afrontaba ese pensamiento.

Era obvio que no era lo que Hermes necesitaba. Él sólo era un padre preocupado, pero yo no podía seducir al destino. Intentar salvar a Luke quizás sólo me llevaría a un destino peor que el que Grover enfrentaba en esos momentos. La sola idea no me asustaba, simplemente no quería entristecer y preocupar a mi madre.

¿Era egoísta? Amaba a ese chico que tenía un caos albergado en su pecho. Un chico al que le gustaba exprimir su suerte. Más allá de las canciones de amor tontas que mi madre ama cantar mientras prepara el desayuno: amar es firmar un contrato sin leer toda la letra. ¿Era mala por no querer salvarlo? No lo sabía, pero toda la situación me permitía interpretar ese rol. Me gustaba cuando el azar tomaba el control y no me veía obligada a pensar en esas cosas. Pero todo era tan difícil cuándo tenía que pensar en ello.

Tal vez personas como Hermes lo veían claramente, tal vez personas como mi padre sabrían la respuesta, pero la indecisión me embriagaba. Sólo quería volver a casa, me entristeció pensar que mi madre sí sabría qué hacer o decir. Ella sabía lo que era amar a un chico que tenía el pecho inflado de orgullo. A un chico que fingía ser rudo y duro cuando era un desastre. Ella sabía lo que era amar a alguien inalcanzable. Hago lo que quiero cuando quiero, pero la cicatriz en mi mano me recordaba la agria realidad.

Miré de forma pensativa los pocos moretones que me dejaron las palomas demoníacas en mi piel. Mi firmeza permanecía a mis pies, arrastrándose sobre la arena débilmente y tal vez el tiempo se acababa, pero no quería darme cuenta. Tenía miedo. Miedo a ser egoísta. Miedo de que los planes de Luke funcionaran. Me da miedo verlo de nuevo. Miedo de no verlo de nuevo. Miedo a perder a Grover. Miedo a perder el campamento. Miedo a perderme a mí misma en todo eso. Otra vez. Estaba contemplando las olas cuando Magnus, Will y Tyson me encontraron por fin.

--- ¿Qué ocurre?. --- preguntó Will, con su arco en su mano y su carcaj en su espalda.

--- ¡Te hemos oído pidiendo socorro!. --- Magnus miraba nuestro entorno.

--- Gritabas: «¡Nos atacan cosas malas!». --- dijo Tyson.

--- Yo no los he llamado, chicos. Estoy bien.

--- Pero entonces, ¿quién…? --- Will se fijó en los cuatro petates amarillos y luego en el termo y el bote de vitaminas que tenía en la mano --- . ¿Y esto?.

--- Escuchen --- dije --- . No tenemos tiempo. --- les conté mi conversación con Hermes. Para cuando terminé, ya empezaba a oírse un chillido a lo lejos: era la patrulla de arpías, que habían olfateado nuestro rastro.

--- Andy --- dijo Magnus --- , hemos de emprender esta misión.

--- Nos expulsarán. Créeme, soy toda una experta en lo de ser expulsada.

--- Eso no importa --- Will objetó --- . Si fracasamos tampoco habrá campamento al que regresar.

--- Sí, pero ustedes le prometieron a Quirón…

--- Le prometimos que te mantendremos fuera de peligro --- Magnus se cruzó de brazos --- . ¡Y sólo podemos hacerlo yendo contigo! Tyson puede quedarse y explicarles…

--- Yo quiero ir.

--- ¡No! --- la voz de Magnus parecía rozar el pánico --- . Quiero decir… Vamos, Andy, tú sabes que no puede ser.

Me pregunté otra vez por qué estaba tan resentido contra los cíclopes. Debía de haber algo que no me había contado. Algo desagradable. Bajé la cabeza, mi mirada se deslizó distraídamente sobre la tela de mi camisa roja. Mi sangre seguía circulando rápidamente, casi podía sentirla vibrar en mis oídos. Los tres me miraron, esperando una respuesta, mientras el crucero se alejaba más y más.

Andy Jackson y El Mar de Los MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora