Capítulo 16: "Nos llevamos una sorpresa en Miami Beach."

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--- Andy, despierta.

Me desperté de un sobresalto. El agua salada me salpicaba la cara. Leo me sacudía por el hombro. Lo miré de reojo, incrédula, pero me sentí aliviada al verlo mejor.

A lo lejos, el sol se ponía tras los rascacielos de una ciudad. Divisé una carretera flanqueada de palmeras junto a la playa, escaparates de tiendas con deslumbrantes neones de color rojo y azul, y un puerto abarrotado de cruceros y barcos de vela.

No fue mi decisión tal cosa, pero me molestaba que todas las playas fuesen iguales. No me ayudaba a orientarme- Esperen, tan pronto como mi cerebro dejó de estar atontado, mi GPS volvió a hacer estragos dentro de mi cabeza.

--- Hmm... Es Miami, o eso me parece. --- dijo Will.

--- Los hipocampos se están comportando de un modo raro. --- Magnus miraba al cuarteto de criaturas marinas.

Era cierto: nuestros amigos habían aminorado la marcha, relinchaban y nadaban en círculos mientras husmeaban el agua. No parecían muy contentos. Uno de ellos estornudó. Yo sabía lo que estaban pensando. Sonreí, sería un abuso exigirles acercarse de todos modos, sobretodo luego de todo lo que hicieron por nosotros.

--- No van a acercarse más --- dije --- . Demasiados humanos. Demasiada polución. Tendremos que nadar hasta la orilla.

A ninguno de nosotros le entusiasmaba la idea, pero nos resignamos y a Rainbow y sus amigos les dimos las gracias por el viaje. Tyson derramó unas lágrimas y desató a regañadientes el paquete que había usado como silla improvisada, donde guardaba sus herramientas y un par de cosas más que había logrado salvar del naufragio del Birmingham. Abrazó a Rainbow, rodeándole el cuello con los brazos, le dio un mango pasado que se había llevado de la isla y le dijo adiós.

Cuando las crines blancas de los hipocampos desaparecieron en el mar, nos pusimos a nadar hacia la orilla. Era muy natural para mí hacerlo, tan natural como caminar, por lo que mi mente se mantenía ocupada en otra cosa, como, por ejemplo, en cuánto tiempo nos quedaba.

Las olas nos empujaban, y en muy poco tiempo estábamos de vuelta en el mundo de los mortales. Recorrimos los muelles donde se alineaban los cruceros, abriéndonos paso entre un montón de gente que llegaba de vacaciones.

Había mozos trajinando con carros llenos de maletas. Los taxistas hablaban a gritos en español e intentaban colarse en la fila para recoger clientes. Si alguien se fijó en nosotros, ocho chicos chorreando agua y con pinta de haberse peleado con un monstruo, nadie dio muestras de ello. Lo cual agradezco.

Ahora que estábamos de nuevo entre mortales, el único ojo de Tyson no se distinguía bien gracias a La Niebla. Grover había vuelto a ponerse su gorra y sus zapatillas.

E incluso el vellocino se había transformado y ya no era una piel de cordero, sino una chaqueta de instituto roja y dorada, con una Omega resplandeciente bordada sobre el bolsillo.

Era curioso cómo la magia podía transformar cosas tan impresionantes en objetos cotidianos de lo más simples y aburridos. Magnus corrió al expendedor de periódicos más cercano y comprobó la fecha del Miami Herald.

Soltó una maldición y dijo: --- ¡Dieciocho de junio! ¡Hemos estado diez días fuera del campamento!.

--- Espera- ¿Qué?. --- Nico abrió los ojos como platos.

--- ¡No es posible!. --- dijo Clarisse. Pero yo sabía que sí lo era. El tiempo transcurría de otro modo en los lugares monstruosos.

--- El árbol de Jason debe de estar casi muerto. --- gimió Grover.

--- No hay tiempo para lamentarnos, señores --- Leo actuaba como si se hubiese tomado un litro de café. Parecía estar a punto de echarse a correr --- . Tenemos que llegar allí con el Vellocino esta misma noche.

Andy Jackson y El Mar de Los MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora