Epílogo: "El carro robado."

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Mis manos se tensaron alrededor del teléfono de tapa de mi madre. Solía usarlo muy pocas veces. Pero lo necesitaba. Acababa de recibir un mensaje de Nico. Solemos reunirnos sin falta todos los viernes y fines de semana para entrenar con la espada juntos, y esa vez parecía ser que Leo y Jason iban a venir con Nico. Eso me ponía contenta. No había tenido mucho tiempo para divertirme desde la llegada de Jason a mi vida y Leo era muy divertido.

Guardé el teléfono en mi mochila, lejos de mí. Jason me caía bien, pero... las cosas entre él y yo eran raras. Había una tensión entre ambos y pasaba lo mismo entre Jason y Nico. Sacudí mi cabeza. Necesitaba concentrarme. O eso intenté, hasta que oí el ruido. Estaba en el quinto período de ciencias cuándo escuché ese ruido afuera. Sonaba como si alguien estuviera siendo atacado por aves poseídas, y créanme, esa es una situación en la que he estado antes.

Nadie más en la clase parecía darse cuenta de la conmoción. Estábamos trabajando en el laboratorio y todo el mundo estaba hablando, y no fue difícil para mí mirar por la ventana, mientras fingía vaciar mi vaso precipitado. Efectivamente: había una chica en el callejón con una espada desenvainada. Era alta y musculosa como un jugador de baloncesto, su cabello marrón y muy descuidado. Con Jeans, botas de combate y una chaqueta de mezclilla.

Estaba cortando una bandada de pájaros negros del tamaño de cuervos. Las plumas sobresalían de su ropa, por varios lugares. Un corte estaba sangrando por encima de su ojo izquierdo. Mientras observaba, noté que las plumas de las aves eran como flechas, una estaba en su hombro. Maldijo y partió al pájaro en rodajas.

Lo común de mis días era que siempre veía cosas extrañas por las calles de la ciudad, cosas normales de mi mundo; monstruos que querían darme el beso de la muerte y monstruos que me hacían querer rezarle a alguna cruz. Pero todo muy fugaz, sin importancia. Pero, por desgracia, me di cuenta de quién era la chica. Clarisse, mi vieja enemiga del Campamento Mestizo.

Clarisse generalmente vivía en el campamento todo el año; al igual que la mayoría de mis amigos. No tenía ni idea de lo que estaba haciendo en el este de Upper Side, y en medio de un día de escuela, pero era evidente que estaba en problemas. Y no iba a durar mucho tiempo. Ella odiaba que yo le diera mi ayuda, pero no podía ignorar una situación como esa. Mi madre me ha enseñado a ser educada con la gente. Por lo que hice lo mejor que pude.

--- Señora White --- dije, --- ¿puedo ir al baño? Siento que voy a vomitar. --- bueno, tú sabes que tienes que decirles la palabra mágica a los profesores, "por favor". Pues no es cierto. La palabra mágica es vomitar. Eso te sacará de la clase más rápido que cualquier otra cosa.

--- Ve. ---  dijo la señora White.

Corrí hacia la puerta, despojándome de mis gafas de seguridad, guantes y bata de laboratorio. Saqué mi mejor arma -un bolígrafo llamado Contracorriente-. Nadie me detuvo en los pasillos. Salí por el gimnasio. No era la primera vez que me escapaba de clases, pero tenía el presentimiento de que no iba a olvidar eso. 

Llegué a la avenida justo a tiempo para ver a Clarisse que deshizo a un pájaro con la palma de su espada, tal como si fuera un jarrón. El pájaro graznó en espiral a la distancia, golpeteando contra la pared de ladrillo y cayó en un cubo de basura. Eso sólo dejó un puñado más alrededor de Clarisse.

--- ¡Clarisse!. --- grité.

Ella me miró con incredulidad: --- ¿Andy? ¿Qué estás haciendo...?. --- se vio interrumpida por una lluvia de flechas que sisearon por su cabeza y se clavaron en la pared.

--- Ésta es mi escuela. --- le dije.

--- Suerte la mía. --- se quejó Clarisse, pero estaba demasiado ocupada luchando como para quejarse demasiado.

Andy Jackson y El Mar de Los MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora