Capítulo 13: "Nos encontramos con las ovejas asesinas."

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Si piensas en la «isla del monstruo», te imaginas un montón de rocas escarpadas y huesos esparcidos por la playa, como en la isla de las sirenas. Pero la isla del cíclope no tenía nada de eso. Sí, bien, había un puente de cuerdas sobre un abismo, lo cual no era buena señal. Venía a ser lo mismo que poner una valla publicitaria que advirtiera: «Algo maligno vive aquí.» Pero el lugar, aparte de eso, parecía una postal caribeña. Tenía prados verdes, árboles de frutas tropicales y playas de arena blanquísima.

Ninguno de los cinco dijo algo al respecto. La única jugada que hice fue dirigir el barco. El barco me obedecía sin que yo tuviera que decir nada. Preferí no mirar a Nico, lo único que quería era terminar con esa misión para tratar de ordenar mejor mis pensamientos. Sabía dónde estábamos, y sabía que mi mejor amigo estaba ahí, pero me sentía perdida. Sí, sé que es una estupidez. Pero me sentía muy confundida.

Mientras navegamos hacia la orilla, Leo inspiró profundamente aquel aire perfumado: --- El Vellocino de Oro. --- dijo.

Asentí. No lo veía aún, pero percibía su poder. Ahora sí podía creer que el Vellocino era capaz de curar cualquier cosa, incluso el árbol envenenado de Jason. Pensé en Jason, eso me confundió más. Sentí que el hilo conductor de todo eso estaba en la esquina, viendo distintos escenarios con curiosidad y confusión, oh. Lo estaba dando todo, pero dudaba ser capaz de volver a casa sintiéndome una chica con la vida resuelta.

--- ¿Se morirá la isla si nos lo llevamos?.

Magnus meneó la cabeza: --- Perderá su exuberancia, eso sí. Y volverá a su estado anterior, fuera cual fuese.

Me sentí un poco culpable por destrozar aquel paraíso, pero me recordé que no teníamos alternativa. La mala suerte seguía bailando por su cuenta alrededor de nuestras vidas, y eso nos dejaba sin muchas opciones. El Campamento Mestizo corría peligro, y Tyson aún seguiría con nosotros de no haber sido por aquella misión. Eso no me ayudó a hacerme sentir mejor. Sólo quería verlo de nuevo.

En el prado que había al pie del barranco, se agolpaban varias docenas de ovejas. Parecían pacíficas, aunque eran enormes, tan grandes como hipopótamos. Más allá, un camino subía hacia las colinas. En lo alto de ese camino, cerca del borde del abismo, se levantaba el roble descomunal que había visto en sueños. Había algo dorado que relucía en sus ramas. Tensé mi mentón. Ya sabía dónde estaba exactamente uno de nuestros dos objetivos.

--- Sé que es una estupidez ser negativo, pero... --- Will no apartaba sus ojos azules del Vellocino de Oro.

--- ¿Es muy fácil? Oh no, Will, todos estamos de acuerdo con eso. --- Leo hizo una mueca con los labios.

--- Esto es demasiado fácil --- dije --- . ¿Subimos allí caminando y nos los llevamos? ¿Así nada más? ¿Sin dragones, pasadizos secretos o esqueletos parlantes?.

--- ¿Esqueletos parlantes?. --- Nico frunció las cejas.

Magnus entornó los ojos: --- Se supone que hay un guardián. Un dragón o…

Justo en ese momento surgió entre los arbustos un ciervo. Trotó por el prado, seguramente en busca de pasto, y de repente todas las ovejas se pusieron a balar y se abalanzaron sobre él. Ocurrió tan deprisa que el ciervo se tambaleó y desapareció en un mar de lana y pezuñas.

Hubo un revuelo de hierba y mechones de pelaje marrón. Unos segundos más tarde, las ovejas se dispersaron y volvieron a deambular pacíficamente. En el sitio donde había estado el ciervo sólo quedaban un montón de huesos blancos. Me mantuve en mi sitio, procesando lo que acababa de ver. Oh.

Los chicos y yo nos miramos.

--- Son como pirañas. --- dijo Leo.

--- Pirañas con lana. --- agregó Nico.

Andy Jackson y El Mar de Los MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora