Capítulo 14: "Nadie consigue el Vellocino de Oro."

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--- ¡He atrapado a Nadie!. --- decía Polifemo, regodeándose.

Nos deslizamos hasta la entrada de la caverna y al asomarnos vimos al cíclope, que sonreía con aire malvado y sostenía un puñado de aire. El monstruo agitó el puño y una gorra de béisbol cayó al suelo planeando. Allí estaba Magnus, sujeto por las piernas y retorciéndose boca abajo. El rostro aterrorizado de Magnus se marcó en mi memoria como un tatuaje. Me declaro culpable, poco me faltó para sacar mi espada e ir a cortarle la cabeza al cíclope, pero la mano de Nico se cerró alrededor de mi muñeca y me detuvo.

--- ¡Ja! --- dijo Polifemo --- . ¡Repulsivo niño invisible! Ya tengo otro muy peleón para casarme. ¡A ti te voy a asar con salsa picante de mango!. --- Magnus forcejeaba, pero parecía aturdido. Tenía un corte muy feo en la frente y los ojos vidriosos.

--- Voy a atacar --- susurré a los chicos --- . Deben guiarlos a nuestro barco, muchachos. Clarisse y Grover…

--- Ni hablar. --- dijeron al unísono.

Leo había sacado un martillo de su cinturón de herramientas. Will ya estaba preparado con su arco y sus flechas. Nico ya estaba empuñando su espada. Clarisse iba armada con una lanza rematada con un cuerno de cordero que había sacado de la colección del cíclope. Grover había encontrado un hueso de muslo de oveja con el que no parecía demasiado contento, pero lo blandía como si fuese una porra.

--- Atacaremos juntos. --- gruñó Clarisse.

--- Pero-.

--- Andy, --- Will me miró seriamente --- No tienes nada que demostrar.

--- No es eso, sólo quiero-.

--- ¿Protegernos? --- Leo sonrió divertido --- Lo aprecio, pero no pienso dejar a una amiga atrás.

--- Yo tampoco. --- Nico me miró seriamente, como desafiandome a que lo obligue a irse.

--- Yo menos. --- dijo Grover. Y pestañeó atónito, como si no pudiera creer que hubiese coincidido en algo con Clarisse.

Yo los miré fijamente, mientras tenía sed de ser imprudente y valiente. Fue tan embriagante vernos coincidir como equipo en un momento como ese. Los contemplé brevemente, sin contar el tiempo. En mi mente se marcaron sus expresiones, sus labios tensos y sus posturas. Sonreí ligeramente, apenas estirando mis labios. Definitivamente he conseguido buenos amigos.

--- Está bien — dije — . Plan de ataque Macedonia.

Ellos asintieron. Los seis habíamos pasado los mismos cursos de entrenamiento en el Campamento Mestizo. Sabían de qué estaba hablando. Ellos se deslizarían a hurtadillas y atacarían al cíclope por los flancos mientras yo atraía su atención por el frente. Seguramente, aquello significaba que moriríamos todos, y no sólo yo, pero no por eso dejaba de agradecer su apoyo. Tenía sed de una buena batalla y era una sed embriagante, pero todo se volvía más interesante teniendo a personas como ellos dispuestas a luchar y morir a mi lado.

Blandí mi espada y grité: --- ¡Eh, tú, bicho horrible!.

El gigante giró en redondo: --- ¿Otra? ¿Quién eres tú?.

--- Deja a mi amigo. Soy yo la que te insultó.

--- ¿Tú eres Nadie?.

--- ¡Eso es, apestoso barril de moco! --- no sonaba tan bien como los insultos de Magnus, pero fue lo único que se me ocurrió --- . ¡Yo soy Nadie y a mucha honra! Ahora, déjalo en el suelo y ven aquí. Quiero sacarte el ojo otra vez. ¡Fue muy gracioso!. --- solté una carcajada.

--- ¡¡Raaaarrr!!. --- rugió.

La buena noticia: soltó a Magnus. La mala: lo dejó caer de cabeza sobre unas rocas, donde quedó inmóvil como un muñeco de trapo. Otra mala noticia: Polifemo corrió hacia mí, quinientos apestosos kilos de cíclope que debía combatir con mi pequeña espada. Lo contemplé, firme, contando los segundos en que el cíclope tardó en acortar la distancia entre ambos. Pero una bola de fuego surgió de la derecha, Leo estaba envuelto en llamas de la cintura para arriba, lanzándole una poderosa llamarada al cíclope.

Andy Jackson y El Mar de Los MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora