Capítulo 17: "La invasión de los ponis."

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--- Oh, me amenazas --- alcé mis cejas --- . Pues bien, veamos. Uno contra uno --- le dije a Luke, desafiándolo --- . ¿De qué tienes miedo?.

Luke apretó los labios. Los guerreros que estaban a punto de matarnos vacilaron, aguardando sus órdenes. He visto esa mirada antes, pero, ahora, en ese momento, no era prudente ser orgulloso y descuidado.

Antes de que Luke pudiese decir nada, Agrius apareció de golpe en cubierta llevando de la brida a un caballo volador: el primer pegaso completamente negro que veía, con unas alas de cuervo gigantes. Era hermoso.

Era un caballo; daba brincos y relinchaba. Yo captaba sus pensamientos. A Agrius y Luke les dedicaba unos insultos tan tremendos que Quirón le habría lavado el hocico con jabón industrial.

Alcé una ceja, miré de reojo a mi ex. No he dormido en días, pero estaba segura de que ese pegaso jamás sería suyo. Porque el corcel no le tenía mucha estima que digamos.

--- ¡Señor! --- dijo Agrius, esquivando un casco del pegaso --- . Su corcel está listo.

Luke seguía con los ojos puestos en mí: --- Ya te lo dije el verano pasado, Andy. No vas a embaucarme para que pelee contigo.

--- O sea que sigues rehuyéndome --- respondí --- . ¿Tienes miedo de que tus guerreros vean cómo te derroto, dulzura?.

Luke echó una mirada a sus hombres y comprendió que lo tenía atrapado. Si se echaba atrás, daría una impresión de debilidad. Si combatía conmigo, perdería un tiempo precioso para dar caza a Clarisse.

¿Qué le voy a hacer? Una parte de mí siempre había añorado saldar cuentas con él. Pero no me hacía más feliz que nunca enfrentarlo, una parte de mí aún deseaba que todo eso no fuera verdad.

Sin embargo, no podía aspirar a otra cosa que distraerlo y brindarles a mis amigos una oportunidad de huir. Leo y Nico tenían poderes que podrían usar apenas los descuidaran lo suficiente. Por lo demás, sabía lo bueno que era Luke manejando la espada. Deseaba ser capaz de pensar en algo inteligente, siquiera en una provocación que lo incite a bajar la guardia.

--- Acabaré con esto deprisa. --- decidió, y alzó su espada Backbiter, unos treinta centímetros más larga que la mía.

No sentí miedo. Pero tal vez sólo estaba siguiendo un impulso, mi deseo de tirarle los dientes. Y eso no era bueno. Su hoja relucía con un maligno brillo de un gris dorado en el punto donde el acero se había fundido con el bronce celestial. Casi se llegaba a percibir la tensión interna de aquella hoja.

Era como si se hubieran unido a la fuerza dos imanes opuestos. La primera vez que vi espada, decidí no pensar mucho en eso, pero ahora yo estaba en su camino, no como en ese entonces. No sabía cómo había sido fabricada, pero intuía una tragedia detrás de ella: alguien había muerto mientras la forjaban.

Luke silbó a uno de sus hombres, que le arrojó un escudo redondo de cuero y bronce. No dije nada, permanecí neutra, inmóvil y atenta. ¿Él pensó que eso me generaría terror? Claramente ha olvidado cómo soy.

--- Luke --- dijo Leo, mirando con ferocidad a Luke --- , proporciónale un escudo al menos.

--- Lo siento, Valdez. En esta fiesta, cada uno trae su propio equipo.

El escudo no era ningún problema. Luchar sólo con una espada sujeta con ambas manos te da más fuerza, pero luchar sosteniendo la espada con una mano y el escudo con la otra te proporciona mejor defensa y también más flexibilidad. Tienes más movimiento, más opciones, más modos de alcanzar al contrario.

Pensé otra vez en Quirón, que me había dicho que me quedase en el campamento, pasara lo que pasase, y que aprendiera a combatir. Ahora iba a pagar caro no haberle escuchado.

Andy Jackson y El Mar de Los MonstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora