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-Mamá la abuela tiene razón, tienes que buscarte un novio - dice Maya entrando en la habitación haciendo que se me escape la risa.

-¿Tu abuela dice que me busque novio? Creo que es la primera vez que escucho que diga eso -no puedo evitar reír.

-En serio, mamá -pone el rostro serio y se cruza de brazos alertándome -,ella también se preocupa por ti, aquí dentro te estás consumiendo. Esta rutina entre estas cuatro paredes no te hace bien. Eres muy buena en tu trabajo, a mis amigas les encanta tus libros, mi profesora de literatura se los ha leído todos y has tenido mucho éxito con cada uno de ellos, pero..., me gustaría que tú también tuvieras tu propia vida y que no sea solo escribir, que tengas tu propia historia.

-Maya... -intento decirle que lleva razón y que he decidido ponerle punto y final a todo el pasado, pero no me deja hablar y sigue.

-Eres dueña de una editorial, mamá, no te hace falta escribir. Al menos déjalo por un tiempo, necesitas distraerte fuera de casa. Ángela y Melanie están esperando a que las llames, siempre que ellas lo hacen les pones una excusa para no salir. Sal con ellas y diviértete. Id a un bar de copas, a tomar café o a cenar, hablad de vuestras cosas, recordad viejos tiempos. Antes no os separabais nunca. Ellas también te echan de menos. Por favor, mamá, hazlo por mí y por la gente que te quiere. Pero sobretodo hazlo por ti misma, porque esto te está destruyendo. Y el tiempo pasa rápido, mamá.

-Lo sé, hija, lo sé -suelto después de escuchar todo lo que me ha dicho y los ojos se me llenan de lágrimas -.La muerte de tu padre hizo que me alejara de todo y me desahogara escribiendo, me encerré en mí misma sin darme cuenta del daño que me estaba causando. Precisamente hoy pensé en ponerle punto y final a todo esto.


Mi hija no sabía de la infidelidad de su padre, nunca se lo conté. Pensé que después de su muerte no era nada apropiado hurgar más en la herida.


-No voy a encerrarme más, lo prometo -sigo y ella me escucha atentamente abriéndosele una sonrisa -.He pensado en tener más vida social y aparte quiero pasar más tiempo contigo, que veo que has crecido y no me he dado cuenta -le digo haciéndole cosquillas en la barriga hasta que se le escapa una carcajada.

-Pues sí que te has hecho de rogar, mamá. Me alegro de que por fin decidas abrir tus alas -.Y me da un fuerte y enternecedor abrazo.

-¿Bajamos a comer? -le pregunto levantándome de la cama y dejando el portátil a un lado.

-¡Sí, bajemos, hoy Gladis preparó mi comida favorita!


Gladis es nuestra asistenta. Es mexicana al igual que su marido. Llegaron a España hace seis años con sus dos hijos, Jonás de dieciséis y Daniela de quince. Vinieron aquí esperando encontrar trabajo. A Eugenio, su marido, lo contrataron nada más llegar en una fábrica de revistas. Allí fue donde le informaron de que yo buscaba asistenta. Gladis me inspiró tanta confianza al llegar a casa que, pensando también en su situación, no dudé en contratarla. Me hizo acordarme de cuando tuve joven a Maya, teniendo que cambiar mis planes, mi vida por ella. Muchas veces pasa que no comprendemos y desconfiamos de los extranjeros que vienen en busca de una vida mejor. Pero con ella, no fue eso lo que vi, vi a una madre que buscaba desesperada trabajo pensando más en sus dos hijos que en ella. Una madre, y con eso me bastó.

Y no me equivoqué, desde entonces ellos son como de la familia, y sus hijos son los mejores amigos de Maya, como hermanos. Estudian en el mismo instituto. Maya y Daniela están en la misma clase, son inseparables, van a todos lados juntas y siempre quedan para estudiar.

A ambas se les da bien dibujar y pintar, y tienen pensado estudiar Bellas Artes. Jonás, por otro lado, le apasiona el deporte y quiere estudiar Educación Física, desde pequeño juega al futbol. Le gusta enseñar a los más pequeños. Es un buen chico, y sé que a Maya le gusta, aunque no me lo diga.

Yo soy NoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora