—¿Lo harías de verdad o es una de tus coñas? —se rasca Joel la coronilla con perplejidad.
—Sí, yo me quedo igual —suelto mirándolo —. Ángela, si de verdad quieres hacerlo, tienes todo mi apoyo, pero..., no sé..., ¡ni siquiera has tenido un novio formal en tu vida! —añado con asombro intentando entrar más allá de su mirada perdida.
Ángela es impredecible. Nunca se sabe por dónde te puede salir.
—Ya, pero, ¿y si esto es una señal para que mi vida cambie de una vez? Nora, tengo treinta y cuatro años, y aún vivo sola como si fuera una viuda de ochenta, ¡solo me falta la casa llena de gatos! Nada, que esto me ha hecho caer en la cuenta de que se me está pasando el tiempo sin hacer nada. Algo me dice que no puedo dejar escapar esta oportunidad —.Sus ojos se llenan de esperanza y de emoción, con esa mirada que espera también mi aprobación y mi confianza —. Quiero hacerlo —recalca con firmeza.
—Está bien, cariño. Si es lo que quieres, pues adelante —le digo con un guiño y ella me responde con un beso en la mejilla.
—¿Y qué tengo que hacer, Joel? Supongo que eso requiere mucho papeleo y, que no será nada fácil.
—Así es, tal cómo están las cosas hoy en día, no les entregan los niños a cualquiera.
—Joder, y yo que no paro de fumar marihuana y beber ginebra durante todo el día.
Me ve poner los ojos en blanco y a Joel que la mira con cara de: "¿Es verdad que fuma porros y se hincha a ginebra o, es que está como una cabra y punto?".
—A veeer, es bromii —ríe —. No me mires así, Norita. Sé actuar seriamente aunque tenga mi personalidad.
—Te puedes llegar a comisaría y allí te asesoraríamos con lo que tienes que hacer paso a paso —prosigue Joel y Ángela le presta toda su atención —. Te pedirán una serie de papeles que te llevara un tiempo, junto con otros requisitos que tendrás que cumplir. Te mentiría si te digo que esto es fácil; pero cabe la esperanza, y..., podrías conseguirlo. Esta tarde tengo turno de guardia, pero te aconsejo que te llegues mañana en horario de oficina, por si te piden algunos papeles. La mayoría cierran por la tarde.
—Entiendo. Perfecto —responde ella con más seriedad.
Esto supondría un gran cambio para ella. De pronto, tener que cuidar de dos niños, ya algo mayores y con problemas psicológicos a causa del fuerte pasado, cambiaría su vida por completo. Al igual que la de ellos.
Después de despedirse de Ángela con un fuerte abrazo de agradecimiento y felicidad ante la posible nueva vida que le espera, me vuelvo a quedar sola con él. Le comento lo del chico que andaba con Maya, de sus problemas de asuntos ilegales. Como es de esperar, no se puede hacer nada hasta que él de un motivo. Pero tendremos que estar al tanto.
—Debería volver a casa, creo que Maya y Daniela estarán ya despiertas.
—Estupendo. Oye, ¿y Jhonson? ¿Se portó bien?
—A parte de sus pis y cacas en la habitación, todo bien. No ha ladrado ni se ha comido nada, que yo sepa. El pobre estaba en silencio esperando a que alguien lo rescatara y lo sacara a tomar el aire. Lo saqué a darle un paseo antes de venir. Ahora está en el jardín.
—Poco a poco se irá acostumbrando. Es una raza inteligente y obediente.
—No me cabe la menor duda.
—Te acompaño —dice levantándose y sacudiendo la toalla —. Nora, con respecto a mí, quiero dejarte claras mis intenciones.
Cuando me dice eso trago saliva.
—Entiendo por lo que has pasado —sigue —, a veces yo me siento igual que tú; yo también tengo mis miedos. Pero pienso que no todo el mundo es igual, y que merezco rehacer mi vida como quiera y con quién quiera. Si hago todo esto es porque lo siento. No sé por qué, pero desde que te vi supe que todo iba a cambiar. Te vi tan diferente, una mujer fuerte y frágil a la vez, haciéndome reír sin apenas hablarme que, supe que no debía dejarte escapar. No quiero que te asustes, tampoco te estoy pidiendo que te cases conmigo —ríe y yo, nerviosa, hago lo mismo —. Solo quiero disfrutar del día a día contigo. No hace falta ponerle etiquetas. Que pase lo que tenga que pasar.
—Bueno... —suelto yo ahora — No te niego que a veces sienta una pizca de desconfianza. Pero, también es verdad que cada día me veo más segura. Aunque me de vergüenza decirlo, percibo cosas muy fuertes —rio —. No soy de mostrar mis sentimientos en voz alta, al menos desde hace años. Por eso soy escritora.
—Y muy buena escritora. No te dije nada, pero compré todos tus libros.
—¿En serio?
—Sí, ahora voy por el primero. Y la verdad es que me tiene muy enganchado, es como si hablaras tú, y eso me gusta. No es la típica novela pastelosa de amor como tantas otras. Habla de la vida real y eso me llena, porque hace que me lo crea más, metiéndome por completo dentro de la historia. Además, tiene suspense y algo de acción, y eso me fascina. Repito, es bastante buena.
—Vaya, me alegro de que te guste. ¿Ves? Esto es lo que me sorprende de ti, que eres como una caja llena de sorpresas. También son pocos los de mi entorno que dediquen su tiempo a leer. Has ganado puntos diciéndome que te gusta la lectura. O al menos, que te gustan mis libros.
Ambos reímos y, esta vez soy yo la que lo sorprendo a él dándole un largo beso, cuando el único sonido que nos envuelve, es el romper de las olas a nuestro lado. Aún quedan muchas cosas por descubrir. Esto es solo el principio.
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Yo soy Nora
RomanceNora tiene treinta y cuatro años. A Nora no le dio tiempo de zanjar nada con Oliver. Nora vive encerrada en su casa, con su ordenador y hace un año que no sale. Pero Nora tiene una hija adolescente que quiere abrirle los ojos. Nora no recuerda que h...