What is it that we only believe the negative things people say about us? .
Me paré rápidamente de mi cama tratando de ver y analizar qué estaba pasando. Nunca había 'metido' a nadie en mi habitación. En este caso, le quedaba mejor la palabra colarse. Caminé hacia el baño, -yo aún estaba teniendo fuertes sollozos- y me miré en el espejo. Estaba realmente asquerosa y bagre.
Más asquerosa y bagre de lo normal.
No soy como esas chicas que cuando lloran se vuelven lindas, y tienen las mejillas rosadas y los labios rojitos. No.
Mi nariz se pone asquerosamente roja, hablo con voz nasal, mis ojos están feos y rojos y tengo una cara de muerto.
No tenía sentido que me pusiera maquillaje. Tampoco tenía sentido que me cambiara. O peinara.
Simplemente no me importaba, porque no me importa la opinión de Jimin.
Nope, casi nada. – o al menos eso trato de decirme a mí misma. –
Luego de dos minutos, me tiré en la cama, pensando que era una estúpida broma de él. Se cree como Chuck Norris o algo así para estar siempre jugando bromas.
Odio cuando hace eso.
Escuché un ligero ruido desde la ventana y me sobresalté exageradamente. Me volteé y vi una sombra que se acercó y se sentó al lado mío con toda naturalidad. Yo permanecí quieta. Mi corazón latía desbocadamente.
- ¿Te dormiste? – susurró con voz de seda. A pesar de que lo odio, su voz me tranquilizó.
- No. – dije con voz estrangulada para darme la media vuelta. ¿No pasaría nada si bajaba la guardia sólo por una noche, no?
- ¿Qué pasó? – me sorprendió la manera en que me lo preguntó. Fue como con preocupación y no queriendo saber. Me gustó.
- Pesadilla. – susurré como si fuera algo habitual y me sorbí la nariz. Se acomodó al lado mío, escuchando nuestras respiraciones.
- ¿Pasan seguido?
- Lo suficiente como para matarme del susto de vez en cuando. – los labios del pelinegro se volvieron una sola línea y me miró en la oscuridad. – ¿Por qué viniste? – Jimin se encogió de hombros.
- Esto va a sonar raro. – dijo como un balbuceo. – Me senté sobre mi celular y cuando lo saqué de mi bolsillo para que no terminara de aplastarse, vi que te estaba llamando. Se marcó solo. Estaba por cerrar la llamada y tú contestaste, y me sentí mal porque pensé que te había despertado. – explicó. – Luego cuando escuché cómo me contestaste, eso fue lo primero que se me vino a la mente. – se encogió de hombros. – Fue un impulso. A veces es bueno hacerles caso.
- A veces. – me referí a los impulsos. - ¿Te molesta si me duermo? – pregunté como una niña. Estaba... cómoda pero a la vez incómoda.
- Claro que no. Si vine porque no podías dormir, o al menos eso me pareció. – dijo y se volteó dándome una vista de su cara. Él vio mi cara de preocupación. – Conmigo aquí no vas a tener pesadillas. Tranquila, mañana seguiremos odiándonos. – reí levemente.
- Está bien. Gracias, Jimin. A veces el no ser un ****a te queda bien.
- A ti no hacerte la exquisita también te queda bien, de vez en cuando.
- ¿Tú no vas a dormir? – asintió.
- Prefiero esperar a que te duermas primero.
- Okay. Gracias. – susurré bajito. Él se limitó a asentir.
Okay, esto era... raro. No, qué digo, muy raro. Tenía a una de las personas que más odiaba al lado mío en mi cama. Y sé que para muchas de ustedes eso suena mal. Mentes sucias.
Me acurruqué contra la almohada y logre dormirme con alguien cuidándome.
Mis músculos se prepararon para el impacto. Todos estaban contraídos. Estaba preparada para gritar lo más fuerte posible. Comencé a gritar en mis sueños, estaba siendo perseguida.
Mi respiración era extremadamente irregular y mis piernas comenzaban a dolerme. Gritaba y gritaba, pero no funcionaba. Bueno, nunca funcionaba.
- _____...
Oh mierda, se sabía mi nombre.
- _____...
Gritaron más fuerte. Tenía que despertarme.
Abrí mis ojos de golpe y miré a todos lados. Estaba en mi habitación.
Me volteé rapidísimo y me encontré a Jimin al lado mío, mirándome con clara preocupación.
- Hey, ¿estás bien? – aún no podía respirar. Mi respiración era de cómo si estuviera corriendo una maratón de 32 km. Sólo negué con la cabeza y vi la hora. 3.OO am. Las pesadillas son cada vez más reincidentes. Jimin se paró de golpe y mi corazón latió rápido. Pensé que iba a irse, pero sólo dio la vuelta a la cama para quedar del otro lado. Se montó en mi alta cama, y puso una mano en mi cintura. Lo miré raro.
- Mi hermanita también tenía pesadillas. – explicó. – Si duermes con algo que te proteja, no las tendrás. – sólo asentí. Si alguien a las tres de la mañana les dice eso, luego de tener una pesadilla horrible como la mía, no creo que peleen. Y yo tampoco lo haría. Confundida y sorprendida, intenté dormirme por segunda vez sintiendo un brazo protector alrededor de mi estómago.
Sólo espero que ésta vez, sí funcione.
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UNTAMED
RomanceÉl es un pobretón. Ella es una linda niña rica. Se odian. Él tiene malas amistades. Sus casas tienen todo tipo de problemas, menos los que tienen que ver con ellos. Ella muestra confianza a dónde sea y a quién sea. Menos a ella misma. ¿Cómo te sent...