Capítulo 10

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What is it that we only believe the negative things people say about us? .

Me paré rápidamente de mi cama tratando de ver y analizar qué estaba pasando. Nunca había 'metido' a nadie en mi habitación. En este caso, le quedaba mejor la palabra colarse. Caminé hacia el baño, -yo aún estaba teniendo fuertes sollozos- y me miré en el espejo. Estaba realmente asquerosa y bagre.

Más asquerosa y bagre de lo normal.

No soy como esas chicas que cuando lloran se vuelven lindas, y tienen las mejillas rosadas y los labios rojitos. No.

Mi nariz se pone asquerosamente roja, hablo con voz nasal, mis ojos están feos y rojos y tengo una cara de muerto.
No tenía sentido que me pusiera maquillaje. Tampoco tenía sentido que me cambiara. O peinara.
Simplemente no me importaba, porque no me importa la opinión de Jimin.

Nope, casi nada. – o al menos eso trato de decirme a mí misma. –

Luego de dos minutos, me tiré en la cama, pensando que era una estúpida broma de él. Se cree como Chuck Norris o algo así para estar siempre jugando bromas.

Odio cuando hace eso.

Escuché un ligero ruido desde la ventana y me sobresalté exageradamente. Me volteé y vi una sombra que se acercó y se sentó al lado mío con toda naturalidad. Yo permanecí quieta. Mi corazón latía desbocadamente.

- ¿Te dormiste? – susurró con voz de seda. A pesar de que lo odio, su voz me tranquilizó.

- No. – dije con voz estrangulada para darme la media vuelta. ¿No pasaría nada si bajaba la guardia sólo por una noche, no?

- ¿Qué pasó? – me sorprendió la manera en que me lo preguntó. Fue como con preocupación y no queriendo saber. Me gustó.

- Pesadilla. – susurré como si fuera algo habitual y me sorbí la nariz. Se acomodó al lado mío, escuchando nuestras respiraciones.

- ¿Pasan seguido?

- Lo suficiente como para matarme del susto de vez en cuando. – los labios del pelinegro se volvieron una sola línea y me miró en la oscuridad. – ¿Por qué viniste? – Jimin se encogió de hombros.

- Esto va a sonar raro. – dijo como un balbuceo. – Me senté sobre mi celular y cuando lo saqué de mi bolsillo para que no terminara de aplastarse, vi que te estaba llamando. Se marcó solo. Estaba por cerrar la llamada y tú contestaste, y me sentí mal porque pensé que te había despertado. – explicó. – Luego cuando escuché cómo me contestaste, eso fue lo primero que se me vino a la mente. – se encogió de hombros. – Fue un impulso. A veces es bueno hacerles caso.

- A veces. – me referí a los impulsos. - ¿Te molesta si me duermo? – pregunté como una niña. Estaba... cómoda pero a la vez incómoda.

- Claro que no. Si vine porque no podías dormir, o al menos eso me pareció. – dijo y se volteó dándome una vista de su cara. Él vio mi cara de preocupación. – Conmigo aquí no vas a tener pesadillas. Tranquila, mañana seguiremos odiándonos. – reí levemente.

- Está bien. Gracias, Jimin. A veces el no ser un ****a te queda bien.

- A ti no hacerte la exquisita también te queda bien, de vez en cuando.

- ¿Tú no vas a dormir? – asintió.

- Prefiero esperar a que te duermas primero.

- Okay. Gracias. – susurré bajito. Él se limitó a asentir.

Okay, esto era... raro. No, qué digo, muy raro. Tenía a una de las personas que más odiaba al lado mío en mi cama. Y sé que para muchas de ustedes eso suena mal. Mentes sucias.

Me acurruqué contra la almohada y logre dormirme con alguien cuidándome.



Mis músculos se prepararon para el impacto. Todos estaban contraídos. Estaba preparada para gritar lo más fuerte posible. Comencé a gritar en mis sueños, estaba siendo perseguida.

Mi respiración era extremadamente irregular y mis piernas comenzaban a dolerme. Gritaba y gritaba, pero no funcionaba. Bueno, nunca funcionaba.

- _____...

Oh mierda, se sabía mi nombre.

- _____...

Gritaron más fuerte. Tenía que despertarme.

Abrí mis ojos de golpe y miré a todos lados. Estaba en mi habitación.

Me volteé rapidísimo y me encontré a Jimin al lado mío, mirándome con clara preocupación.

- Hey, ¿estás bien? – aún no podía respirar. Mi respiración era de cómo si estuviera corriendo una maratón de 32 km. Sólo negué con la cabeza y vi la hora. 3.OO am. Las pesadillas son cada vez más reincidentes. Jimin se paró de golpe y mi corazón latió rápido. Pensé que iba a irse, pero sólo dio la vuelta a la cama para quedar del otro lado. Se montó en mi alta cama, y puso una mano en mi cintura. Lo miré raro.

- Mi hermanita también tenía pesadillas. – explicó. – Si duermes con algo que te proteja, no las tendrás. – sólo asentí. Si alguien a las tres de la mañana les dice eso, luego de tener una pesadilla horrible como la mía, no creo que peleen. Y yo tampoco lo haría. Confundida y sorprendida, intenté dormirme por segunda vez sintiendo un brazo protector alrededor de mi estómago.

Sólo espero que ésta vez, sí funcione.

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