Capítulo 12

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It's such a cold, cold, world. and I can't get out .


Me encontraba caminando hacia la fila para el almuerzo y con la mente en Singapur. Nada nuevo. Pasé por una puerta que era como de vidrio, donde se veía mi reflejo. Paré un momento y me observé, reprobándome y negando la cabeza. 'Tú no estás gorda, sólo tienes huesos grandes', me repetí a mi misma como cinco veces, pero no estaba funcionando. De pronto, mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas y las tragué. No podía llorar aquí. Yo. ___ Cornell. Nunca bajaría la guardia en un lugar tan público como la escuela. Emprendí mi rumbo hacia el comedor y tomé un pote de frutas y una botella de agua, contando las calorías en mi mente. Llegué a mi silla donde Brit, Thomas y un par de amigos más estaban cuchicheando como viejas cotorras.

- ¿Qué pasa? – pregunté haciendo una graciosa mueca antes de sentarme. Fingir risas me quedaba de lo más bien.

- Hola, cariño. Te acordaste de que tienes mejor amiga. – dijo Brit haciéndose la ofendida. Fui hacia ella y la abracé. Todos comenzamos a hablar animadamente, contando cosas que nos habían pasado en los últimos días. Mi celular vibró en mi bolsillo y lo saqué, mientras tomaba una fresa. Relajadamente, fui hacia donde estaba el mensaje.

'____, ¡Park y Mike están peleándose en la cancha de fútbol! Mike a la única persona que va a escuchar es a ti. Ven rápido.

Tiffany.'

Tardé unos segundos en procesar el mensaje que me había mandado mi compañera de español. ¡¿Esos dos qué hacían peleándose?! Me paré rápidamente de la silla, llamando la atención de todos los que estaban en la mesa, pero honestamente no me importó.

Caminé lo más rápido que pude hacia la cancha con estos tacones.

Gran día para usar Louboutins.

Rodé los ojos mentalmente e ignorando la fuerza ejercida hacia mis pies, llegué hacia donde había un círculo de personas. Me abrí paso entre la gente y me encontré con este par peleando. Mi corazón latía desbocado en mi garganta y apuesto que estaba pálida como un fantasma.

- ¡Sepárense! – grité y me acerqué a ellos. Alguien me tomó de la cintura sin esfuerzo alguno para que no me lastimara. Volteé y vi a Ryan, el amigo de Jimin. - ¿¡Por qué no haces nada para separarlos?! – grité ofuscada para que mi voz se escuchara. Había tanto barullo que no se escuchaba mi voz.

- Ya traté, ____. – dijo el rubio amigo del pelinegro con confianza. Rodé los ojos y me solté de él para acercarme a ellos. Estaba preocupada por Mike, Jimin podría hacerle un daño. No es que Mike no tenga músculos, pero si lo comparamos con Jimin...

- Mike, vuelve a lanzar otro golpe y... - tomé aire para gritar otra vez. – No te vuelvo a hablar en mi vida. – Mike se volteó y quedó con el puño en el aire. Caminé echa una furia hacia ellos. - ¿Qué pasa con ustedes? – grité enojada. Ambos tenían los labios sangrando y uno que otro moretón. Mike se veía peor. ¿Vieron? Se los dije. Todas las personas alrededor hicieron un sonido de 'uhh' y comenzaron a irse. Estúpidos buenos para nada, por eso el mundo no progresa. Caminé entre medio de los dos y me coloqué ahí. Ambos tenían una mirada espeluznante. - ¿Quieren explicarme qué pasó? – me crucé de brazos. – Tan animales que son. – los reproché. Jimin puso una mano en mi cadera para quitarme de ahí y no salir lastimada si tenían otro arranque.

- ¡Quita tu mano! – le gritó Mike, tan fuerte, que me estremecí de pies a cabeza. Jamás lo había visto perder el control.

- Yo a diferencia de ti, pienso en su seguridad. – escupió el pelinegro atrás mío, tomando mi cadera con más fuerza. Si esto sonaría raro, pero en vez de estarme haciendo daño con su agarre me hacía sentir... protegida. Me sentía una enana entre ellos dos. Si bien yo no era para nada bajita, y más con tacones, estos dos eran dos gigantes. ¿Mi seguridad? Acababa de procesar la frase en mi mente.

- ¡A ti te vale mierda! – gritó mi mejor amigo. Por un momento, sentí miedo. – Como digas algo, te arrancaré las bolas.

- Quiero verte hacerlo, maricón. – okay sí, tenía miedo. Sin darme cuenta, y casi haciéndome caer, Jimin y yo cambiamos de lugares y él con sus dos brazos me apegó hacia su espalda de modo protector. Me sentí extremadamente aliviada. Y extrañada, ¿qué mierda pasaba conmigo? Al darme cuenta de eso, me solté de su fuertísimo agarre y los volví a alejar.

- Quiero que dejen de pelear. – escupí tan enojada que ambos me miraron. Mike sabe qué pasa cuando me enojo de verdad y créanme, ustedes no quieren saberlo. Él me miró aterrado, sabía que estaba enojada y que no había marcha atrás. – Pedazos de ignorantes, haciendo un show en media escuela. Tú – dije señalando a Jimin. – lárgate. – él me miró sorprendido. Me acerqué a él frente a frente. Estábamos cerca y sin motivo alguno, mi respiración comenzó a sufrir alteraciones. – Vete ya. Estoy tan enojada con los dos que no puedo ni mirarlos. – me volteé ciento ochenta y encaré a Mike. – Tú no te vas. Yo voy a hablar contigo. – mientras Jimin se iba, no quitó la mirada de nosotros. Mike se acercó a mí y besó mi frente para luego abrazarme, pero seguía mirando a Jimin.

- Vamos a hablar. – tomé su mano y lo arrastré hacia adentro.

- ____... – susurró y me volteé.

- _____ mi culo. No sé qué pasa contigo, nunca pierdes el control.

- Lo siento. – dijo y me rodeó con sus brazos. Sabía que no se disculpaba por la pelea, si no por ponerme tan enojada y hacerme casi perder los estribos.

- No, Mike. No lo sientes. Si yo no hubiera llegado, ustedes habrían terminado de romperse la cara. –besó mi cabeza en modo de disculpas. Luego de pensar por un corto periodo de tiempo, decidimos que íbamos a saltarnos las dos últimas clases. Ninguno de los dos estaba de humor. Estábamos caminando hacia mi carro, hasta que yo me decidí a romper el silencio.

- ¿Por qué peleaban? – dije volteando a mirar al chico de cabello marrón caoba.

- ¿Te cuento otro día? No quiero volver a tomar rabia. – asentí. No me importaba mucho su razón de haber peleado, si no que tenía miedo de sus peleas y las consecuencias. Llegamos hasta mi preciado carro y me despedí de él.

- Bye, Mike. Piensa dos veces las cosas. – dije aún enojada. Obviamente, no era una persona que el enojo se le iba en unos cuantos minutos. Él asintió y besó mi cabeza para irse. Suspiré pesadamente y emprendí el camino a casa.

Jamás me habría imaginado que un viernes a las 12 y media del mediodía habría tanto tráfico. Di un grito ahogado sabiendo que nadie podía escucharme y presioné el acelerador, dirigiéndome hacia mi casa. Me estacioné y vi que el carro de mi mamá y el de mi papá estaban ahí. ¿Ellos que hacían aquí? Ugh, no me importa. Les diría que se me quedó algo y que pronto regresaré a la escuela.

Luego de enterrar la llave y abrir la puerta, caminé, quitándome los zapatos. Mi mamá estaba en la sala con su Mac y mi papá estaba hablando con ella de algo que ahorita mismo, no me importaba. Bueno, nunca me importaba lo que ellos hablaran. Al escuchar el sonido de la puerta, ambos se voltearon a verme.

- ¿Qué haces aquí? – escupió mi papá violentamente.

- Vine a buscar algo que se me quedó y regreso a la escuela. – mentí.

- Tú no tienes permiso para dejar la escuela así por así. – o sea, nunca me prestaba atención y ahora hacia lo posible por joderme. ¿Por qué será que no estoy para nada sorprendida? Rodé los ojos mentalmente.

- Sólo vine a buscar algo, no me va a tomar ni veinte minutos.

- ¡No vuelvas a salirte de la escuela sólo porque se te 'quedó algo'! ¿Viste eso, ____(nm)? Pf, yo pagando una escuela tan cara para que tú te salgas cuando quieras. – mi papá exasperado, caminó hacia mí.

- Hazle caso a tu papá. – dijo mi mamá y la miré con incredulidad. Wao, gracias por el fucking apoyo. ¿Acaso no puedes hablar por tu puta cuenta?

- Ya. Me. Voy. A. Ir. – grité.

Oh, ****. Se me fue la mano.

- No me grites, que el único que puede gritar en esta casa soy yo. – gritó mi 'papá' tratando de demostrar autoridad. Reí internamente, tal vez funcionaba en su trabajo, pero no conmigo. Me di la media vuelta y tomando mis zapatos, subí las escaleras. - ¡No me dejes con la palabra en la boca! – graznó. Subí hacia mi cuarto ignorándolo por completo y tragándome la estúpida llantina que en cualquier momento iba a llegar. Me cambié a unos shorts, camisa de tiras blancas y un cardigán enorme para estar cómoda. Decoré mis pies con unas chatitas de Steve Madden y bajé las escaleras. - ¿Dónde vas? – gritaron. Ambos. Los ignoré y tomando las llaves de mi carro, cerré la puerta de la casa. Caminé a toda velocidad hacia mi carro para que cualquier cosa, no me vieran llorar. Cerré la puerta fuertemente y pasando mi mano de una manera brusca por mis ojos, me puse el cinturón y encendí el motor, haciendo que diera un dulce ronroneo.

Amaba ese sonido.

Emprendí rumbo sin tener un lugar fijo. ¡Mierda! Hoy tenía que ir a casa de Jimin y acepté esa estúpida cita. No me importa. Le inventaría una excusa, aunque estábamos demasiado atrasados con el trabajo. Mi celular sonaba como loco y sin importarme quien llamaba, lo apagué y lo tiré en mi guantera. La cerré bruscamente y luego me disculpé con mi pobre carro, ya que él no tenía la culpa de mi mierdosa vida.

Por un momento fui feliz.

Mejores 45 segundos de toda mi vida.

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