Capítulo 21

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What am I supossed to do? .

- Buenos días, ____(tapdo). – comentó mi papá, en cuanto bajé las escaleras y llegué a la cocina.

- Buenos días. – murmuré dormida.

- ¿Qué quieres de desayunar, ___? – preguntó la empleada. Me di la media vuelta en mi pijama de Hello Kitty.

- Eeeeehh... - ¡hello, aún estaba dormida! ¿Huevos? Nah. ¿Emparedado? No, muy pesado. Algo con jugo de naranja...

- Hay fruta. – comenta mi nana.

- Sí, fruta. – digo como nena. – Y jugo de naranja. – me dirijo hacia la mesa y me siento al lado de mi mamá.

- Buenos días, ____. ¿Cómo amaneciste? – dice mi mamá alto, con sarcasmo. Sabía que era porque no le había dicho los buenos días.

- Buenos días, mamá. Con sueño. – respondo para soltar una risita después.

- ¿Hoy vas al gimnasio? – pregunta mamá. Asiento con la cabeza. – Voy a hablar con Mark, para que reserve para ti. Incluso pueden correr hoy, el puede pasar a recogerte.

Mark era el entrenador personal de mamá. Con diecinueve años y un cuerpo condenadamente sexy, te da incluso hasta más ganas de hacer ejercicio. Mamá quería que yo estuviera con Mark porque provenía de buena familia, tenía buenos modales y la lista es infinita. Aunque no sé por qué hablo en pasado, cuando todo eso pertenece al presente.

Ruedo los ojos interiormente, por más perfecto que suene, no me gusta Mark. Para nada. Él es buena persona, hermoso, tiene dinero, pero... no sé. Simplemente no me gusta. Uno no puede elegir de quién se enamora, lo siento mucho mamá.

Me paro de la mesa y me dirijo a mi cuarto a adelantar tareas y estudiar. Nunca estudio, pero esta semana hay un examen lo suficiente terrorífico como para hacerme estudiar. Mamá me envía un mensaje que dice que Mark pasará por mí a las dos de la tarde y luego recuerdo que a las cuatro Jimin vendrá. Aunque no creo que eso de correr me tome dos horas. Generalmente me dura una hora y media... Máximo dos horas. Bien, ____, eres una genio. Ruedo los ojos para mí misma.

Me paso toda la mañana entre estudiando, haciendo tarea, viendo televisión y respondiendo chats. Con la leve esperanza de que el día se pasara rápido, hasta llegar a la parte de hacer ejercicio.

Amo hacer ejercicio.

Luego de almorzar, una hora más tarde, el reloj golpea las dos. Me visto con una camisa deportiva, licras negros y mis zapatillas Sketchers, toda llena de colores, que amo. Recuerdo que costaban un montón de dinero y que prácticamente tuve que rogarle a mamá en medio de la tienda para que me las comprara.

Buenos tiempos.

El timbre me interrumpe y salgo con mi celular y unos audífonos hacia afuera. Observo a Mark ligeramente, está más bronceado. Se ve bien.

Pero no tan bien como Jimin.

¡¿Qué es lo que acabo de pensar?! Borro por completo ese pensamiento de mi mente. Me fui a la mierda pensando eso. Me pego a mi misma como diez cachetadas mentales y Mark y yo comenzamos a caminar, mientras yo desenredo mis audífonos, que pareciera que los Scouts hubieran estado jugando con ellos. Casi ni le presto atención a lo que dice Mike, sólo respondo en modo automático. Me obligo a conectarme y a no ser grosera.

- ¿Qué hay de nuevo? Hace rato que no te veía. – dice el casi modelo de Calvin Klein con una sonrisa. Le sonrío de vuelta.

- Créeme, nada nuevo. Todos los días son iguales. – me encogí de hombros. - ¿Y tú? – toma un profundo respiro y me contesta con una sonrisa.

- Voy a ir a Harvard. – pego un salto y lo abrazo casi por inercia. Yo sabía que su sueño era ir a Harvard. Él y yo, -antes- siempre hablábamos. Bueno, es que yo antes tenía mucho más tiempo libre para ir al gimnasio.

- ¡Estoy tan feliz por ti! – exclamé con orgullo. – Cuidado y nos vemos allá. – bromeé. Seguimos jugueteando un rato más, hasta que comenzamos a trotar. Se debía llevar una respiración exacta, así que paramos de hablar y me conecté a mis audífonos.

Quité una gota gorda de sudor que caía por mi rostro. ¡No podía más! Estaba demasiado cansada y todos mis músculos me estaban matando. Llegamos a mi casa y casi se me va todo el poco aire que quedaba cuando vi que Jimin estaba estacionado afuera.

Por favor, que no haya entrado. Por favor, que mis padres no estén.

Suelto un gran suspiro de alivio al verlo bajarse del carro –y ver todos los demás estacionamientos vacíos, dando a entender que no había nadie en la casa- y verme con una expresión burlona. Mark y yo chocamos las palmas y me senté en la acera como misma piedrera. Nah, no me importa. Apenas podía respirar y parecía perro en medio verano.

- Dame dos minutos. – solté con aire, muy exageradamente. Él asintió, riendo. Me paré y me acerqué a Jimin, con Mark todavía atrás, mirándonos con curiosidad. Siempre que hacía ejercicio me sentía de mejor humor. De mucho mejor humor.

- Él es Mark. – dije mientras lo señalaba. – Mark, él es Jimin.

La mano sudada de Mark chocó con la de Jimin fuertemente. Hombres, son tan bruscos.

- Soy su entrenador personal. – dijo mientras ponía una mano en mi cintura. Lo miré confundida por su gesto. Jimin asintió de malagana.

- ¿Vamos adentro? – preguntó Jimin tomando mi mano y jalándome suavemente. Ellos se mataban con la mirada. ¿¡Qué pasa aquí?! Me acercó hacia él y me envolvió en sus brazos para besar mi sudada cabeza.

- Estoy toda sudada. – me excusé.

- ¿Qué importa? – dijo como si en serio no importara.

- Bueno, ____, creo que mejor me voy yendo. Mañana arreglamos la hora cuando nos vemos, ¿va?

- Dale. – afirmé. Besó mi mejilla y se despidió con un simple adiós y se volvió a dar la mano con Jimin. Tuve la impresión que se agarraron la mano tan fuerte que se hicieron daño el uno al otro. Mientras se iba, sentía los brazos de Jimin aún a mi alrededor. Luego, comprendí qué era lo que pasaba.

- Ah ya entiendo lo que pasa. – dije mientras me alejaba de él y Jimin me concedía su mirada. Mark ya estaba sacando su carro. – Estás orinándome encima.

- No tengo necesidad de orinarte encima, ____.

- Entonces no entiendo por qué lo haces.

- No estaba haciéndolo. Sólo te estaba saludando. – comencé a caminar hacia la casa y abrí la puerta. Él estaba siguiendo mis pasos.

- Nunca me saludas. – dije achicando los ojos para luego rodarlos.

- Bueno, disculpa por hacerlo. No lo volveré a hacer. – musitó con sarcasmo, siguiéndome hacia la sala. Había dejado todo listo con mis libros y mi laptop antes de irme. Solté una risita al escuchar lo que dijo y me volteé para encararlo. Al ver mi cara juguetona, él comenzó a reírse también.

- Eres tan raro. – murmuré riendo. Él estaba al frente de mí.

- Sí, sobre todo yo soy raro. – murmuró también. Soltó una sonrisa de lado y se vio condenadamente caliente. Me acerqué más hacia él, hasta estar juntos.

Bajó su cabeza y sin previo aviso, mezcló su boca con la mía. No entendí bien por qué, pero le seguí la corriente, siguiendo mis instintos. Estaba presa entre sus brazos y su boca me llenaba de éxtasis. Mordí levemente su labio inferior, haciendo que él gruñera. Le había gustado y ambos lo sabíamos. Comenzó a correr sus besos por toda la extensión de mi pómulo.

- Estoy... sudada.

- No importa. – dijo rápidamente y besó mi oreja para luego regresar a mis labios. Subí las manos por toda la extensión de su pecho hasta la parte de atrás de su cabeza. Lo jalé por los pelitos que tenia atrás, alejando su cabeza para que yo pudiera pensar libremente.


- No entiendo por qué me besas. – dije jadeando. Ninguno de los dos podíamos respirar.

- Por la misma razón por la que tú me sigues el juego. – volvió a pasar sus besos por mi pómulo y debajo de mis ojos.

- ¿Es un juego? – separó sus labios y me miró.

- No sé lo que es, ____. Sólo sigo mis instintos.

- Así como yo sigo mis instintos al besarte. – dije comprendiendo. Él asintió. Sus ojos estaban enormes.

- Así como lo harías con cualquiera. – soltó despreocupadamente mientras depositaba un beso en mi nariz. Metió la pata. Y a fondo.

- ¿Te parece que soy cualquiera? – me alejé de él, con cara de insultada.

- No, no, no. No es lo que quise decir. – en su cara se podía leer claramente un 'mierda, la cagué'.

- Mejor antes de que vuelvas a meter la pata, comenzamos con el trabajo. Así si la cagas puedes irte de una vez. – dije de malagana, alejándome. Jimin había consumido todo mi buen humor.

- Sí. Lo siento. – susurró. Lo ignoré.

Me tiré al sofá. Derrotada física y emocionalmente. Por un momento, sentí ganas de llorar pero no entendí bien por qué. Probablemente estaba toda sensible porque me venía el período o algo así.

- Voy a ir a la cocina a buscar agua. – me excusé. – ¿Quieres algo?

- Agua está bien. Gracias.

Ambos estábamos distantes luego de ese beso. Es que hay algo que aún no me cerraba en la cabeza. ¿Por qué me besaba? Más bien, ¿por qué *beep* yo le correspondía? Me encogí de hombros estando sola en la cocina.
Sabía lo que iba a pasar si seguíamos con esto de los besos.

Él querría algo más. Me controlaría. Soy malditamente indomable. No le voy a hacer caso a nadie y mucho menos a un insignificante ser humano.

Hablo en serio.

Seguiría con mi plan. En cuanto cumpla 18, me iré de la casa. Ya sé que mis padres cortarán todas mis tarjetas, pero yo confío plenamente en mí misma y sé que yo podré mantenerme sola. Tengo un montón de plata ahorrada, lo único que nadie lo sabe. Lo suficiente como para establecerme un rato hasta encontrar trabajo.

¿Saben qué pasaría si me consiguiera un novio ahorita mismo?

Todo se iría a la mierda. Los condenados hombres quieren manipular todo y juran que las mujeres tienen que hacerles caso.

Tendría ataduras y no podría ser libre, como tanto lo soñé.

Estar en una relación implica depresión, sentirse atado, tener que decirle siempre a alguien dónde estás y qué haces, -como si no fuera suficiente con mis padres-, y la lista puede hacerse infinitamente larga.

Tomo agua aliviada, estaba muerta de sed. Mandaré todos mis pensamientos a la mierda, total se me fueron de las manos. Camino hacia afuera, con el vaso de Jimin en la mano y lo acerco hacia él. Me regala una sonrisa con un lindo 'gracias' y siento la necesidad de tirarle un puño en la cara.

Siempre los guapos creen que pueden conseguirme con una sonrisa. No pasará.

Me siento al frente de él, ambos sentados en la mesa del comedor. Comenzamos a trabajar intercambiando un par de palabras acerca del trabajo, sólo no le meto mucha mente.

- ¡_____! – se escucha el grito de mi madre en la entrada y comienzo a entrar en pánico. Mierda, mierda. Juraba que no estaría aquí. Jimin me mira. No contesto su mirada, ni tampoco el grito de mi madre. Me quedo haciendo lo que estaba haciendo en la computadora.

- ¡______! ¡Te estoy hablando por qué no....! – interrumpe por completo su oración al ver a Jimin. Lo mira con una ceja arqueada, para luego mirarme a mí. – Hola. – dice amablemente. Hipócrita.

- Hola, Sra. Cornell. – contesta con una sonrisa. Ya, conmigo es un patán grosero y con mi mamá es un ángel.

- Mamá, él es Park. Estamos haciendo un trabajo de Química. Park ella es mi mamá. – al fin me digno a hablar, muy desganadamente.

- Pues... ____ no me había avisado que iba a tener visitas hoy. – me mira acusadoramente, sin que Park pueda notarlo.

- Estábamos muy atrasados con el trabajo. – murmuro groseramente. De la nada siento ganas de irme.

- Oh. Park... ¿Tu apellido, cierto? – Jimin asiente. - ¿Cuál es tu nombre?

- Jimin. – contesta amablemente. Está besándole el culo a mi mamá.

- Bien... Jimin. ¿Tus padres son de aquí? – Oh Dios, por favor no.

- Algo así. Mi padre vive a unos treinta minutos, en Virginia. Y mi madre trabaja fuera de la ciudad. – murmura incómodo.

- ¿Tienes padres separados? – wao, qué poco sé acerca de éste chico. Él me mira por un momento, y luego dirige la mirada a mi madre para contestarle.

- Sí. – susurra.

- Oh, jamás me han parecido correctas las familias separadas. Me parece que es una completa irresponsabilidad. – cortó y Jimin no dijo nada. Miré tan mal a mi madre en ese momento. Me dio asco ser su hija.

- _____(tapdo) es una joven muy hermosa... – mi cabeza voló hacia ella. Nunca había dicho algo así de mí. También me apenó a la misma vez que dijera mi apodo, ya que sólo mis padres me llamaban así. Y a veces Mike. Es algo muy personal. – No quisiera saber que quieres jugar con ella.

Mi saliva se atoró en mi garganta y comencé a toser. ¡Cállate mamá!

- No tienes un aspecto de chico bueno, Jimin. – espetó la mujer que me dio la vida con autoridad. –Ten cuidado. – bueno, claramente Jimin con una chaqueta de cuero, pantalones de cuero también, zapatillas negras y musculosa blanca, tenía más bien un aspecto de 'hola, vengo, te follo, me voy.'

Mi madre dejó la enorme bolsa de Ralph Lauren en la mesa y luego me miró seriamente.

- Compré eso para ti, ____(tuapodo). Quiero verte en media hora. Mi oficina. – se fue chocando sus Louboutins contra el piso, subiendo las escaleras.

Jimin sólo me miraba.

Dios, qué locura. Ahora no sé que voy a decirle.

mLSsc

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