Capítulo 15

23 3 1
                                    

Those surprise kisses are always the best ones .


Envolvió mis labios con una calidez que me sorprendió al instante. Solté un sonido de satisfacción que me salió del alma y rodeé su cuello con mis largos brazos. A pesar de que hacía frío, me sentí acalorada. Me besaba con una lentitud que en cualquier momento pensé que yo iba a terminar de enloquecerme. Sus manos brindaban caricias, y de alguna u otra manera me hacía sentir...

¡Coño, ____, tu maldito enemigo te está besando y no estás haciendo nada!

Aunque el muy estúpido y atrevido me tenía en las nubes, esto tenía que parar YA.

- Idiota, estúpido... - le insulté entre besos.

- Estás tan buena. – solté otro sonido de satisfacción. – Para una sola noche.

Mi temperatura descendió de cincuenta y cinco grados, a menos tres.

- ¿Qué carajo te pasa? – pregunté, limpiándome la boca. Lo empujé lejos de mí y el soltó una sonrisa torcida de egocentricidad. Volvió a caminar a mí y me rodeó con sus brazos.

- No mientas, que te traigo loca. – solté la carcajada más hipócrita y nerviosa del mundo. Estaba rogando porque él no se diera cuenta de mi pulso. Sentía el corazón en todo el tórax.

- Por supuesto que no. Es más... - trata de idear algo, trata de idear algo. – Yo te tengo comiendo de la palma de mi mano. – dije con tal confianza que hasta yo me lo creí.

- ¿Cómo? ¿Así como yo te tengo a ti? – preguntó haciendo una mueca sarcástica. Achiqué los ojos mirándolo con ira. Mucha ira. Su mirada bajó hasta mis labios descaradamente.

- ¿Por qué estaría detrás de ti cuando tengo a cientos detrás de mí? No tiene sentido, Park. Usa esto. – señalé su cabeza. Lo dije con una confianza que ni yo me esperaba y me sentí una completa perra. Verdaderamente. Su agarre alrededor de mí se tensó, y sus puños se hicieron una bola.

- Estás jugando con fuego, ___. – dijo para besar mi mandíbula y hacer mis piernas flaquear. Qué. Coño. Me. Pasaba. Él no podía tener ningún tipo de control sobre mí. Porque. Yo. Lo. Fucking. Digo. Recuperé mi compostura y dejé mi boca hablar, sin antes pasar por el filtro.

- ¿No serás tú el que juega con fuego? – susurré sensualmente en su oído y por un momento sentí que estaba ganando. - ¿Y sabes qué? Vas a quemarte. – terminé de susurrar, para que su espina dorsal se estremeciera por completo.

- No si tú te quemas primero. – que el juego empiece...

UNTAMEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora