Capítulo 24

30 3 0
                                    

If I'm gonna be a whore, at least I'll try to take some advantage from it .

- Hola, ____. – me saludó Phillip con una sonrisa, mientras caminaba por el pasillo. Le sonreí con una sonrisa falsa pero amable.

- Otro que está caído contigo. – murmuró en mi oído. Reí negando con la cabeza.

- Claro. – dije con ironía. Él rió y pasó el brazo por mis hombros, nos llevamos como veinte pares de ojos, todos mirándonos sorprendidos. ¿Les soy honesta? Me valió verga.

- No vas a soportar el mes, Jimin. – reí, segura.

- Ya veremos, chiquilla.

- ¡No soy una chiquilla, oye! – chillé... como una chiquilla. Él rió y yo sólo me quedé callada. ¿Por qué mierda había actuado así? Se supone que debería ser fría. ¿Por qué tenía que ser fría? Yo no sigo órdenes ni de mi propia mente, haré lo que quiera.

Llegamos al salón y Jimin abrió la puerta por mí, encontrándonos a Leila. Llevaba puesto un vestido veraniego que más parecía era... una camisa.

- ¡Jimin! – chilló. Rodé los ojos en su cara, el brazo de Jimin aún seguía en mi hombro. No me incomodaba, sólo se sentía... natural. – Siéntate conmigo. – dijo con una sonrisa. Me tensé por completo. ¡Jimin iba a estar conmigo!

- ¡Oh, Dios, Leila! – exclamé horrorizada. - ¿Olvidaste ponerte tus pantalones? – Park soltó la carcajada más ruidosa del mundo. Ella me miro de arriba abajo.

- Bueno, por algo nadie te quiere y no tienes amigas, porque eres una completa puta. – solté una carcajada. Si era algo que no tenía, era ni un solo pelo de puta. Jimin automáticamente se puso a la defensiva.

- Suave cómo le hablas que ella no te ha insultado. – me defendió. – Vuelvo a oír que le hablas así y va a haber consecuencias. – dice severamente. Murmuró un vamos y me fui a su lado, dejando a una Leila echa una furia, totalmente plasmada en el piso, aún mirando a la puerta, en un estado de shock.

- Vaya, gracias por defenderme, papá. – bromeé. Repentinamente, estaba con buen humor.

- Bueno, es que nadie puede meterse con mi nena. – me contesta bromeando también, y yo me pongo tensa en la silla.

- No soy tu nena. – digo entre seria y relajada. Saco un lápiz de mi lapicera y me preparo cuando llega la profesora. Él murmura algo inentendible y decido no darle más vueltas al asunto.

***
Abro la puerta encontrándome con un Jimin sonriente. Me hice a un lado, dándole paso.

- Si quieres puedes darme tu chaqueta. – él se quita su chaqueta de cuero, y me la da. Yo la pongo sobre el sofá. Caminamos en silencio y nos ponemos a trabajar.

- Si ponemos mitosis, también tenemos que poner las fases. – le recuerdo. Me inclino hacia la computadora que está en sus piernas, cosa que la parte de atrás de mi cabeza está en su nariz.

- Lo sé. – murmura sin que le interese. Siento que besa la parte de atrás de mi cabeza y me volteo, mirándole extrañada.

- Sabes que me incomoda cuando me besas... - digo con total naturalidad. Él no dice nada, sólo me mira. – O sea, no sólo tú. Cuando cualquier persona lo hace. – me acomodo de al lado de él, quedando yo recostada sobre su brazo.

- ¿Por qué? – pregunta con un tono neutro. Me encojo de hombros.

- Supongo que es porque nunca recibo cariño y no estoy acostumbrada. – hago una mueca.

- ¿Y Mike?

- Ah, es que él es diferente. – lo defiendo.

- Con Mike todo es diferente. – gruñe. Lo miro a los ojos, sólo por un momento, y cuando voy a volver a parpadear, él ya me está besando.

¡Mierda, este tipo tiene que parar de besarme de esta manera si no quiere que me dé un infarto!

- ¿No que no podías besar chicas? – pregunto. Comienza a acomodarse en el sofá, quedando sobre mí. Me rindo por completo y paso los dedos por su cabello rubio. Se separa de mí y aprovecho el momento para tomar aire. ¡Jesús! Él está súper tranquilo y pareciera que yo acabara de correr una maratón.

- Tú eres la excepción. – murmura y vuelve a atacar mis labios. ¡Mierda, estoy perdida! Pasa su lengua por mis labios, pidiendo permiso. Ambos gemimos. Se aleja de mis labios y lo agradezco, no podía respirar. Estaba sudando. Nerviosa. Mis manos temblaban, y mis piernas también. Y eso que era sólo un beso. Comienza a hacer una corriente de besos por mi cuello y cierro los ojos ante el contacto.

¡Me siento como una total puta! Besa mi quijada y luego besa mis labios otra vez. Qué importa, voy a ser una puta, pero lo seré con él. Lo vale. Se aleja de mí y suelto todo el aire atascado en mis pulmones.

- Necesito sentarme. – murmura. Rio y él se sienta, llevándome a mí con él. Me siento, -como tantas veces lo he hecho- en sus piernas. Aunque creo que mejor narrado, sería un, 'me sienta en sus piernas' ya que no fui yo. Comienza a tocar mi cabello y mis labios pinchan por besarlo otra vez. Ya se ha vuelto mi droga. Vuelvo a besarlo por voluntad propia y él arquea las cejas en sorpresa. Una sonrisa se atasca en mis labios y abrazo su cuello.

Aquí está mi perdición.

Un sonido de una garganta me separa de una vez de él y miro a la –muy enrojecida- ama de llaves.
- Señorita... su madre al teléfono. – avergonzadísima, me paro de las piernas de Park, y camino hacia el teléfono, que está siendo tendido por María. Jimin susurra un 'voy al baño' y nos deja a las dos en este momento increíblemente incómodo. Contesto, mientras María se retira y camino hacia el sofá, tratando de apaciguar mi respiración y también los latidos de mi corazón. Mientras hablo con mi mamá, me siento sobre la chaqueta de Jimin, y siento algo extraño en mi culo. Me levanto y tomo la chaqueta, sintiendo el bulto en el bolsillo.

- Sí, mamá, yo te lo busco. – me estaba pidiendo que le buscara una ropa en la lavandería esta noche. No me molesta hacerlo, no me toma ni quince minutos. Abrí el bolsillo, mientras oía las instrucciones de mi madre, y saqué una bolsa.

Y yo soy lo suficientemente inteligente, -y también he vivido y visto lo suficiente- como para darme cuenta precisamente que... eso no era talco.

Era otra cosa.

UNTAMEDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora