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Capítulo 9.

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Mateo Lombardi.

Quedan diez minutos para llegar al aeropuerto. Ya es hora de volver a ver a Nicole, después de un mes. Ahora es ella la que viene a recoger a alguien al aeropuerto. Sonrió en pensar en ella. El tiempo sí que se pasó lento.

Mientras que aterrizamos pienso en los momentos más icónicos de estar hablando por WhatsApp. Ejemplo;

Dejo la libreta de lado para mirar a la castaña que estaba sentada en su cama, su cabello brilla muy bonito, quisiera pasar mi mano por esas hebras largas que tiene.

—Mateo, no me estas poniendo cuidado. —Se queja.

—Tu belleza me distrae. —Me excuso.

Pero ella ignora mi excusa y me reprende.

—Has ganado mucha confianza. Si esto te lo hubiera dicho a la semana de conocernos seguramente te hubieras disculpado y no me hubieras dicho el "cumplido". —Me rio sin vergüenza.

Claro que hubiera hecho eso. Pero ya ha pasado un mes desde que la conocí, lo que me sobraba era confianza para decirle cosas bonitas, para hacerla enojar, sonrojar, excitar, reír, para todo.

—Ya me conoces bien.

—Claro, hablamos todos los días, sería poco probable que no te conociera.

—Tengo muchas ganas acumuladas de verte, Nicki.

Ella hace una mueca, he aprendido que no le gusta que le diga así.

—Yo casi no, ¿sabes? Me basta verte por llamada.

Ja, me la devolvió bien.

En este tiempo Nicole se había vuelto parte esencial de mi rutina, así que, cuando piso suelo del aeropuerto y la veo cerca suelto mi maleta para recibirla con los brazos abiertos para un gran abrazo, para luego separarme tomar su rostro suavemente y acercarme a besarla.

Sí, mi casa era argentina, pero ahora ella en mis brazos también me sentía en casa.

—Hola. —Susurra aun cerca de mí.

—Hola, bonita.

Sonreímos antes de separarnos y comenzar a caminar a la salida.

— ¿Y Santi? Pensé que venía contigo. —Pregunta.

En este tiempo se tomaron mucha confianza, y a veces, hablaban dejándome a mí de lado, cosa que, por supuesto, le reclamaba a Santiago después de colgar.

—Me alcanzara para el día del show.

Ella asiente en respuesta.

— ¿Mateo, eres tú?

Una voz detrás de nosotros hace que nos detengamos. Me volteo para ver una chica bajita de estatura, pelirroja que luce bastante sorprendida.

—Oh por dios, eres tú. ¿¡Podríamos tomarnos una foto!?

<<Oh, no. >>

<<Amo a mis fans, pero por favor, que no hayan más. >>

Sonrió tratando de no verme tenso.

—Claro que sí.

Ella se acerca en cuanto Nicole le da espacio. Saca su celular nerviosa, lo alza y el flash me deslumbra dando la señal de la que la foto ha sido tomada.

—¡¡¡Gracias!!!

—Un placer, señorita...

—Camila, me llamo Camila. Justo estoy aquí porque llegue para ir a tu show en Barcelona.

Rio por su emoción.

—Camila, muchas gracias por venir, espero verte en el show.

Ella me abraza y yo no dudo en devolver la muestra de cariño. Amo, aprecio demasiado a mis fans.

Camila mira a Nicole antes de dirigirle un pequeño saludo y despedida antes de irse.

—Adiós Mateo, vas a estar genial.

Nicole y yo salimos rápidamente del aeropuerto, conscientes de que podríamos ser reconocidos por más personas. Corrimos tomados de la mano por las bulliciosas calles, riéndonos a carcajadas mientras disfrutábamos del subidón de adrenalina. Era como si estuviéramos protagonizando una escena de película romántica, con la emoción palpable en cada paso.

Llegamos a su edificio de apartamentos en Barcelona. Subimos las escaleras hasta el cuarto piso, donde el apartamento 402 nos recibió con una puerta pintada en tonos amarillos, azules y blancos. El ambiente era acogedor, exactamente como lo había visto en nuestras videollamadas y fotos en redes sociales. Sentí una oleada de familiaridad y calidez al entrar.

Nos sentamos juntos en el borde de la cama, hasta dejarnos caer mirando hacia el techo donde Nicole había pegado estrellas que emitían una luz suave en la habitación. La atmósfera era tranquila, solo interrumpida por nuestras respiraciones compartidas y el suave murmullo de la ciudad afuera.

—Nicole, es genial finalmente estar aquí contigo —le dije con una sonrisa sincera, tomando sus manos entre las mías. Mis ojos verdes se encontraron con los suyos, y sentí cómo el ambiente se llenaba de una energía especial—. He visto este lugar muchas veces en las videollamadas, pero estar aquí contigo ahora mismo, es como si todo cobrara vida de una manera nueva y real.

Ella asintió con una expresión de felicidad en su rostro.

—Me alegra que te guste. Siempre he pensado que un lugar debe reflejar quién eres realmente —Respondió Nicole, con sus ojos castaños brillando con afecto.

Apoyé la espalda contra la cabecera de la cama, sintiéndome cómodo y en casa. La cercanía con Nicole era tan natural como respirar.

—Y sabes, durante este mes que estuvimos separados, nunca dejé de pensar en ti. La conexión que sentimos desde el primer día no ha desaparecido ni se ha debilitado. Al contrario, cada día me hace más claro lo especial que eres para mí.

Nicole se acercó aún más, buscando la cercanía que ambos anhelábamos, y la recibí con los brazos abiertos. Sentí cómo mi corazón latía con fuerza, emocionado por estar de nuevo con ella, compartiendo estos momentos íntimos que fortalecían nuestro vínculo.

Nos quedamos un rato en silencio, disfrutando de la paz y la complicidad que se había vuelto tan natural entre nosotros. Era como si el tiempo se detuviera en ese pequeño apartamento en Barcelona, dejándonos espacio para explorar lo que significaba estar juntos en persona, sin las barreras virtuales de una pantalla.

Miré hacia el techo, observando las estrellas brillando suavemente sobre nosotros. Me sentí agradecido por estar allí, compartiendo este espacio y este tiempo con Nicole, que había llegado a significar tanto para mí en tan poco tiempo.

Ella sonrió dulcemente como si pudiera leer mis pensamientos, y su mano encontró la mía, entrelazándose como si completara un ciclo.

—Lograste entrar a mi apartamento.

Reímos juntos. <<Ah, el chiste del apartamento, y ahora estoy aquí. >>

Fuaaa, lo que nos espera estando yo aquí en Barcelona. 

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