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Capítulo 13.

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Mateo Lombardi.

La discoteca está llena de vida esta noche, vibrando con la energía de la música y las risas. Estamos en el área VIP después de mi momento con Nicole, rodeados de amigos y la atmósfera está cargada de emoción. Gabriela y Santiago no paran de reír juntos, recién convertidos en pareja y radiantes de felicidad. Nicole está a mi lado, moviéndose con gracia al ritmo de la música, sus ojos brillan con una luz propia que me fascina.

— ¿Te estás divirtiendo, Mateo? —Me pregunta Nicole mientras se acerca para hablar por encima de la música.

Sonrío y la miro fijamente. —Sí, mucho. Es increíble verlos a todos aquí, juntos.

Nicole asiente con una sonrisa luminosa, luego toma mi mano y me lleva a la pista de baile. Bailamos juntos, nuestros cuerpos se sincronizan como si estuviéramos hechos para movernos al compás el uno del otro. Entre la multitud y las luces parpadeantes, siento esa conexión especial con ella que me deja sin aliento.

Después de un par de canciones, regresamos al área VIP donde Gabriela y Santiago están inmersos en una conversación animada sobre la música actual. Me uno a ellos con entusiasmo, compartiendo mi pasión mientras Nicole me escucha con admiración. Entre bromas y risas, el tiempo parece detenerse, creando un momento perfecto que desearía que durara para siempre.

Cuando la música finalmente baja de intensidad y la discoteca comienza a vaciarse, Nicole y yo nos encontramos de nuevo cerca de la pista de baile. Bailamos más cerca esta vez, nuestros cuerpos se rozan y la tensión entre nosotros se vuelve palpable.

Nos miramos cómplices y comenzamos a recordar momentos divertidos que hemos compartido desde que nos conocimos.

— ¿Recuerdas cuando intentamos cocinar juntos y casi incendiamos la cocina? —Le pregunto a Nicole con una sonrisa.

Ella se ríe, moviendo la cabeza con exageración. — ¡Fue un desastre total! Creo que el humo todavía está impregnado en mis cortinas.

Ambos reímos juntos, compartiendo más anécdotas mientras la música sigue sonando de fondo. Sí, yo recuerdo muy bien eso, fue la segunda noche que estuve en su apartamento, intentamos hace pollo, intentamos. La noche se llena de risas y confidencias, cada momento reforzando la conexión especial que estamos construyendo.

A medida que la discoteca se va vaciando lentamente, decidimos tomarnos un momento tranquilo en un rincón más apartado. Nos sentamos juntos, nuestras manos entrelazadas, disfrutando de la cercanía y la calidez mutua. El tiempo parece detenerse mientras nos perdemos en la profundidad de nuestros ojos, compartiendo el silencio que habla más que mil palabras.

Pero entonces, veo a lo lejos a Gabriela y Santiago, visiblemente contentos y un poco pasados de copas, acercándose hacia nosotros con entusiasmo desbordante.

<<Ahí vienen los terremotos que se llevan mi calma. >>

Se acercan riendo y nos invitan a tomarnos una foto todos juntos. Nos ponemos en posición, abrazados y sonrientes, capturando un momento de pura alegría. Revisamos la foto y nos damos cuenta de que realmente capturó la felicidad y la conexión que sentimos en esta noche especial.

Decidimos rememorar más anécdotas de nuestra infancia y algunas historias divertidas recientes como por ejemplo:

Cuando Santiago y yo jugábamos futbol en el patio de una casa abandonada y decíamos que el árbitro era el fantasma que habitaba ahí.

O cuando Santiago se enamoró, de verdad, de una profesora que estaba divorciada e iba por su segundo matrimonio.

Gabriela conto como había "pillado" a su exnovio siéndole infiel con su hermana en su oficina. Lo conto riéndose, pero termino confesando que había sufrido mucho la traición de su hermana.

Pero para no ponerse triste decidió contar como uso pañales hasta los cinco. Eso sí fue demasiado gracioso.

Nicole, por su lado se reía mucho de nosotros pero se rehusó completamente a contar algo vergonzoso de ella

Al final, decidimos después de un último brindis irnos del local. Al salir el equipo de seguridad estaban ahí. Uno de ellos se acercó a recibir órdenes.

—Lleven a Santiago con Gabriela al apartamento de ella. Y la otra camioneta que nos lleve a mí y Nicole.

El asintió y así fue como tomamos caminos separados. Al llegar nos bajamos de la camioneta, abrace a Nicole de lado y juntos miramos hacia arriba, había luna llena.

Caminamos juntos hacia el apartamento de Nicole, el aire fresco de la noche envolviéndonos en un cómodo silencio lleno de anticipación. Una vez dentro, el ambiente se vuelve íntimo y sereno. Nos miramos profundamente antes de abrazarnos, compartiendo el calor de nuestros cuerpos y la tranquilidad del momento.

— ¿Compartimos un secreto?

La pregunta en un susurro de Nicole hace que la mire con atención.

—Claro, bonita.

—Siempre digo que no, pero, me gustaría ser madre. Sobre todo de una niña.

Sonrió, acariciando su rostro.

—Serias una buena madre. Serás una buena madre.

—Ojala estuvieras ahí para verlo.

Dejo un beso en su frente.

—No necesito verlo para tener la seguridad de que lo serás.

Asiente.

Carraspeo antes de volver a hablar.

—Ahora mi secreto.

Sus ojos me miran con antelación.

—Has sido mi mejor polvo.

Ella se carcajea y se levanta pata darme un golpe en el brazo.

—Che, ¿y eso porque?

—Tonto.

Su rostro se sonroja.

—No pienso mucho en el futuro, pero a veces, unas pocas, pienso que me gustaría ser merecedor de la futura Nicole. —Me acerco a ella para dejar un casto beso en sus labios. —Pero, en momento así, se, con seguridad que soy merecedor de esto, de ese algo más que me puedas brindar dentro de cuatro días o un mes, y que así está bien.

—Todo esto está bien, me gusta. Y no pido algo más de que ya me das. De lo que ya somos.

Y no se podía, no se podía pedir más. Porque ya lo éramos todo, pero a la vez no éramos nada. Y en este punto, ¿Qué se podía pedir?

Ella volvió a mis abrazos.

Y con ello, la seguridad, la firmeza de esto.

Y yo me deje caer en su alma, enredándome con ella. Volviendo a unir nuestras almas.

Volvimos a unirnos, sin nada más que nuestros cuerpos en un abrazo.

<<Un suspiro en el viento, siendo eternos. >>

Finalmente, el cansancio y la paz nos alcanzan, y nos quedamos dormidos abrazados, sintiendo como este momento se convierte en otro recuerdo para nosotros.

Un día más para nosotros.

Un día menos para nosotros.

Todo depende de la perspectiva.

Y nosotros teníamos una perspectiva más agradecida de la vida.

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