Algo más©.

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Capítulo 21.

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Nicole Valencia.

Durante los próximos días despertamos con la suave luz del amanecer que se filtra por las ventanas de nuestra cabaña. El aroma salado del mar flota en el aire mientras nos preparamos para disfrutar del día.

El primer día disfrutados de un día tranquilo en la playa, al otro día hicimos un tour por los lugares cercanos y comimos mucho.

Hoy, el sol brilla alto en el cielo cuando nos instalamos. Escuchamos el murmullo tranquilizador de las olas y nos dedicamos a disfrutar el paisaje impresionante que nos rodea. Decidimos llamar a nuestros amigos para asegurarnos de que siguieran vivos... y casados ¿?

Nos reímos mucho durante la llamada, y después de esta nos sumergimos en actividades simples pero significativas. Jugamos en el agua, dejando que las olas nos salpiquen y nos refresquen. Construimos castillos de arena juntos, riendo mientras competimos para ver quién puede hacer la torre más alta antes de que el agua la borre.

Al caer la tarde, nos sentamos juntos en nuestras toallas, viendo como el sol se pone en el horizonte. Mateo pone la canción que escribió para mí, esta vez con la voz de grabación. Durante estos tres días la hemos escuchado mucho. El cielo se tiñe de tonos naranjas y rosados mientras compartimos pensamientos y sueños.

Nos abrazamos en el calor del atardecer y la conexión que nos use escala más allá de las palabras.

Terminamos el día con una cena sencilla pero deliciosa en un restaurante frente al mar. Volvemos a nuestra cabaña bajo un cielo estrellado, donde bailamos un tango que no suena realmente, pero que disfrutamos, porque hace parte de nuestra historia. Cuando llegamos a la cabaña quedamos bajo un sueño profundo después de un día largo en la playa.

Al despertar en la mañana, sonrió triste porque es el último día que estaremos aquí. Mientras me pongo un vestido blanco un presentimiento me abarca, está en el aire.

Recojo mis cosas y le ayudo a Mateo que me mira más veces de lo acostumbrado. Sonreímos.

Mientras desayunamos juntos en el balcón, con la vista hacia el mar, con sus aguas calmadas, y el sol reflejándose en este, puedo sentir como el silencio está cargado de emociones palpables.

Mateo me mira con un brillo en los ojos cuando nuestras miradas se cruzan.

El rompe el silencio.

—Somos algo más que lo convencional, ¿lo sabes, verdad? —Dice el con voz suave, pero firme.

Yo sonrió con tristeza y respondo, sintiendo un nudo en la garganta:

—Lo sé, pero también sé que hoy es el último día.

El asiente con serenidad, se acerca para darme un beso en la frente mientras susurra:

—Lo sabemos.

El parece tranquilo, pero sé que en estos momentos, igual que yo sé está desarmando por dentro.

Nos quedamos en silencio, cada uno absorbidos por la realidad de que nuestro tiempo juntos en este paraíso y fuera de este está llegando a su fin. El sonido distante de las olas rompiendo en la playa acompaña el eco de nuestras palabras, mientras por este momentos nos aferramos el uno al otro por medio de nuestras miradas.

Nuestra conexión trata con todas sus fuerzas sostener y contener el peso de todos los momentos compartidos.

Y es así, como entre la belleza de Malibú, terminamos de pasar el día con la mejor actitud y disfrutándonos lo mejor que podemos antes de tomar nuestras cosas y subir al auto de camino a las Vegas. Luego, al aeropuerto donde enfrentaremos juntos la despedida inevitable que se acerca.