Tácito

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La situación era compleja, ya que Lisa y Jennie no podían ser emparejadas en casi ninguna actividad sin que automáticamente se les catalogara como pareja. A pesar de no tener una relación romántica, eran constantemente tratadas como si fueran pareja, lo cual generaba incomodidad en ciertos entornos. Esta situación dificultaba aclarar su verdadera relación, provocando que cualquier intento de aclaración se volviera tedioso y repetitivo.

Esto provocó un distanciamiento en público, ya que Jisoo continuaba buscando el vínculo misterioso que creía que compartian Lisa y Jennie. A pesar de que no existía un problema o molestia evidente entre las partes, la búsqueda constante de Jisoo generaba un ambiente de incomodidad. Jennie, por su parte, era cariñosa y afectuosa, mientras que Lisa tenía un tipo de afecto más molesto con el que la mayor estaba acostumbrada. Cuando se encontraban a solas, ambas eran indiferentes, pero mostraban una intimidad y ternura que despertaba envidia. Era precisamente esa conexión especial y adorable la que hacía evidente el vínculo entre ellas, aunque actuaban de manera ambigua frente a los demás.

Con el tiempo, esta dinámica se volvió algo natural y común entre los miembros más cercanos del grupo. Al principio, Jennie no se sentía del todo cómoda con la energía excesiva de Lisa ni compartiendo habitación con ella. Sin embargo, todo cambió en una noche en particular cuando Lisa no podía conciliar el sueño y decidió colarse en la habitación de Rosé, donde creía que no podría acurrucarse debido a la incomodidad de la cama y la falta de espacio para acomodarse a su gusto. Sorprendentemente, Jennie se encontraba en la misma situación, también incapaz de conciliar el sueño y deseando compañía. A pesar de que su primera opción fue Jisoo, esta se negó argumentando que no quería ser su "oso" para abrazar.

Esto llevó a Jennie a dirigirse directamente a su segunda opción, la más confiable, Rosie. Sin embargo, al llegar a la habitación se encontró con Lisa acurrucada en el suelo junto a la puerta. Una parte de Jennie quiso simplemente llamar a Lisa y pedirle que se fuera a la cama, pero finalmente fue la otra mitad la que ganó. Se acercó a Lisa, pasó sus piernas por debajo de las de ella y apoyó su cabeza en las rodillas de Lisa, lo que provocó que Lisa despertara de inmediato.

-¿Quieres dormir conmigo?.- Dice somnolienta Jennie.

-¿Estás segura?.- Pregunta Lisa.

-Síp. Pero tendrás que llevarme. Discutir con Jisoo por su cama quitó toda mi energía.- Responde Jennie. Lisa no tiene ninguna objeción, así que termina cargando a Jennie en su espalda.

Lisa consideraba a Jennie como su primera opción para compartir cama si no fuera por lo extraño que sería. Jennie podía resultar intimidante, por lo que Lisa nunca se atrevió a preguntar si podían hacerlo. Sin embargo, a veces la distancia de la familia puede influir en las decisiones de las personas. Lisa también pensaba que la cama de Jennie era mucho mejor que la suya, aunque no sabía exactamente por qué. Quizás eran sus peluches o sus suaves mantas, pero estar en su cama hacía sentir a Lisa como si estuviera en las nubes, a pesar de que Lisa nunca había estado allí.

El cansancio seguramente jugó un papel importante, ya que una vez bajo las mantas, no hubo incomodidad ni dudas sobre cómo manejar la situación. Todo fluyó de forma natural, convirtiéndose en una especie de rutina. Así comenzó el tener un lado asignado en la cama y conocer las diferentes posiciones para dormir de la otra. Con el tiempo, aprendieron las manías de la otra antes de entregarse a los brazos de Morfeo. A veces, por las mañanas, cuando no tenían un horario apretado, se quedaban un poco más tiempo en la cama.

Jennie solía frotar sus pies en las pantorrillas de Lisa o jugar con los bordes de su pijama al despertar. Por su parte, Lisa dependía su estado de ánimo al despertar de hundir su rostro en algún lugar, siendo una de sus cosas favoritas envolver con sus extremidades a Jennie y besar su mejilla. Si Jennie se levantaba primero, ella pasaba la punta de su nariz por el contorno afilado de la mandíbula de Lisa. En medio de estos gestos íntimos, ninguna de las dos decía nada al respecto, simplemente disfrutaban de ese momento juntas.

Este secreto se mantuvo oculto hasta que organizaron una pijamada y no tuvieron más remedio que quedarse envueltas una en la otra, exponiendo así a las otras dos chicas lo que era despertar juntas. Esto provocó que las otras dos notaran todos los gestos que pasaban desapercibidos, como el hecho de que Jennie preparaba frecuentemente el café de Lisa y esta última preparaba el té de Jennie.

Lisa siempre era la compañera de cocina de Jennie, además de su asistente de chef, aunque en realidad más se dedicaba a entretener al chef con sus muchas historias. Las otras dos chicas nunca intervenían en esta actividad, ya que era una tarea exclusiva de las dos y lo más importante era que no necesitaban ayuda en absoluto. Esto les permitía tener más tiempo para ellas dos solamente.

Cuando alguna de las dos debía viajar por asunto familiar o laboral que no involucrara a la otra, en contra de la crecía Rose, no hubo alguna queja de la interrupción de sus rutinas. Se tomaba como algo más de la vida.
En cuanto una de las dos finalmente regresaba de sus asuntos, volvía todo nuevamente a su camino.

Con el tiempo, esta situación se volvió más transitoria y se adaptaron a las circunstancias. Siempre encontraban una forma graciosa de parecer una verdadera pareja y, después de tanto tiempo juntas, era imposible que no supieran cada detalle que muchas personas pasan por alto al no compartir esos momentos más vulnerables, como ir a dormir juntas, despertarse, tomar un desayuno antes de empezar el día o enfrentar una emergencia vergonzosa. Todo esto creó una complicidad silenciosa entre ellas.

A pesar de que muchas cosas cambiaron y vivían en lugares diferentes, y pasaban gran parte del año separadas, cuando se reunían debido al trabajo, esa pequeña chispa volvía a encenderse. Con suerte para las personas que disfrutaban de este acontecimiento, solo tenían que ponerlas en un ambiente relajado y seguro para ver nuevamente ese derroche adorable de atención entre ellas. Se entendían con tan solo una mirada y los demás podían sentirse un poco excluidos por todos los temas internos que solo ellas conocían.

Podrían sentirte un poco solas, incluso en una pijamada como en los viejos tiempos, ya que estaban acostumbradas a dormir juntas en la misma cama, pegadas una a la otra en la posición más cómoda del planeta, hablando sin parar en susurros hasta quedarse dormidas, para luego separarse de nuevo y regresar a sus vidas a muchas millas de distancia.

Alguna vez, una que otra persona se preguntó si sería tan mágico si realmente fueran una pareja, o si la presión insistente de las expectativas terminaría por acabar con todo.

One Shots - JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora