El poder de un abrazo

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Se sentía agotada, no tanto físicamente como mentalmente. Anhelaba cerrar los ojos y desconectar por un instante. Necesitaba respirar, su aliento parecía cada vez más corto. La sensación de colapso inminente la invadía.

Caminaba sin rumbo, rodeada de múltiples opciones y destinos posibles. Contemplaba lugares familiares y acogedores a los que dirigirse en busca de seguridad. Sin embargo, optó por seguir su instinto o su propia serenidad. Siguió avanzando sin un destino claro, sin percatarse del tiempo que pasaba.

Jennie abrió una puerta y se encontró con un bullicio de personas y sonidos que la abrumaron. Intentó identificar voces y olores, pero su mente estaba invadida por pensamientos abrumadores. Sentía el peso de todo lo que se mantenía en silencio, de todo aquello que guardamos en nuestro interior y nos negamos a confrontar.

Continuó su camino sin rumbo específico y se quedó inmóvil en el centro de la habitación. Su aparente distracción tal vez la hacía parecer dormida, pero la realidad era que no había conseguido conciliar el sueño en absoluto. Observó a su alrededor a personas ocupadas en diversas tareas, moviéndose de un lado a otro sin prestarle atención. No le sorprendía, después de todo, ¿no era justamente lo que deseábamos cuando nos encontrábamos en ese estado?

Jennie siguio observando a su alrededor, observo un bulto debajo de una manta en un sofá, está persona se mantenía pegada a su teléfono con audífonos alejándose del mundo exterior. Por un momento quiso eso, solo lograr desconectarse del mundo de esa manera, ya lo había intentado y había fracasado.

Jennie siguió escudriñando el entorno a su alrededor y notó un bulto debajo de una manta en un sofá. La persona bajo la manta estaba absorta en su teléfono con auriculares, aislándose del mundo exterior. Por un instante, Jennie anheló esa desconexión total, pero sabía que ya lo había intentado sin éxito.

Con pasos pequeños, se acercó lentamente a la figura en el sofá, como si cada movimiento fuera tortuoso. Un zumbido persistente resonaba en su mente, infundiendo desesperación. El ruido se intensificaba, resultando insoportable.

Finalmente, Jennie llegó al pie del sofá, inmóvil, contemplando si se marchaba o permanecía. Dudaba entre dar la vuelta y seguir explorando, buscando algo que no sabía exactamente qué era.

Jennie continuaba atrapada en su propio torbellino mental, cuando de repente unos ojos la miraron directamente, reconociendo su presencia. La mirada no la juzgó, no la menospreció, solo la acogió con su suavidad, envolviéndola en una especie de burbuja protectora donde nada podía hacerle daño, tan solo con una mirada. Una mano se extendió hacia Jennie, y en ese instante sintió un alivio abrumador, una sensación de calma que la invadió por completo, casi haciéndola querer llorar de gratitud.

Lisa, con una pequeña sonrisa, invitó a Jennie a acercarse. Jennie, como si hubiera sido activado un interruptor, se movió cuidadosamente hasta quedar atrapada entre Lisa y el sofá, fue cubierta con la manta. Reposó su cabeza en el hombro de Lisa y, en ese refugio improvisado, se escondió del mundo exterior. Todo parecía estar en calma, en paz. Y Jennie, nuevamente se sintió segura y protegida.

Lisa repetía como un mantra. -Estás a salvo, estamos bien. Estás siendo fuerte. Aunque pierdas el control, no te abandonaré. No es tu culpa y te amo con cada parte de mi ser." Mientras decía esto, Lisa dejaba pequeños besos en la mejilla de Jennie y la abrazaba con fuerza, transmitiéndole su amor y apoyo incondicional. Jennie se sentía reconfortada y protegida en los brazos de Lisa, por qué..
¿No es lo que todos buscamos realmente?

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Solo ví un pequeño momento muy parecido a estas 550 palabras.
Que bonito ha de ser tener un lugar así al que caer.

One Shots - JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora