19. NEGRO DIAMANTE

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19. NEGRO DIAMANTE

Para mi suerte, veo a Granger muy poco en los siguientes días.

Sin embargo, ya que aún sucumbo a varias emociones mezcladas cada vez que siquiera pienso en ella o en nuestro último encuentro en el salón de entrenamiento, yo acepto agradecido cualquier distracción que se me presente. Con creciente frecuencia visito a Lovegood en el cuarto de trauma (no sólo por la Salida, sino por su naturaleza tranquilizadora) y paso horas revisando la nueva información que Potter ha recibido de Daphne.

Eventualmente, incluso hablo con la misma Daphne.

De ella recibo un recuento de primera mano sobre los cambios que se han hecho a la seguridad en las casas de seguridad de los mortífagos desde que el Señor Oscuro se enteró de que estoy vivo. Mientras vamos terminando esta parte de la conversación que es puramente estratégica, sus ojos azules encuentran y sostienen mi mirada y después me agradece. Por salvarla a ella y a su hermana. Ella no me culpa por haber mantenido mi plan en secreto por tanto tiempo, tampoco me ve como un traidor. En su lugar, ella dice estar en deuda conmigo. Odio esa idea y no la comparto ni remotamente. Así que solo le digo que si necesita hablar con alguien, entonces debería agradecerle a Santo Potter. Poco después me voy.

La conversación con Daphne me molesta. Es increíblemente cansado mantener las memorias de los pasados siete años y los sentimientos asociados donde (gracias a los Dioses) siguen hasta hoy: en los rincones más lejanos de mi mente. Mientras más tiempo estoy en el Campamento negro, son más los mortífagos que liberamos de su Marca Oscura, más las juntas estratégicas a las que asisto y mientras más tengo que lidiar conmigo, más difícil es organizar mis pensamientos. Cada sentimiento que solía dejar de lado con rapidez, con la ayuda de la Oclumancia, porque era peligroso o no lo quería sentir, ahora lo experimento de forma muy consciente. Culpa, preocupación, afecto, miedo y furia constante. Principalmente hacia mí mismo. Algunos días es casi insoportable.

Desearía poder apagar el caos en mi cabeza, pero no funciona sin la Oclumancia. Esta incapacidad para controlar mis emociones solo me hace enojarme más, porque crea un sentimiento de sobrecarga mental y fracaso que no he sentido desde hace mucho tiempo. Es un espiral perpetuo que lenta pero seguramente me está volviendo loco.

Y después está la cosa con Granger, el chantilly en el pie de calabaza, por así decirlo. Ella despierta en mí un temperamento tan fuerte que es realmente sobrecogedor. Un deseo desconocido. La incontrolable urgencia de mirarla cada que entra a un cuarto. Un corazón que late como loco cuando pienso en sus besos. Una curiosidad insaciable que me sigue llevando hacia ella como si ella fuera un delta de un río furioso y yo fuera un pedazo de madera a la deriva en su corriente.

Por semanas me he estado diciendo que ella no es nada más que un misterio que quiero resolver. Sigo queriéndolo, pero esa no es la única razón que me atrae hacia ella, me he dado cuenta de eso. También hay una chispa entre nosotros, al menos físicamente y eso no lo hace menos interesante.

Es todo lo contrario. Cuando pruebas algo y te das cuenta que te gusta, lo quieres de nuevo y de nuevo y cuando es prohibido y se supone que debes mantenerte lejos de eso, es mucho más tentador.

No me atrevo a ponerle etiquetas a mis sentimientos por Granger en cualquier forma. En su lugar, intento aceptar que lo que hay entre nosotros es lo que es: una tentación, un reto, un juego. Admito que no es un juego que debería estar jugando, ni un reto que debería de estar intentando vencer y no una tentación que esperara. Pero al menos esos términos son explicaciones con las que puedo vivir.

Por ahora.

***

El siguiente movimiento en el Campamento negro no tarta en llegar.

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