13. NEGRO ABISMAL

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13. NEGRO ABISMAL

Me despierto con la cálida luz del sol brillando directo en mi rostro. Los pájaros siguen (o de nuevo) cantan y yo entrecierro los ojos confundido, la luz cegadora de la que soy víctima sigue entrando implacablemente por la pequeña ventana.

Me tomó un rato recordar dónde estoy y hay algo más que de repente hace que mi corazón salte. Una presión cálida, un peso desconocido justo en mi pecho. Nada de eso me pertenece.

Todavía más confundido, bajo la vista y veo cabello café, ligeramente ondulado que descansa en mi playera de manga larga y se mueve al mismo ritmo de mi respiración.

Granger también debió sentarse en algún momento.

La casa del árbol no es particularmente grande, lo que inevitablemente nos lleva a tener cierta cercanía cuando dos adultos se sientan junto al otro y se recargan en la pared. (Que es, sin lugar a dudas, el lugar más seguro para sentarse en caso de que tengas miedo de que alguien irrumpa en la pequeña choza en la que te escondes.) Sin embargo, Granger seguramente no tenía intenciones de dormirse, pero eso es obviamente lo que pasó. Porque sus músculos están relajados y ella respira lentamente. ¿Tal vez estaba muy cansada después de todo? y ¿mi pecho estaba ahí?

La mano de Granger sigue sujetando su varita y descansa en su muslo. Con cada respiración, un mechón de cabello que ha escapado de su liga se mueve gentilmente arriba y abajo y refleja los rayos de sol que caen sobre él.

Eventualmente me doy cuenta que, aparte de su cabeza en mi pecho, puedo sentir más de su calidez y suavidad presionado otras partes de mi cuerpo. Mi brazo derecho descansa ligeramente detrás de Granger y mi mano ha viajado hacia su cintura.

Al instante, estoy despierto. Siento la fuerte urgencia de empujarla lejos de mí y brincar, pero me contengo en el último momento. El probable resultado de tal movimiento repentino sería una de sus indignadas maldiciones y no quiero arriesgarme.

Así que, en su lugar, hago lo mejor que puedo para recuperar el control de mis latidos y mi respiración que también se ha acelerado un poco. Después cuidadosamente levanto cada uno de los dedos de mi mano atrevida que está en su cintura. Uno a la vez para no despertarla. Dedo gordo, índice, medio, anular y finalmente el dedo pequeño. La suelto por completo e incluso aguanto la respiración por un momento.

Lo más lento que puedo, bajo mi brazo al piso de madera. Después recargó mi cabeza de nuevo en la pared y cierro los ojos. Me doy otro breve momento y pongo todas mis fuerzas en una convincente expresión de sueño. Cierro los ojos antes de dejar salir una pequeña tos.

Granger está de pie en un segundo. Escucho sus jadeos, pero es solo después de tres respiraciones profundas que me permito abrir los ojos.

—¿Qué pasa? —murmuro y la miro con fingida inquietud.

Dejo salir un bostezo falso para hacer más creíble que acabo de despertar.

La varita y los ojos de Granger están enfocados en la puerta, pero lo que puedo ver de su rostro se ve tan horrorizado que pensarías que alguien realmente está intentando entrar en la casa del árbol. Solo que sé la razón real de su horror.

—Creí escuchar algo —dice sin aliento.

Aparentemente no es muy buena mintiendo. Rápidamente memorizó la mirada en su rostro. Si alguna vez veo esa expresión en su rostro de nuevo, sabré que no puedo creer ni una palabra que diga.

Lentamente me pongo en pie y la miro. Hay una visible marca de la funda de mi hombro en su mejilla y antes de que pueda mirar a otro lado su mirada se enfoca en mí y se da cuenta hacia donde miro. Su mano libre se lanza contra su rostro y sus ojos se agrandan.

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