21. NEGRO PROFUNDO

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21. NEGRO PROFUNDO

Cuatro días después, en el gimnasio mientras esperaba a que Blaise empezará a dar instrucciones, todavía seguía enojado. Parece estar convirtiéndose en una condición crónica. Enojo. Enojo. Enojo.

Así que el entrenamiento de pelea física de hoy me cayó bien. Desafortunadamente, Creevey es el que va recibir la peor parte de esta emoción que no puedo controlar. Él todavía no sabe lo que le espera y felizmente se mueve a mi lado.

¿Por qué estoy tan enojado? Bueno, la pregunta debería ser ¿Con quien estoy enojado? y claro que la respuesta es: Granger.

Estoy enojado porque ella no fue honesta conmigo la última vez que hablamos. Irritado, porque ella definitivamente está escondiendo algo de mí. Lívido, porque sospecho que gracias a mis preguntas, ella no pedirá que sea su compañero en la siguiente misión, simplemente por pura terquedad. Furioso, porque, para empeorar las cosas, ella me ha estado evitando exitosamente desde nuestra corta conversación en el centro de comando y, por ende, por primera vez, real y verdaderamente está manteniéndose lejos de mí. Pero lo que realmente sobrepasa todas esas razones es que yo sueño con ella cada maldita noche. Tan claramente, tan gráficamente, tan vívidamente que generalmente me toma algunos minutos después de despertar poder sacudirme las imágenes no deseadas.

Es tan patético que quiero vomitar.

Sin embargo, una pequeña voz en mi cabeza sigue susurrándome que de hecho soy la única persona con la que estoy permitido enojarme. Después de todo, no fue Granger quien implantó estas imágenes y pensamientos perturbadores en mi mente. Soy el único responsable de su existencia y, si hubiera seguido las advertencias de Blaise durante mi primer semana en el Campamento negro, no tendría que lidiar con esto ahora, ¿o si? o ¿acaso el metafórico río que es Granger me habría arrastrado de cualquier modo? ¿soy un tronco a la deriva lo quiera o no?

Mis pensamientos se ven interrumpidos cuando la fuente de mi caos mental entra al cuarto. Sé que ella estaría aquí hoy porque chequeé su horario. Claro que lo hice. Patético, como dije.

Y de nuevo, no puedo evitar mirarla.

Granger cruza el cuarto con pasos rápidos. Su mirada viaja por todos lados, accidentalmente cae en mí, y rápidamente sigue su viaje como si no me hubiera visto. Cuando ella cambia de dirección y se coloca en la esquina más alejada del cuarto para su calentamiento, mis manos se cierran en puños.

Ella obviamente está huyendo. De mí.

Enojo. Eso es todo lo que siento.

Ya estoy a medio camino para preguntarle cuál es su maldito problema, cuando la alarma se dispara. Es como un gemido, tan alto y agudo que algunos de los rebeldes instintivamente levantan las manos y se tapan los oídos. Apenas y puedo detenerme de hacer lo mismo, aunque mis brazos están temblando a mis costados.

Mi mirada inmediatamente regresa a Granger, quien se congela por un abrir y cerrar de ojos y rápidamente entra en modo combate al siguiente parpadeo. Su rostro se vuelve inexpresivo, su mirada se agudiza. En un segundo, su varita está en su mano y ni siquiera tengo tiempo para preguntarme cómo logra sacarla del pequeño bolsillo de sus apretados pantalones para correr tan rápido cada vez. Mientras ella camina de regreso a la puerta por la que acaba de entrar, ella presiona la punta de su varita contra su garganta y murmura un Sonorus. Después comienza a lanzar órdenes.

La mayoría de los rebeldes, incluyendo Blaise y Creevey, no dudan ni un segundo en seguirla, que es por lo que finalmente entiendo qué está pasando.

La resistencia está bajo ataque.

—Quiero a todos los peleadores completamente equipados y en espera de instrucciones en la sala de reuniones en cinco minutos o menos. —La voz mágicamente amplificada de Granger hace eco por todo el cuarto. —Cada uno de ustedes encontrará un compañero. Nadie debe estar solo hoy. Blaise, necesito que asistas como estratega. Ron está de guardia. Averigua cuál de los pueblos está bajo ataque y dame un resumen de la situación. Tienes dos minutos.

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